tag:blogger.com,1999:blog-357511422024-03-20T19:44:29.050-05:00An excursus Entrevistas a escritores.Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.comBlogger36125tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-5010857153170656352015-08-17T20:06:00.000-05:002015-08-17T20:10:07.976-05:00Hebe Uhart<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfMviHytsjNsqVVnX0iRk71Gahb21tKK7gIwrzRBNp6kQXKJDc9XOyuSTC7D_Tf6jXjD8bG0bkmut9AWLD3XqGhqCNFRRS-B3tAewfLNdKMNz4EyMleZwaErv0QMMjxF2WpnZ8fQ/s1600/UhartHebe_Carrera10_COL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfMviHytsjNsqVVnX0iRk71Gahb21tKK7gIwrzRBNp6kQXKJDc9XOyuSTC7D_Tf6jXjD8bG0bkmut9AWLD3XqGhqCNFRRS-B3tAewfLNdKMNz4EyMleZwaErv0QMMjxF2WpnZ8fQ/s320/UhartHebe_Carrera10_COL.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 16.2pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; mso-outline-level: 3;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13.5pt;">Fogwill dijo que era la mejor escritora argentina. A ella no le importa
la editorial en la que va a publicar, no se fija en las tapas y si hay que
cambiarle el título, se lo cambia. Está jubilada desde hace siete años pero sigue
escribiendo. Organiza asados para todos sus amigos en la parrilla del edificio:
el fuego lo prende el portero y las ensaladas siempre son las mismas. Hebe
Uhart cree que muchos escritores argentinos son narcisistas. Y dice que pecan
de un internismo brutal: escriben pensando en los amigos, profesores y
conocidos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 16.2pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; mso-outline-level: 3;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">La estación de trenes de Frankfurt queda justo frente al hotel donde se
hospeda Hebe Uhart. Ella y un grupo de escritores, una reducida pero notable
delegación argentina, están en la ciudad para la Feria. Hebe tiene preparadas
todas sus conferencias para las mesas del stand nacional, prolijamente
impresas. Pero no se queda todo el día en la feria: es caminadora y curiosa;
quiere conocer. Pasa bastante tiempo en la estación porque le gusta el mercado
con sus puestos turcos, el amabilísimo señor de la cervecería que trata de
hacerse entender, el restorán al paso de comida china. Es un pequeño mundo y a
Hebe Uhart le gustan los pequeños mundos, con sus rituales y lenguajes, aunque
aquí todos hablan alemán y no entender nada la desespera un poco.<br />
Una noche, antes de volver al hotel, después de una cena bastante copiosa, Hebe
Uhart y los escritores que la acompañan se detienen a mirar a un chico, de unos
veinte años, que claramente vive en la calle, duerme en la estación, y tiene
como mascota un hurón, ese animal de hocico puntiagudo y ojos tiernos,
doméstico pero levemente salvaje.<br />
Hebe se para frente al animal, le apunta con el dedo.<br />
—¡Cuis!— dice, en voz alta.<br />
El chico, la mira: parece desconcertado.<br />
—¡Cuis!— repite ella, bien claro, como si eso facilitara la comunicación. —¿Es
un cuis sí o no?<br />
La decepciona un poco comprobar que no, que no es un cuis. Se queda un rato
jugando con el animalito y tratando de hablar con su dueño. Tiene un poco de
nostalgia, parece. Horas después, bien temprano por la mañana, conseguirá que
un taxista la lleve al zoológico. No podrá convencer a ninguno de los
escritores para que la acompañen. Pero Hebe Uhart no se ofende ni se resiente
por cosas así. La visita a la jaula de los monos, dice cuando vuelve al hotel,
al mediodía, estuvo buenísima.<br />
En su último libro, “Un día cualquiera” cuenta sobre los monos que le gusta
ver. En el cuento “Hola, chicos” se lee: “En el zoo de Buenos Aires hay una
jaula con papiones. El cartel indica: ‘Papión sagrado de la India’. He ido a
visitarlos tres veces; iría una cuarta. Siempre que voy me detengo antes frente
del mono araña marimoña, que es el mejor equilibrista que he visto”. Pasar una
tarde con Hebe Uhart es así: está llena de charlas sobre monos y novios;
conversaciones largas, de pequeñas aventuras, de literatura involuntaria.<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">***<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Hebe Uhart ve y escucha atentamente y registra, registra sin parar, se
le nota en la mirada inquisidora de sus ojos pequeños y oscuros. Elvio
Gandolfo, escritor y crítico, amigo, que la conoce y admira desde hace más de
cuarenta años, escribió: “Hebe Uhart se encuentra entre aquellos escritores
donde un modo de mirar produce un modo de decir, un estilo: Eudora Welty,
Felisberto Hernández, Mario Levrero, Juan José Millás, Rodolfo Fogwill o
Clarice Lispector”. Fogwill dijo alguna vez que Hebe era la mejor escritora de
la Argentina. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Ella, ya lejos de Frankfurt, en su departamento de Almagro, sirve el
lemoncello que le regaló una alumna de su taller de narrativa, abre la ventana
que da a un balcón con plantas preciosas, azaleas, santa ritas, y dice:<br />
—Bah.<br />
Y después:<br />
—Cuando uno escribe, si es bueno, le termina llegando el reconocimiento. Mirá
que voy a ser la mejor escritora de la Argentina, ¿qué quiere decir eso? Nada.<br />
No hay falsa modestia. Incluso la incomoda ese reconocimiento que llegó todo
junto, especialmente después de la publicación de sus “Relatos reunidos”
(2010). Y quiere cambiar de tema, rápido. Hablar, por ejemplo, de otro viaje,
el que hizo a Bolivia cuando era “muy jovencita”. “Lo hice hace cincuenta años.
Fui de turismo. Primero a La Paz y después a Perú, en tren. Fui con dos amigas,
una era un personaje tipo princesa en su camarote. Se parecía a Jeanne Moreau.
Después fuimos a Perú. Yo tengo primos peruanos. Los hermanos de mi abuela
emigraron a Lima y mi abuela emigró acá. Tengo un primo peruano de mi misma
edad que me llevó por Lima y he vuelto como cuatro veces”.<br />
A Hebe le gusta viajar, le gustó siempre. Ese placer es obvio en sus dos libros
de crónicas de viaje, “Viajera crónica” (2011) y “Visto y oído” (2012). La
Patagonia, Ecuador, Córdoba, Roque Pérez, pueblos de la provincia de Buenos
Aires con pasajes así: “Para variar, le pedí que me hablara de las costumbres
de los animales. Me dijo: el caballo es mejor guardián que el perro, yo tenía
uno que con el hocico me abría la tranquera, al caballo hay que saber
palenquearlo. Uno ve a un caballo de frente y es un cristiano”, escribe. No
tiene sueños de viajes a lugares grandiosos: no piensa en la China ni en la
India.<br />
—No entendería nada, sería como un asalto a los sentidos. ¿Cómo hago yo para
absorber todo eso? Tampoco me gusta la naturaleza plena, no me gusta el glaciar
ni las ballenas. A mí me gustan los pueblos chicos, porque son abarcables,
porque se los camina y se los conoce.<br />
Y porque, claro, en los lugares más chicos la gente está dispuesta a saciar la
voraz curiosidad de la escritora: ella pregunta, quiere saber; charlar con ella
es ser entrevistado. Sabe cuándo detenerse y tiene calculados los límites del
pudor. Ella es pudorosa aunque, dice, todos sus cuentos son en alguna medida
autobiográficos y los de “Un día cualquiera”, aún más. “En la peluquería”
relata sus horas en la peluquería de Medrano y Rivadavia, a la que va seguido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Mientras se hace los pies, habla con María. Hebe nunca se pinta las
uñas, no le interesa, no tiene tiempo. Desde hace unos años, está
particularmente intrigada con los animales.<br />
—Es muy curiosa —dice María, sentada en uno de los cuartitos de depilación de
la peluquería—. De chica yo vivía en Corrientes, éramos muchos hermanos y teníamos
animales: monos, avestruces, loros, perros, gatos. Hebe pregunta mucho por el
mono. Quiere saber cómo la convivencia con el mono.<br />
—¿Y vos qué le decís?<br />
—Que el mono es muy inteligente, quizá más que nosotros.<br />
María le recomendó varias veces un viaje a los esteros del Iberá: ahí podría
ver de cerca a los animales. Hebe lo viene planeando hace rato, aunque no sabe
bien cuándo, porque en el verano hace demasiado calor.<br />
Escribe Hebe: “Cuando está María, la correntina, prefiero ir con ella;
inmediatamente se acuerda de todos los animales que tenía su papá en el campo
de Corrientes, el tatú, la yegüita alimentada a biberón y el pájaro carpintero.
