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Hebe Uhart

Fogwill dijo que era la mejor escritora argentina. A ella no le importa la editorial en la que va a publicar, no se fija en las tapas y si hay que cambiarle el título, se lo cambia. Está jubilada desde hace siete años pero sigue escribiendo. Organiza asados para todos sus amigos en la parrilla del edificio: el fuego lo prende el portero y las ensaladas siempre son las mismas. Hebe Uhart cree que muchos escritores argentinos son narcisistas. Y dice que pecan de un internismo brutal: escriben pensando en los amigos, profesores y conocidos. La estación de trenes de Frankfurt queda justo frente al hotel donde se hospeda Hebe Uhart. Ella y un grupo de escritores, una reducida pero notable delegación argentina, están en la ciudad para la Feria. Hebe tiene preparadas todas sus conferencias para las mesas del stand nacional, prolijamente impresas. Pero no se queda todo el día en la feria: es caminadora y curiosa; quiere conocer. Pasa bastante tiempo en la estación porque le gusta el me

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