Y ese cubículo frío y blanco, mezquino, se llena inmediatamente de animalitos
del campo y el bosque”.<br />
Alertado por María, Maximiliano, el dueño, buscó el texto en internet. “Yo no
soy mucho de leer, pero me gustó. Alguien te cuenta que fue a la peluquería y
decís “qué aburrido”, pero ella no, lo hace entretenido, te enganchás”, dice
Maximiliano detrás de uno de los mostradores de Caprice: en el cuento el nombre
de la peluquería es el mismo.<br />
Ese relato son sus peripecias y lucecitas diarias pero también, como siempre,
la novela familiar: Moreno, la familia inmigrante y el ascenso social; su tía
loca que tiraba baldes de agua a las paredes y humedecía la casa para siempre,
protagonista de decenas de cuentos; su experiencia como docente en colegios
rurales, los vecinos, los viajes a Buenos Aires a comprar ropa. Su mundo,
cartografiado en detalle, hasta que no queda un recoveco de la memoria que no
haya sido aireado y de ese rincón sale la frase rescatada, elegida, ese
asombro, el humor oblicuo, una forma de escribir que mezcla el estupor con la
filosofía, la atención y el tesoro: como si lo más normal fuera rarísimo. Uno de
sus cuentos más famosos, “El budín esponjoso”, de 1977, empieza: “Yo quería
hacer un budín esponjoso. No quería hacer galletitas porque les falta la
tercera dimensión. Uno come galletitas y parece que les faltara alguna cosa:
por eso se comen sin parar”. Después de leer esto, ya no se puede comer
galletitas de la misma manera, sin pensar en esa tercera dimensión ausente.
Elvio Gandolfo escribía en su prólogo para “Camilo asciende”, (de 1987): “Lo
que la convierte a la vez en un ejemplo muy poco frecuente de penetración
filosófica o antropológica y en portadora de un humor opresivo, desopilante, es
que se incluye a sí misma en esa mirada, a través de sus distintos alter ego
cuando hablan en primera persona”. Etnógrafa vocacional, la llamó Graciela
Speranza. Una de las mejores dialoguistas desde Puig. La mejor cronista de
viajes de los últimos cuarenta años, según Gandolfo.<br />
Cuando escucha los elogios, ella mira fijo.<br />
—Qué se yo —dice. Y se va a servir café.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Pía Bouzas es escritora, docente y, después de ir tres años al taller de
Uhart, se hicieron amigas. Se visitan, se leen. Pero es una amistad extraña.
“Hay mucha diferencia de edad y ella es reservada: no somos pares. Me alegra
tenerla cerca porque es una mujer muy sabia”. Pía tiene poco más de cuarenta
años. Cuando se conocieron, en los ’90, Hebe atravesaba lo que Pía define como
“un momento editorial complicado”. Estaba por publicar, pero las fechas se
dilataban, y el libro no salía y eso, cree Pía, la angustiaba. “Creo que a ella
la afectaba. Si bien no tiene narcisismo, creo que quería reconocimiento. No es
una anacoreta. Sufría bastante la falta de lectores. Pero cuando el
reconocimiento le llegó, la encontró parada en un lugar que no tiene nada de
vedette. Cuando dice que creerse muy escritor hace mal a la función de escritor,
realmente lo piensa”.<br />
En el taller, leían a Chejov, Erskine Caldwell, cronistas brasileños, Saki,
Daniel Moyano, Clarice Lispector. Nada sistemática, ninguna línea clásica,
nunca Cortázar ni Borges ni Rulfo ni García Márquez. Pía llegó al taller a
través de una amiga: había estudiado Letras.<br />
—Fue muy cómico —cuenta—. Quería aprender lo efectivo y a Hebe no le interesa
eso en lo más mínimo. Al principio yo estaba entre fascinada y enojada. Decía
¿cómo no me señala el conficto entre los personajes? Solamente hacía
intervenciones muy particulares.<br />
—¿Y por qué te quedaste?<br />
— Porque es una gran maestra. Le interesa que cuentes algo que sea tuyo. Trata
de ayudarte a que descubras tu mundo, a encontrar lo más singular y propio que
tengas.<br />
A Hebe no le interesan las traducciones: para ella no existen, quién sabe lo
que pasa en otro país.<br />
Y de las presentaciones de los libros, Hebe prefiere ir a comer con sus amigos.
No le importa la posteridad. “Yo vivo hoy”, dice siempre. Tampoco le llaman la
atención los grupos. “Recuerdo un cuento donde ella relata que es directora de
una escuela durante el Proceso, pero no se habla del Proceso. Sin embargo, hay
una tristeza muy profunda en el personaje; la anécdota, en contraste, es
mínima. No tiene nada que ver con los grandes discursos y la tradición
literaria de los 70. Me cuesta encontrarle una tradición. Salvo los autores que
ella menciona, Mansilla, o Fray Mocho, muy atrás”.<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">***<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Hebe Uhart vino a Buenos Aires a estudiar Filosofía desde Moreno. Se
mudó cuando tenía unos 25 o 26 años. Empezó la universidad en la calle Viamonte
y siguió en la sede de Independencia pero la terminó en Rosario, provincia de
Santa Fe. Se le hizo muy difícil ese último año, rendir las equivalencias,
estar lejos de las cátedras que ya conocía. ¿Por qué lo hizo?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Sacude la cabeza –el pelo corto, bien teñido, muy cómodo– y enciende
otro cigarrillo.<br />
—Me fui escapada por un amor. Me enamoré de un hombre casado y mis amigos me
dijeron ‘andate’. La verdad: me fui por boluda. Mi mamá me descubrió esas
cartas que escriben las jóvenes para sí mismas, que dicen ‘no puede ser, no
puede ser’. Una chica de ahora no se va. Sufre una semana y listo. Me fui un
año. Cuando volvía acá, vomitaba. También una mentalidad pasiva mía. Andá a
saber.<br />
Hay otros novios en la vida de Hebe Uhart. Lo poco que cuenta –a los novios no
los incluye casi en ningún cuento: son esa parte de su vida que no expone ni
comparte– habla de relaciones intensas. Elvio Gandolfo la conoce desde los años
’60 y es uno de sus más tempranos entusiastas: supo ver desde el principio esa
mirada extraña de Hebe, su diferencia radical. Y se acuerda de un “camionero
grandote”, aunque no está totalmente seguro porque, con Hebe, a veces le cuesta
distinguir entre ficción y realidad. Dice, en un bar cerca de su casa, en
Palermo, los anteojos gruesos y hablar precipitado de lector voraz: “El tipo se
borró con el camión y ella se lo fue a buscar a Entre Ríos. Andaba por los
campos, golpeando las tranqueras a ver si había pasado por ahí”. Se acuerda
también de que el camionero comía con el torso descubierto. “Era pintón, como
de ‘Rápido y furioso’”. Pero, dice Gandolfo, no sabe si Hebe tuvo una pareja
importante, un gran amor. Pía asegura que hubo un hombre de Tandil muy
importante hace más de veinte años. “Es reservada y sobre todo en la vida
amorosa o de su familia. Hay zonas sobre las que no quiere entrar y no escribe
sobre eso tampoco, no le gusta transitarlas: creo que son lugares de dolor. Una
vez me contó que se había vuelto encontrar con el de Tandil veinte años
después, tomaron una cerveza. Y le dijo al hombre: ‘La cerveza ya no nos hace
lo que nos hacía antes’. Después me lo negó. ‘Yo no digo esas cosas’”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Hay un novio del que Hebe sí habla, y mucho. Ignacio, el poeta borracho.
Fue, dice, mucho más importante que el casado de Rosario.<br />
—Con ese me hice la película, muy fuerte, pero la verdad es que estuve dos
veces nada más con él. Con Ignacio no fue una película. Fue muy real.<br />
Y no sólo por Ignacio, sino por lo que Ignacio significó. En ese momento, la
casa de Hebe en Moreno era toda desdicha. Su hermano había muerto a los 27
años, en un accidente (de esta muerte joven, cercana, nunca escribe). Su primo,
también de 27, aviador, murió en esos años. Y su prima, muy joven, de un
problema cardíaco. Su tía loca estaba viviendo en la casa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">—Yo era invisible. Y me fui con Ignacio. Me rajé. Ibamos por ahí, por
los cafés. Él chupaba. Las mujeres jóvenes todas creen que los regeneran a los
borrachos. Que si una hace bien todo, él va a cambiar. Yo hice todo, lo llevé a
un psquiatra, le compré vitaminas y él las tiró a la mierda. Cuando la otra
persona no quiere, no quiere. Cuando estaba sobrio era muy bueno, me quería.<br />
Ignacio era buen poeta, dice Hebe pero era “incoherente”: no podía publicar y
apenas escribir.<br />
—¿Qué sentías con él?<br />
—Me sentía útil. En mi casa, con toda esa desgracia que había, nadie me miraba
ni me podía mirar. Mi mamá, muy eficiente, hacía todo, yo quedaba de lado. Y mi
papá murió por esa época. Con Ignacio yo me sentía eficiente. Él no hacía nada
y me miraba como si fuera una sabia. Decía que no podía ir a trabajar porque no
tenía pantalones. Entonces mi mamá le compró un traje con dos pantalones. Los
borrachos son como los perros, pelean al lado de los tachos de basura. Entonces
el traje se le rompió todo. Yo iba a la sastrería a ver si se lo podían reparar
y él esperaba en el café de la esquina para ver mis gestiones. Los empleados de
tienda antes eran muy decentes, de muy buena presencia, y miraban el pantalón y
decían “cómo se pudo haber hecho eso”.<br />
El romance duró unos cuatro años. Hacia el final, ya no podía llevarlo a
reuniones porque Ignacio se ponía malo, agresivo. Sufría, hablaba de poesía
toda la noche y no comía. La iba a buscar a su trabajo –una biblioteca en ese
momento– totalmente borracho. Pero la salvó.<br />
—Me sacó de una cosa hecatómbica. Mi casa era una locura.<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">***<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">A Hebe le importa publicar y agradece a quien quiera editarla. Le gustan
los sellos “caseros”, como los llama. No se fija en las tapas y si hay que
cambiarle el título, se lo cambia. Todo lo que rodea al libro no le importa
mucho.<br />
Las editoriales de sus libros son todas pequeñas e independientes: Menhir
(Rosario), Goyanarte, Fabril, Cuarto Mundo, CEAL, Torres Agüero, Pluma Alta,
Bajo la luna, Simurg. Recién en 2003 publicó en Adriana Hidalgo y un año
después en Interzona. Luego, sí, en Bajo la luna, una editorial independiente
pero de mayor visibilidad. Y, ahora, ya famosa, Alfaguara.<br />
En 1972 publicó por editorial Fabril “La gente de la casa rosa”, con prólogo de
Haroldo Conti. Pero si en esa época su literatura era tan secreta y periférica,
¿cómo consiguió el prólogo de Haroldo Conti? ¿Eran amigos? No, amigos no.<br />
—Era amigo de amigos míos. Y me hizo hacer de prejurado para un concurso de
cuentos del Cordobazo, en los 70. Después me hizo un prólogo divino, pero antes
me hizo laburar. Eran 700 cuentos. Por eso no quiero ser más jurado: es mucho
trabajo y mucha responsabilidad. Encima todos los cuentos del mismo tema. Yo no
sé por qué cayó, creo que por su amistad con Paco Urondo. ¿Qué podría haber
hecho él? Guardar armas en su casa, esas cosas que se hacían.<br />
—¿Y Fogwill, que decía que sos la mejor, era tu amigo?<br />
—No, tampoco. Fogwill era amigo de Elvio Gandolfo, que sí es mi amigo. No tengo
muchos amigos escritores. Además, de Fogwill no se podía ser amigo, te hacía
quedar mal. Una vez lo invité a una presentación cuando tenía el nene chiquito,
de brazos. “Contá cuándo ibas con Ignacio por ahí”, gritaba. Me hinchaba las
pelotas. Yo cuento lo que quiero contar. Pero “Los Pichiciegos” qué lindo que
es. La gente de los talleres no lo quiere leer, sin embargo. No quieren leer de
Malvinas casi nunca así que ya no lo doy.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Hace cinco años, el Viejo Hotel Ostende armó un encuentro de escritores:
pasaron varios días ahí, en la playa, fuera de temporada, filmados por Mariano
Llinás. Estaban Hebe Uhart y Fogwill. “¡La mejor escritora argentina!” dijo
Fogwill ni bien la vio y Hebe le retrucó “dejate de joder”. Y eso fue más o
menos todo. La incomodaba, decía, que la llamara así adelante de los demás.
Cuando hablaban, solos y por los rincones, se podía intuir cierta complicidad.
Pero Hebe prefería estar con los invitados más jóvenes: contarles sobre Ignacio
el novio borracho, dar consejos a las chicas sobre sus dramas sentimentales y
tomar notas en una visita a un pueblo cercano, donde la directora de un museo
local decía, en la visita guiada, “acá los indios eran totalmente mansos”.<br />
Hebe, maravillada, anotaba. Estas son las piedras preciosas que ella encuentra
y atesora. Las conversaciones sobre cómo matar una vizcacha. Una mujer que dice
“este caballo es de cuarta”. Su tía que hablaba con la televisión y decía “qué
limpita esta chica” cada vez que veía una propaganda de shampoo donde la modelo
se bañaba. De vuelta en el hotel, Hebe le daba algunas pitadas a un porro
–poco, para probar– y después pasaba largos ratos mostrando su valija colorida,
muy cómoda y útil para viajar, y preguntando sobre la historia del Viejo Hotel,
que alguna vez estuvo bajo la arena y fue inspiración de Silvina Ocampo y Bioy
Casares. Pero si fumó fue alentada por el espíritu de estudiantina del evento.
Ella, sólo tabaco. Ni siquiera fumaba en los intensos años ’60. Cuenta:
“Recuerdo haber probado alguno que otro cigarro de marihuana, pero no me
producía gran efecto. Y nada más. Drogas duras tampoco. Muy pocos tomaban
drogas duras”.<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">***<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Una vez separada de Ignacio empezó a cambiar. Pasaron dos cosas al mismo
tiempo: comenzó a leer literatura política y después eligió ser vicedirectora
de una escuela rural. Ese puesto, esa experiencia, la hizo salir de la burbuja.
—Entre Ignacio y los amigos de la calle Corrientes el mundo resultaba
limitadísimo —dice.<br />
La escuela quedaba en el barrio Los Cuatro Vientos de Moreno. “Elegí ir ahí
para ayudar al proceso de liberación nacional. Iba ebria de ideales”. Tomaba el
colectivo hasta Once, ahí el tren y después caminaba diez cuadras. Les llevaba
material de lectura a los chicos, pero también les llevaba medias. La escuela
tenía sólo primaria, y era en el campo. Casitas bajas, los años 70. Ahí, dice,
aprendió “cosas de la vida”.<br />
—Después me di cuenta de que una persona sola no puede ayudar, que necesita un
equipo. Me desilusioné. Pero me hizo salir, antes no le daba pelota a nadie.
Era bastante antojadiza y veleidosa, creía que podía hacer cosas que no podía.
Tenía arranques de hacer cosas extraordinarias. Maduré yendo a la escuela de
campo. A mí nunca jamás nadie me había pedido nada. Mi sueldo era para mí, para
comprar boludeces. Entonces me di cuenta de que había tenido muchos pajaritos
en la cabeza, de irme, de buscar una beca, de viajar a París. Me di cuenta de
que había otras personas que hacían sacrificios, que aportaban a la casa. Que
venían a dedo porque resultaba caro ir en micro. Me dio vergüenza de lo que yo
pensaba, de que estuviera tan autocentrada. Ahí tomé color. Hay gente que no
toma color ni a los 40. Gente que sigue reclamando y echando la culpa a los
padres.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Se acuerda de los signos del terror durante sus años de docente en la
década del ’70. “Pero no tenía idea, ni a nadie cerca que haya sido
secuestrado”. Cuando llegaba a la estación de Moreno había policías con perros
y en las comisarías estaban las metralletas apuntando. En la escuela, no había
que hablar con una chica, porque su novio era teniente del ejército. Y Lela,
que sigue siendo su amiga, otra maestra, se salvó por un pelo. “Mi amiga estuvo
en una toma de una fábrica pero sobre todo ella tenía un novio a quien
buscaban: a ella la querían para que diera información. Todo Moreno estaba bajo
la base aérea de José C Paz. Ella ya era en ese momento una figura conocida en
el pueblo porque trabajaba como maestra. Entonces la citaron de la base, y por
la confianza de ser de Moreno ella fue sola, sin ningún recaudo. La
interrogaron, le preguntaron por el novio que estaba en una organización
armada. Sabían todo de ella. A todo ese grupo no los mataron, pero les fijaron
destino en un colegio donde el ejército entraba y vigilaba”.<br />
—Entonces sí sabía lo que pasaba.<br />
—Pero no tenía la global completa, la idea. Sabía, pero una cosa es saber,
tener la información, y otra cosa es saber con toda el alma. A mí se me cayeron
todas las fichas mucho después, me entró lo que pasó cuando lo escuché a
Scilingo por televisión. Cuando contó lo de los aviones (en el año 1995). Eso.
Antes tenía la información. Pero con Scilingo caí de la atrocidad.<br />
—¿Con quién trabajabas en Moreno?<br />
—Cuando fui a la escuela entré de costado a los movimientos tercermundistas. En
toda la zona de Moreno a Luján trabajaban los tercermundistas, hacíamos teatro
en La Reja. Había una monja irlandesa que hablaba, la pobre, como si se le
entendiera. Y otra argentina que estaba con la Teología de la Liberación. Pero
no era un grupo de armas, era un grupo cristiano. Como el padre Pepe, que se
salvó por un pelo. Yo compraba El descamisado pero por modalidad propia hubiera
preferido otra línea de penetración que no fuera militarizada. Había una
discusión interna, sobre si la forma de penetración debía ser lenta o
militarizada. Pero bueno.<br />
—¿Nunca escribiste sobre esto?<br />
—Quise. También quise escribir sobre las veces que fuimos a ver a Perón en los
70, pero no estoy conforme. No me gusta lo que escribí.<br />
—¿Lo viste a Perón?<br />
—No, no llegamos. Fue la primera vez que volvió, durante el gobierno de
Lanusse. Fuimos en micros de Moreno, estaban los caminos cortados bordeando
Rivadavia y entramos por un camino de tierra a Lobos. No se permitía a la gente
que llegaba acercarse, pero tratábamos, íbamos dos del bracete con un muchacho
flaquito y nos corrían a gases. Y como el viaje era tan largo desde Moreno,
cuando llegamos, unos se metieron en los chalets de Ezeiza y vieron llegar a
Peron por televisión. La multitud era interesante vista en sus particularidades
porque había todo tipo de personas y actitudes: Un hombre decía que él se
quedaria ahí tranquilo en uno de esos chalecitos de Ezeiza, otro decía no sé
qué cosa y la dueña de un micro dijo que si hacía eso ella quemaba los micros y
no teníamos cómo volver.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Después de Moreno, dando clase en la secundaria, tuvo una experiencia
muy ingrata en el Nacional Buenos Aires. El celador era de la policía de Morón.
A los chicos no los dejaban ir al baño durante la clase. “Yo le tenía terror a
ese colegio. Es la caja de resonancia de todos los procesos políticos que hay
en el país y en la dictadura era terrorífico”. Ella necesitaba trabajar y la
hija de uno de sus primos le contó que en el Nacional había una suplencia de
latín y se fue, con pantalón y blusa. Le dijeron que debía usar pollera. El
rector tenía bigotes estilo manubrio y la entrevista, dice Hebe, fue un
interrogatorio. “Sepa usted señorita que acá no discriminamos a ningún judío, a
ningún italiano”, le dijo. “Era inadmisible, yo nunca más trabajé incómoda”. Si
iba a tomar un café al buffet se desesperaba si se le corría la media. “Cuando
se murió el rector la mitad de los profesores festejaron con champagne. En los
actos los chicos estaban en un silencio helado. Ese colegio es difícil, yo no
le guardo cariño. Esa sala de profesores, tan fría. Tiene lindos cuadros, pero
es todo tan sombrío. Yo prefiero un colegio ventilado, aireado, más chiquito.”<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">***<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Organiza asados en su casa: mejor dicho, en la terraza del edificio
donde tiene su departamento. Tiene distintos grupos de invitados. Los alumnos
del taller con los que tiene más afinidad, amigos escritores como Gandolfo,
Irene Gruss, Eduardo Muslip, Pía Bouzas o los “trasandinos” Alejandra
Costamagna, Alejandro Zambra y Diego Zúñiga. También a veces se reúne con sus
compañeros de cátedra: durante veinte años enseñó filosofía en la Universidad
de Lomas de Zamora, daba clases un día por semana de 9 a 12, de 12 a 17 y de 9
a 22. Al principio no había combis y tomaba el colectivo en Liniers, dos horas
sobre el 188 hasta el sur. Se hizo amiga de varios profesores. “En las cátedras
o es gente muy buena o es nido de sierpes.”. En la UBA, trabajó en la cátedra
de Filosofía con Tomás Abraham que escribió sobre ella: “Hebe tiene una mirada
rara. Toca y se va. No le gusta que se le impongan. Es un ser libre,
inaprensible. Sus palabras se miden con una vara pequeña. Le gustan las frases
cortas y odia discutir. Prefiere intervenir con interrogantes”.<br />
Está jubilada hace siete años. Los que van dicen que los asados son muy
divertidos. Eso sí, las ensaladas son siempre las mismas. Ahora consiguió que
encienda el fuego el portero.<br />
El portero en cuestión se llama Norberto: hace el fuego, pone la carne y se va.
Le gusta hacerle el favor. Siempre le dice: “Hebe, tenemos que hacer un asado
porque la parrilla se oxida”. Norberto trabaja hace poco más de tres años como
encargado del edificio de Almagro. Adora a Hebe. “Más que buena: buenísima es”.
Cuenta, Uhart es una de las pocas personas que da propina aparte de las
expensas. Suele hacerle comida: platos árabes, por ejemplo, que Norberto nunca
había probado. Él no sabía que era una escritora “famosa”. Se fue enterando al
ver llegar periodistas con cámaras y también por la cantidad de alumnos que van
a los talleres lunes y sábados: muchos se van después de las ocho de la noche.
Chicas grandes, dice, hasta un señor de más de 70 años.<br />
Cuando se va de viaje, Hebe siempre le avisa a Norberto. El hombre parece muy
contento por esa confianza, aunque como todos los que la conocen a veces tiene
que responder a sus preguntas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Un día, por ejemplo, Norberto salía del edificio para ir a la Fiscalía
que está en Beruti y Coronel Díaz. Lo habían citado como testigo en relación a
un departamento vacío del edificio. Se la cruzó a Hebe, que venía con bolsas
del lavadero. Él le contó a dónde iba. Ella le preguntó: “¿Tenés miedo?”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 18.75pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">“Es muy sociable”, cuenta Pía Bouzas. “Y le encanta viajar sola. Tiene
que ver con algo vital: la sociabilidad y los viajes la mantienen muy viva y
muy activa. Tiene mucha energía aunque es una mujer grande; tiene una enorme
libertad. No le interesa que la aprueben. Se toma libertades enomes para las
formas, en la vida y en los cuentos”. Es pudorosa, también, con una forma
extraña de pudor, porque escribe en primera persona, porque es charlatana, y
sin embargo hay algo secreto en ella, algo duro. Algunas de sus amistades son
largas y, de alguna manera, tácitas, sin la necesidad del contacto diario. Así
es la que tiene con la actriz y maestra de teatro Martha Rodriguez, por
ejemplo. Se conocieron hace cuarenta años, cuando Laura Yusem montó la obra de
Hebe sobre los borrachos. Eran vecinas, de Almagro. Pasaron años de conexión
intermitente hasta que, en 2009, Martha quiso escribir, con Yusem una
dramaturgia sobre dos de sus cuentos más famosos, “Guiando la hiedra” y
“Querida mamá”, ambos de 1997. Graciela Speranza escribió, para el prólogo de
Relatos reunidos, que todo el arte narrativo de Hebe Uhart se resumen en
“Guiando la hiedra”. “Podría leerse como suma poética o hilo invisible que guía
los relatos. ‘Aquí estoy acomodando las plantas’ se dice en el comienzo, como
una advertencia, un desafío, una declaración de principios. La mirada apenas se
aparta de las macetas con plantas del jardín, pero la vida entera parece
desvelarse en ese aleph discreto, doméstico y barrial”.<br />
Cuando Martha y Laura le preguntaron a Hebe si podían adaptar sus textos, ella
les dijo:<br />
—Hagan lo que quieran.<br />
Después fue a algunos ensayos. Desde 2009, la obra se reestrena periódicamente,
y le va siempre bien. Cada vez que Martha la llama para avisarle de un nuevo
reestreno –lo acaba de hacer, hace días– Hebe dice lo mismo:<br />
—Che, ¿otra vez? ¿Y por qué? ¿Quién lo pidió? ¿No es mucho?<br />
A su taller van famosos: ella los llama así riéndose, pero no da nombres, salvo
el de Diego Frenkel, cantante de La Portuaria que “duró varios meses”. La
llaman para charlas y conferencias y aperturas de festivales, recibe premios,
la invitan a talleres en el interior del país. Gandolfo está orgulloso<br />
—Por suerte se consagró antes de morir. Con Fogwill pasaba lo mismo: en un
círculo se decía que era buenísimo, circulaba, pero le dieron bola de verdad
hace unos diez años. Antes era un escritor de escritores. De Hebe se decía que
era muy buena pero entre la gente que lee literatura. Ahora, si tenés que poner
a un escritor nacional, ponés a a Hebe Uhart. Para ella es una suerte.<br />
¿Qué pasó para que la mirada azorada de esta mujer brillante y discreta se haya
vuelto central? Pía Bouzas tiene una teoría: “Yo creo que, además de su trabajo
y perseverancia, le llegaron los lectores. Los escritores más jóvenes empezaron
a mirar más parecido a ella, el detalle, lo que no es central, ni que va por la
ruta del escritor programático. Encontró un camino por fuera de la tradición
masculina argentina, que no es sólo por escritores hombres sino una manera de
tratar el lenguaje. Eso están en consonancia con la búsqueda de lo escritores
más jóvenes. Ella toca grandes temas, la inmigración, la familia, lo argentino,
pero lo aligera”,<br />
En su departamento de Almagro –el barrio de la más media de las clases medias,
dice– busca libros de cronistas brasileños para regalar, porque ella ya “no va
a leerlos”. Sirve café en tacitas pequeñas. Menciona de pasada un gato hermoso
que tuvo, que se murió y la dejó muy triste: no quiere más gatos. Un alumno la
llama por teléfono para avisarle que no viene: en este momento tiene tres turnos,
y aproximadamente unos 15 talleristas, aunque el número fluctúa. Muchos se van,
también. Es que a Hebe hay cierta tendencia de la literatura contemporánea que
la tiene molesta y cuando la encuentra en sus talleres, la señala, la corta.
“Acá en Argentina no falta ni talento ni inteligencia”, dice, con cuidado.
“Pero me parece que los escritores están mal colocados. Mal encarados. Se
colocan de manera muy egocéntrica o narcisista. ¿Sí o no? Hay muchos jóvenes
que escriben bien pero los embalurda que son egocéntricos. Es esa actitud medio
arltiana muy altanera; Arlt, en sus “Aguafuertes cariocas”, se enoja porque en
Río se van a dormir a las 10 de la noche. ¿Y por qué le molesta? ¿Por qué es
una vida de mierda esa? Muy autocentrado. Hay una alharaca de lo que no te
gusta, por ejemplo. Como si estuvieran mirando solamente para adentro y mal, no
da resultado. No importa tanto lo que piensa uno. Es un internismo brutal:
también escriben para los pares. Escriben pensando en los amigos, en los
conocidos, en los profesores. A lo mejor estoy prejuzgando y a lo mejor no
conozco todo bien, pero noto que se escribe internamente”.<br />
—¿Y eso cómo se soluciona?<br />
—Ah, eso es difícil porque es cultural. Pero se debe solucionar levantando la
cabeza y mirando alrededor. ¿Sí o no? <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 13pt;">Revista Anfibia.</span></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-34215362628203455782014-09-22T23:32:00.001-05:002015-08-17T19:50:33.662-05:00Luis Landero: "La primera obligación ética del escritor es ser pesimista, y la segunda, derrotar al pesimismo y seguir luchando"<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQk9G0RiS0fh7DlicBZcBLJ7dNixuZoe1GCnJW7OxOvWjsc0eI0hy1KY7K6-pd7dxgsSs83KICXEzYNDR57W_Sd1T543CUsCgOEQ3lMCI9ua6bhbJ55N6tKgYRi9jReLcD-tzmZQ/s1600/descarga+(1).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQk9G0RiS0fh7DlicBZcBLJ7dNixuZoe1GCnJW7OxOvWjsc0eI0hy1KY7K6-pd7dxgsSs83KICXEzYNDR57W_Sd1T543CUsCgOEQ3lMCI9ua6bhbJ55N6tKgYRi9jReLcD-tzmZQ/s1600/descarga+(1).jpg" /></a></div>
<div align="justify" class="Entradilla" style="background-color: #f2f2f2; color: #333333; line-height: 18px; margin-bottom: 1em; margin-top: 1em; padding: 0px;">
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 16pt;">Narrador
“por instinto de libertad”, escéptico y feliz, Luis Landero (Alburquerque,
Badajoz, 1948) apura los pocos días que faltan para que <em>Hoy, Júpiter</em>(Tusquets), su última
novela, llegue a los lectores. Han sido cinco años de vagabundeo por su
infancia y juventud, de engolosinarse con las palabras, así que ahora, en su
casa y en un Chamberí helado y primaveral, el escritor desnuda demonios
personales y literarios mientras la luz se derrama a borbotones en el salón,
ordenado, diáfano y con miles de libros dispuestos con disciplina alfabética.
Apenas hay fotos, pero sí muchos cuadros y dibujos, como uno de José Hierro
“hecho como él solía, con ceniza y mojando el dedo en cerveza”. En el pasillo,
dos viejos relojes de bolsillo presumen de haber derrotado al tiempo, mientras
una tarjeta con una cita de Jorge Wagensberg recuerda que “Lo improbable
asombra a todo el mundo, lo cotidiano sólo al genio”.<o:p></o:p></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 16pt;">Cinco
años después de <em>El
guitarrista</em>, Landero regresa a la novela. Cordial y sosegado, un
cierto “pesimismo esperanzado” le domina, quizá porque asegura que “la primera
obligación ética de un escritor es ser pesimista, y la segunda, no dejarse
derrotar por el pesimismo y seguir luchando. ¿Cómo se va a vivir sin
esperanza?”.<br />
<br />
Lo cierto es que este lustro Landero no ha estado dedicado de manera exclusiva
a la escritura del libro: “En realidad han sido sólo dos años y medio intensos,
los demás he estado asediando el tema. Ocurre que lo que da sentido a mi vida
es escribir, que tengo la novela como el náufrago su refugio en la isla.
Además, me he acomodado a esos cuatro o cinco años que se me suponen; nadie me
mete prisa ni yo la tengo.”<br />
Ahora recuerda cómo barajó varios títulos, pero al final ganó la partida <em>Hoy, Júpiter</em>, que procede de una
anécdota real: hace años, Landero visitó Santiago de Chile con Miquel de Palol
y encontraron a un viejo mendigo con un descacharrado telescopio y un cartel
que decía: “Hoy, Júpiter”. “Estaba bien enfocado –explica Landero–, y el viejo
sabía lo que hacía, pero el aparato no daba para más, así que siempre se veía
un resplandor. Lo demás lo tenías que poner tú. Como en la vida, y en la
literatura”.<o:p></o:p></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<strong><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 16pt;">Obsesiones
literarias y personales<o:p></o:p></span></strong></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 16pt;"><br />
–<em>Hoy, Júpiter</em> narra las historias
paralelas de dos hombres, Dámaso y Tomás...<br />
–Sí, yo tenía las dos historias y en algún momento pensé en hacerlas por
separado, pero tenían una relación temática, y me di cuenta de que funcionaban
bien las dos. Por otro lado, refleja un poco mi vida rural y mi adolescencia
urbana. Y dos de mis obsesiones literarias, mi padre, y qué ocurre cuando una
vocación no está acompañada por el talento. También, claro, el poder de las
palabras para construir la realidad, y por qué no sabemos ser felices.<br />
<br />
–¿Su relación con su padre es, pues, uno de los gérmenes de la novela?<br />
–Desde luego. De niño sufrí mucho por no saber agradar a mi padre, que me ponía
como modelo a otros jóvenes que tenían diversas destrezas, no sé, uno que
escribía a máquina, otro que dibujaba, y me decía, aprende de éste, aprende...
De ahí surge el miedo a defraudarle, y a que el padre te cambie por otro.<br />
<br />
–¿También, como escribe en la novela, su padre era un hombre “de grandes
pasiones pero todas fugaces, repentinos anhelos, ilusiones furiosas que no
admitían términos medios”?<br />
–Sí, mi padre era un hombre profundamente frustrado, y con un punto de amargura
porque no había hecho en la vida lo que le hubiera gustado hacer. Era
campesino, apenas había ido a la escuela, pero tenía talento, valía y valía
mucho. Y no encontró un sentido a su vida, no encontró una tarea a la altura de
su afán. Y eso le amargó, así que puso en mí todas sus esperanzas, para que de
algún modo yo lo redimiera.<br />
<br />
–Aunque no llegó a verle triunfar...<br />
–No, murió cuando tenía 16 años. Entonces yo era poco menos que un macarrilla
de la Prospe [un barrio popular de Madrid], y nos llevábamos fatal, porque era
muy mal estudiante y me puse a trabajar en mil oficios para pagarme el
Bachillerato, y estudiar Filología. No hay día en que no piense en mi padre, al
que quiero muchísimo, porque además ahora comprendo todas sus pasiones.<br />
<br />
<strong>Nostalgia de la pasión<o:p></o:p></strong></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 16pt;"><br />
–También ha volcado recuerdos de su infancia en Alburquerque...<br />
–Claro, es que el pueblo de la novela es Alburquerque, y la finca es la finca
de mis padres, se llamaba “Valdeborrachos”, y las tierras son las tierras que
tenían mis padres. Pero es el punto de partida.<br />
<br />
–También el otro protagonista del libro, Tomás, tiene mucho que ver con su
propia vida, por su vocación literaria y su trabajo como profesor.<br />
–Claro, es alguien que, como yo, un día a los 15 años descubre la poesía y
decide dedicarse a escribir.<br />
<br />
–¿Siente nostalgia de esos tiempos?<br />
–Por supuesto, siento nostalgia del lector que yo era en mi adolescencia y
juventud, cuando devoraba <em>Sinuhé el
Egipcio, Qué verde era mi valle</em>, o novelas del oeste que alquilaba
en los quioscos. Podía leer ocho horas seguidas, hasta caer agotado, porque en
mi casa además no había un puñetero libro. Ahora creo que soy mejor lector, o
no, no lo sé. Soy más selectivo, quizás más sabio, pero cambiaría mi sabiduría
de ahora por la pasión de entonces.<br />
<br />
–También comparte con Tomás la experiencia en las aulas: como profesor, ¿por
qué ha optado, por encastillarse en la alta literatura o por acercarla a los
jóvenes?<br />
–Desde luego, no me encastillo en la alta cultura ni en el canon de la
excelencia, porque eso no es eficaz, pero utilizar un lenguaje culto y a la vez
sencillo no es tan difícil, y además tengo mucha suerte porque estoy en la
escuela de Arte Dramático y tengo alumnos maravillosos; otra cosa son los
institutos, donde la cosa está bastante jodida.<br />
<br />
–¿Por qué? ¿Se enseña mal la literatura en los institutos?<br />
–No, hay buenos profesores, dispuestos a ofrecer a sus alumnos lecturas amenas
que les seduzcan. Pero el saber se ha desprestigiado, el mismo profesor se ha
convertido en una especie de siervo. Son sabios, pero su saber no está bien
pagado, y eso ahora, cuando el dinero parece el valor supremo, resulta
sospechoso.<br />
<br />
–Y no sólo en las aulas, ¿verdad?<br />
–Si, hay quien quiere ser escritor y lo primero que pregunta es cuánto pagan. Y
luego ha aparecido una nueva droga, muy adictiva, que es el éxito. Porque el
que ha conocido el éxito ya no sabe vivir sin él, vive angustiado por el temor
a perderlo y a veces eso hace que escriba con más rapidez de la necesaria, y
algo peor todavía, que intente gustar, lo que suele ser patético. Eso de
intentar entretener ha convertido al escritor en una especie de bufón. Porque
también habrá que inquietar. Kafka no es entretenido, Stevenson es algo más
divertido. Pero esto de entretener, con esas novelas neogóticas tan de moda,
está pervirtiendo el canon.<br />
<br />
<strong>El poder de las palabras<o:p></o:p></strong></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 16pt;"><br />
–¿Qué tienen que ver los personajes del libro con los de sus otras novelas –<em>Juegos de la edad tardía, Caballeros de
fortuna, El mágico aprendiz</em>–, atrapados en una vida mediocre de la
que sueñan escapar?<br />
–Mucho, claro, pero es que la novela está en conexión con todo lo que he visto
en mi pueblo, por la clase social en la que nací, porque viví la emigración, y
los sueños de gente, no mediocre pero sí mediana, que soñaba un futuro
excepcional. Como decía Ortega, los temas no hay que buscarlos más allá sino
más acá, y si uno mira alrededor, lo que se mira con intensidad es interesante.
O como decía Chejov, el arte del escritor es hacer interesante a la gente
vulgar. El problema de Bernardo, por ejemplo, que es un impostor con causa, con
raíces, es que tiene vocación, pero no tiene talento.<br />
<br />
–Y que se vale de las palabras para mantener su impostura.<br />
–Desde luego. Uno de los títulos que manejé para la novela estaba relacionado
con los mundos de papel, y con la posibilidad de crear realidades con las
palabras, que es otro de los temas del libro. La principal virtud para mí de un
escritor, de una novela, es que sea auténtico, que sea verdad, o, como decía
Montale, dejar memoria al menos de la luz de una cerilla. No sé explicarlo
mejor.<br />
<br />
–Las malas copias de Dan Brown que antes mencionaba le interesan entonces poco.<br />
–Absolutamente nada. Verá, el arte de escribir es el arte de observar, más
incluso que el de pensar, y en esa medida todo es novelable, aunque las mejores
historias son las que salen del fondo del corazón.<br />
<br />
–A pesar de que luego toma tintes cómicos, el tema del libro de Tomás, “el
valor del silencio y del ruido en el mundo de hoy” no es ninguna idiotez ¿No le
parece que tiene razón, que hay demasiado ruido y demasiada crispación?<br />
–Desde luego, la rapidez con que funciona todo hace que el pensamiento se
angustie. Es necesaria la soledad y la lentitud para hacer las cosas, porque si
no el pensamiento patina. En este país se piensa poco y se opina mucho; en
cualquier tertulia la gente opina de todo, y con facundia, con una cosa
campanuda, y uno se pregunta si de verdad ese hombre se ha parado a pensar.
Aunque, ¿cómo va a pensar si está todo el día opinando? Hay mucha información y
pocas experiencias, así que pensamientos originales no encuentras, ni siquiera
estrambóticos ni refrescantes. Todo el mundo se mueve en los tópicos del sentido
común, o de la boutade para seguir llamando la atención, pero no por lo que se
dice, por la profundidad o la manera de decirlo, sino por gritar más y hablar
peor.<br />
<br />
–Algo que crea escuela.<br />
–Desde luego, desgraciadamente se está creando un nuevo modelo que los jóvenes
ven y asumen. Se les bombardea mostrando cómo conseguir éxito y dinero fácil, y
entonces lo que la escuela enseña, el mal gusto social lo desenseña. Fíjese en
el ejemplo que están dando los políticos a los jóvenes.<br />
<br />
–¿También es pesimista respecto al futuro de la literatura?<br />
–No me gustan los discursos apocalípticos, salvo en lo que se refiere al cambio
climático, pero en la literatura sí soy escéptico porque está desapareciendo de
las escuelas. En España ha pasado a ser una provincia de la lengua, y está en
trance de desaparecer.<br />
<br />
<strong>Políticas educativas absurdas<o:p></o:p></strong></span></div>
<div style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 16pt;"><br />
–¿Los cambios en los planes de estudios no han servido para nada?<br />
–Por supuesto que no, es una locura, primero con la LOGSE, que era una especie
de folletín pedagógico. Luego el PP intentó su Ley de Enseñanza, que tenía
muchas cosas positivas en las que muchos profesores estábamos de acuerdo, como,
por ejemplo, restaurar un poco la disciplina, el esfuerzo, fomentar la
excelencia. Ésta que ahora hay es<em> ni fu
ni fa</em>, tampoco la conozco mucho, pero me imagino que es como la
LOGSE maquillada. Con la buena tradición educativa que teníamos en España, todo
el que ha alcanzado el poder ha pretendido cambiarla y descambiarla. ¡Si en el
fondo les importa un carajo! Eso sí, luego se les llena la boca hablando de la
enseñanza, aunque no le dediquen el dinero, la imaginación ni el sentido común
suficientes. Y como a los padres les ocurre lo mismo, que han delegado en los
profesionales... Bueno, más que delegar han abdicado de su responsabilidad.
¿Que hay problemas de accidentes de tráfico, que las chicas se queden
embarazadas? Que les enseñen en la escuela. ¡Como si los profesores pudiéramos
asumir el papel de los padres...!<br />
<br />
–Volviendo al libro, las criticas del libro de Tomás fueron “breves, insípidas
y tardías”. A su juicio, ¿qué da sabor a una critica, y cómo ve la que hoy se
hace en España?<br />
–La critica debe ser inteligente, sugestiva, contagiar un poco de entusiasmo...
En general creo que en España no se hace buena critica. A menudo son críticas
rutinarias, hechas de cualquier manera, donde si lees la primera y sobre todo
la última frase te das cuenta de la nota que le dan. Es poco sugestiva, porque
cuenta el argumento y no va mucho más allá, aunque hay de todo, hay algunos con
más talento que otros. En general suelen ser insinceras. A veces se pone bien
al escritor pero se nota que no ha gustado el libro y que se ha visto obligado
por lo que sea. Y luego está el que mira por encima del hombro al escritor, el
arrogante que parece que sabe muchísimo y d</span><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 16pt;">a lecciones a quien haga
falta.</span><span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 16pt;"><o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
</div>
Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-53839669083919130402014-09-20T03:17:00.001-05:002014-09-20T03:17:32.167-05:00Festival de Librerías de Arcadia<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/BnO6wTLqoto?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div>
<br />Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-20012657888580725722013-03-25T13:14:00.002-05:002013-03-25T13:14:31.016-05:00David Foster Wallace <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmop42b12ODkZ8LVAiUMQftvBL9bHDqwKz7-lmYh15FhfEQufPNieI_KW_MbFGFXX0A2TwcmrHgBsB642_WRfa6JZQnGaXujsplanWymy6CLUOodTppDvNYx0UwVGvqDIIIdGRhg/s1600/david-foster-wallace-with-friend-by-marion-ettlinger.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="260" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmop42b12ODkZ8LVAiUMQftvBL9bHDqwKz7-lmYh15FhfEQufPNieI_KW_MbFGFXX0A2TwcmrHgBsB642_WRfa6JZQnGaXujsplanWymy6CLUOodTppDvNYx0UwVGvqDIIIdGRhg/s320/david-foster-wallace-with-friend-by-marion-ettlinger.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Seis años después de su publicación, el lector en España tiene acceso a <em>La broma infinita,</em>
que muchos, en particular otros escritores, consideran la novela más
audaz e innovadora escrita en Estados Unidos en la década final del
siglo XX. Su autor, David Foster Wallace, que contaba a la sazón 33
años, piensa que el adjetivo que mejor define su apabullante propuesta
narrativa es "anular", en alusión a los diversos desarrollos más o menos
circulares en que se mueven sus personajes. El protagonista, de 18
años, se llama Hal, como el ordenador de <em>2001: Una odisea del espacio,</em>
y ha memorizado en su totalidad el Diccionario Oxford de la Lengua
Inglesa. Los dos enclaves en los que se desarrolla principalmente la
acción son Enfield, una academia de tenis, y Ennet House, un centro de
rehabilitación de drogadictos. Estamos, quizá, en la segunda década del
siglo XXI. Varios Estados norteamericanos son inhabitables, debido a un
accidente nuclear, y el tiempo no se mide en años, sino por unidades que
llevan nombres de compañías comerciales, que pagan dividendos al
Gobierno estadounidense a cambio de tan insólito usufructo. Hay,
naturalmente, mucho más en esta extrañísima novela, sobre todo, una
reflexión sobre las posibilidades del arte y la literatura en el
paradigma cultural que nos ha tocado vivir. La lectura de <em>La broma infinita</em>
plantea un reto al que no todos serán capaces de hacer frente. Es una
obra inteligente, difícil, brillante y, no lo duden, vale la pena llegar
hasta el final. Como afirmó el crítico Sven Birkerts, autor de <em>Las elegías de Gutenberg,</em> quienes lo hagan tendrán el raro privilegio de contemplar el universo iluminado por un torrente de luz negra.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><strong>P. ¿Cómo surgió</strong> <em>La broma infinita?</em></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">R. Uno de los impulsos que me motivaron fue el deseo de hacer
frente al malestar de la cultura norteamericana desde la perspectiva de
las generaciones más jóvenes. Pese a sus muchos momentos de comicidad,
es una obra impregnada de tristeza. Muchos jóvenes de clase media-alta
sentíamos en nuestras vidas una enorme tristeza y vaciedad, y ello a
pesar de los bienes materiales que teníamos a nuestra disposición. Uno
de mis objetivos era centrarme en las preocupaciones de quienes eran más
jóvenes que yo, porque me daba la sensación de que podían constituir la
última generación de mi país.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><strong>P. ¿Cómo se le ocurrió mezclar el tenis con la cibernética,
la filosofía, el cine de vanguardia, las drogas, la industria del
entretenimiento como forma de adicción, y por si fuera poco, el
terrorismo?</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">R. Aparte de que siempre he pensado que el autor de un libro es la
persona menos indicada para hablar de él, no se me ocurre cómo resumir
una novela de mil doscientas páginas sin que suene absurdo. Una vez, al
rellenar la solicitud de una beca con cuya dotación pensaba vivir para
llevar a término la redacción de <em>La broma infinita,</em> me topé con
un apartado que decía: "Indique el tema de la novela", y escribí: "La
libertad". Lo hice pensando en que uno de los grandes ejes del
desarrollo narrativo es el tema de la adicción. Muchos de los personajes
padecen las más diversas formas de adicción que hacen del individuo
contemporáneo un esclavo de una manera u otra.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><strong>P.</strong> <em>La broma infinita</em> <strong>tiene lugar en un futuro imprecisamente cercano, que cabe cifrar en torno al año 2025. Orwell hizo algo semejante con</strong> <em>1984,</em> <strong>y también Arthur C. Clarke con</strong> <em>2001: Una odisea del espacio.</em> <strong>¿Qué cree que ocurrirá cuando su visión futurista se entrecruce con la histórica?</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">R. Creo que además de especular acerca de lo que pudiera aguardar a
la gente de mi generación, me interesaba lo que podría suceder con
ciertas características de la sociedad norteamericana una vez entrados
en el tercer milencio, pero sobre todo lo hacía con intención paródica,
exagerando ciertos rasgos, como por ejemplo la idea de que el Gobierno
sustituyera los años del calendario por el de los nombres de ciertas
corporaciones, a cambio de que éstas pagaran un precio. En cuanto al
componente de terrorismo, no tiene absolutamente nada que ver con lo que
está pasando ahora en el mundo. La idea de que Canadá pudiera llegar a
ser un enemigo serio de Estados Unidos es ridícula, y lo hago a
propósito, a fin de explotar las posibilidades paródicas. Sin embargo,
la situación política actual, en la que la posibilidad de que el
Gobierno norteamericano lleve a cabo una matanza de iraquíes con la
excusa de que así vamos a estar más seguros en casa, es algo muy real,
no tiene nada de ridículo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><strong>P. En</strong> <em>La broma infinita</em> <strong>hay tres líneas argumentales diferentes, ninguna de las cuales se resuelve claramente, y cien páginas de notas.</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">R. No es exacto decir que la novela no llega a una resolución clara.
Si se examina el principio, se ven indicios que apuntan hacia lo que va a
pasar. En parte, el libro trata de la diferencia entre lo que se
entiende como entretenimiento y el arte. En mi opinión, lo que
caracteriza a la cultura del entretenimiento es que se propone consolar,
dar soluciones cómodas y fáciles, no exigir mucho por parte del
consumidor de cultura. Creo que en parte ésa es la razón por la que le
hurto al lector un final convencional. En cuanto a las notas, es una
forma de crear una segunda voz. Uno de los rasgos del diseño narrativo
de <em>La broma infinita</em> es que los distintos <em>leitmotiv</em> no se hilvanan de manera lineal, entre otras cosas porque así es como procede el pensamiento.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><strong>P. ¿Qué piensa de la atención que se le ha prestado a la novela?</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">R. Escribir algo tan extenso es una experiencia muy extraña. En
teoría de la información es tan importante eliminar datos como antes lo
fue adquirirlos. Cuando llegó a manos de los lectores, decidí borrar el
disco duro de mi cerebro, por decirlo de alguna manera. Supuse que tal
vez despertaría un interés moderado en un público lector de corte serio.
No estaba preparado para la recepción que tuvo por parte de un público
tan amplio. Supongo que cuenta algo el hecho de que le presto atención a
una serie de elementos que normalmente no encuentran cabida en las
formas de ficción convencionales. En parte yo quería propiciar un flujo
libre lleno de fuerza, más que proporcionar dosis discretas de
información eficaz. Técnicamente, se hacía imperativo emplear una
multiplicidad de perspectivas. Yo creo que hay muchas partes del libro
en que la escritura refleja más la textura del pensamiento que la del
lenguaje discursivo. Digo esto con cautela, porque seguramente si yo
oyera a un autor decir algo así de su libro, se me quitarían las ganas
de leerlo. Por otra parte, la novela salió en un momento en que se
publicaba casi exclusivamente literatura tradicional de corte realista o
metaficción posmoderna... y mi libro se planteaba como una alternativa
al imperio de esas dos tendencias. Con <em>La broma infinita</em> me
proponía encontrar una tercera vía, combinando los logros técnicos del
posmodernismo con la emoción asociada al realismo, sin la que no puede
haber buena literatura.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><strong>P. ¿Cuál es su posición respecto a la distancia que separa el
arte de la literatura, que sólo están atentos a los aspectos
comerciales de las formas más elevadas de producción artística, cuyo
fin, para usar sus propias palabras, no es ni el beneficio económico ni
el placer, sino una exploración dolorosa de las zonas más oscuras de la
condición humana?</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">R. No creo que haya nada intrínsecamente malo en la voluntad de hacer
dinero. Lo que sí creo es que la experiencia del capitalismo
norteamericano y la industria del entretenimiento, sea en cine,
televisión o literatura, al tener como objetivo prioritario generar
beneficios económicos, se ve obligado a satisfacer a grandes sectores
del público, que es de donde procede el dinero. Y si se quiere
satisfacer necesidades compartidas por un número muy elevado de gente,
es obvio que el producto a ofertar será algo bajo e infantil. Los
intereses que comparte una gran mayoría de la gente no son
particularmente nobles, refinados y complejos, sino que se trata más
bien, hablando claro, de instintos animales. Al "arte bajo" se le da muy
bien gratificar esas necesidades de orden inferior. Desde luego, hay
gente que prefiere internalizar el arte auténtico efectuando un
esfuerzo, un gasto de energía que requiere que los seres humanos hagan
frente a ciertos elementos problemáticos de su vida en lugar de
ignorarlos o dejarse distraer brevemente. Pero eso no genera beneficios,
porque no hay millones de personas que se presten a ello. El problema
en Estados Unidos es que la presión para que el arte de calidad se
someta al rasero impuesto por el éxito de ventas es casi insoportable.
Pero el artista de verdad ha de intentar hacer algo que es sencillamente
diferente, porque en eso consiste la magia de la literatura.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><strong>P. ¿En qué?</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">R. Una obra de ficción es una conversación que permite enfrentarse a
la soledad esencial que se da en el mundo. Entre los seres humanos se da
una situación de incomunicabilidad de emociones. La comunicación entre
el creador y el lector es algo extraordinariamente misterioso. La buena
literatura provoca una experiencia que permite trascender el aislamiento
de orden subjetivo. Yo no sé si funcionará en español, porque es un
término sumamente idiomático e idiosincrático, en realidad, la expresión
de un sonido. Lo encontré una vez leyendo a Auden o Yeats, no recuerdo
exactamente. Es como una epifanía, en el sentido que le daba Joyce al
término, una revelación, la sensación de armonía y perfección que se
siente en presencia de la obra bien hecha, de la obra de arte que logra
su cometido. Es como un <em>clic,</em> el sonido que hace una caja que
está perfectamente elaborada al cerrarse. El efecto inefable que provoca
el contacto con la obra de arte. La comunicación entre distintas
conciencias pensantes que se deriva de la contemplación de la belleza
poética. En el acto de la lectura se da un componente que es el intento
de establecer comunicación con otra conciencia, una interpenetración. Lo
que llamo el <em>clic</em> es la capacidad de reconocer pensamientos y
sentimientos que el lector siente como suyos, pero que no es capaz de
verbalizar. Yo, como lector, en el momento de la lectura siento que el
autor ha dado con las palabras que necesito para dar expresión a mis
sentimientos. No les he dado forma yo, pero no por eso son menos mías:
gracias al poeta, al escritor, han sido transfiguradas, y expresadas en
una frase de gran belleza. En ese momento, el mundo cobra plenitud,
solidez, rectitud.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><strong>P. ¿Con qué escritores ha sentido algo así?</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">R. A lo largo de mi vida, muchas veces. La primera vez, siendo muy
niño, con C. S. Lewis. Los ejemplos son incontables: la oración fúnebre
de Sócrates, la poesía de John Donne, Gerard Manley Hopkins y los poemas
cortos de John Keats... Kafka, Camus, <em>Moby Dick,</em> el Joyce del <em>Retrato del artista adolescente,</em>
Flannery O'Connor, Cormac McCarthy, algunos de los cuentos de Thomas
Mann, ciertos momentos de la prosa de John Barth, Thomas Pynchon y Don
DeLillo. Entre los poetas más cercanos a nosotros en el tiempo, Philip
Larkin. La filosofía también puede provocar ese efecto: Schopenhauer,
William James y seguramente más que nadie Wittgenstein.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><strong>P. ¿Por qué más que nadie?</strong></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-size: large;">
</span><div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">R. Encuentro que las ideas de Wittgenstein sobre el lenguaje encierran un sentimiento trágico. En su frialdad y abstracción, el <em>Tractatus</em>
es la obra de filosofía más solitaria que cabe leer. Luego evolucionó.
Una de las cosas que hacen de él un artista, en mi opinión, es que su
horror ante la idea del solipsismo lo llevó a desdeñar la perfección que
había alcanzado, decidiéndolo a sumergirse en las profundidades de las <em>Investigaciones filosóficas</em>,
que constituyen el argumento más hermoso que se haya hecho jamás en
contra del solipsismo. Creo que estamos muy lejos de agotar la riqueza
de un pensamiento como el de Wittgenstein.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Tomado del diario E<span style="font-size: large;">l</span> Pa<span style="font-size: large;">í</span>s </span><span style="font-size: large;">
</span></div>
<div class="principal">
<div class="fecha">
<strong>jueves</strong>, 21 de noviembre de 2002 </div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> </span></div>
Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-37053031981346729882012-12-09T13:34:00.000-05:002012-12-09T13:34:37.455-05:00Thomas Lynch<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjvI93sBlfjN2db_VBQcwQEXTUDrLGVWhELTm4Fttn71GIjwEGvjLWmE2Zuc919tXzdn0OAkfKBnKLFOY6ClbhlsgixEsyoRjDbp6vZD-mMhC_SCL21q2qMD6u68zOcRCX9rOELA/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjvI93sBlfjN2db_VBQcwQEXTUDrLGVWhELTm4Fttn71GIjwEGvjLWmE2Zuc919tXzdn0OAkfKBnKLFOY6ClbhlsgixEsyoRjDbp6vZD-mMhC_SCL21q2qMD6u68zOcRCX9rOELA/s1600/images.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<strong style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; line-height: 23px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="border: 0px; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: large;">La víspera de todos los santos</span></span></strong></div>
<div style="text-align: center;">
<strong style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; font-family: Georgia, 'Bitstream Charter', serif; font-size: 14px; line-height: 23px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="border: 0px; font-size: 18px; font-style: inherit; font-weight: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><br /></span></strong></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="background-color: white; border: 0px; color: #333333; line-height: 23px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="border: 0px; font-style: inherit; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;"></span></span></span></div>
<h4>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-weight: inherit;">Y</span><span style="font-weight: normal;">o
quería saber la fecha de mi muerte. Sería un buen dato para ajustar las pólizas
de seguros, fijar la hora del arrepentimiento, despedirse de los viejos amores.
Buscaba cierta precisión en el cálculo. Si no la fecha exacta, entonces la edad
aproximada en que dejaría de existir, al menos en lo que concerniera a quienes
me rodeaban.<o:p></o:p></span></span></span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Los genes no eran claros al respecto. Los hombres de la familia
habían muerto todos del corazón: congestionado, infartado, ocluido, agotado.
Todos sus decesos provenían de sus pechos, en su mayoría sesentones. El padre
de mi madre, un corpulento parrandero, murió en mi infancia y es ahora el
recuerdo limitado de un calvo que contaba historias de osos. Se había criado en
la península superior de Michigan a principios del siglo XX, había venido al
sur del estado a educarse en Ann Arbor y se había casado, según la abuela, con
la primera mujer que le dio el sí. Pero Pat O’Hara, aunque vivió
civilizadamente hasta el fin de sus días en el extremo sudoriental de Michigan,
solía dejar a su consorte. Marvel Grace, durante un mes entero cada otoño y
volvía “arriba”, donde se dedicaba a emborracharse, a cazar, a pesar y a
inventar los cuentos en cuya narración ahora lo recuerdo, cuentos de osos que
lo hacían treparse a los árboles y de lobos y otros animales salvajes que no
llegamos nunca a ver. Y aunque Pat murió a los sesenta y dos años, Marvel, mi
abuela, lo sobrevivió por casi treinta hasta que un derrame cerebral la dejó
consciente pero postrada en cama durante ocho meses, marchitándose hasta morir
a la edad de noventa años. Yo tenía treinta y cinco en ese entonces y empezaba
a considerarme mortal.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">El padre de mi padre murió igualmente de un infarto cardíaco, a
mis dieciséis años. Recuerdo la llamada a la bolera donde yo trabajaba. Él tenía
sesenta y cuatro años. Había manejado hasta Frankenmuth, a cenar con la doña en
Zehnder’s Famous Chicken Dinners, dos horas y media al norte de Detroit, Camino
de regreso empezaron a bajarle las punzadas de dolor por el brazo izquierdo.
Creyó que sería la salsa espesa o los hígados de pollo. Ya en casa, llamaron al
doctor, a los bomberos, al cura y a mi padre. Todos estaban junto al lecho, él
sentado en el borde, en camiseta y con tirantes, mientras el doctor lo
examinaba y el cura tranquilizaba por señas a mi abuela y los bomberos
aguardaban con las máscaras de oxígeno listas, un grupo parecido a una lámina
de Rockwell, que hubiera podido llevar por título La buena muerte. Mi padre,
que acababa de cumplir cuarenta años, se sentiría tal vez cauteloso e impotente.
Tan solo estoy adivinando. En fin, el doctor aplicó el estetoscopio en los
lugares de costumbre y luego de un ponderado silencio emitió el
diagnóstico:-Eddie, no te puedo encontrar nada de malo. Palabras tras las
cuales, Eddie, contradictor eterno, se desplomó al piso, se puso morado y murió
en un instante, probando a todos los presentes, de una vez por todas, la
flalibilidad de la medicina moderna y lo cambiadiza que suele ser la vida.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Como mi padre era dueño de unas funerarias, nos tocó a mi hermano
Dan y a mí arreglar a papá Lynch y ponerlo en el ataúd. Fue el primero de los
míos que atendí profesionalmente. No recuerdo si mi padre simplemente nos
preguntó si queríamos hacerlo, o si insistió, o si nos ofreció la oportunidad.
Pero sí recuerdo que en el acto sentí el alivio de poder hacer algo, cualquier
cosa por ayudar.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Con todo, resté mis años de los suyos y comencé a pensar en el
futuro como algo finito, la primera de esas verdades de la vida que tienen cara
de aritmética.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">La abuela Lynch, como Nana O’Hara, vivió hasta los noventa años.
Las décadas de sus viudeces concurrentes se convirtieron, para mí, en una serie
de domingos y navidades y cuatros de julio en que solíamos encontrarlas en el
patio o ante la mesa de la cocina, echándose al coleto sus whiskys canadienses
con agua, discutiendo de política y religión y corrigiendo el inglés de sus
nietos. La abuela Lynch era republicana, pragmática, diez años menor y católica
sólo por conversión. Metodista de crianza, pensaba que los curas eran nos meros
oportunistas y predicadores ambulantes, aves de paso en la vida de la fe.
Desconfiaba del celibato y la celebridad de los sacerdotes y comía carne los
viernes. Moderaba sus gastos, era lenta para criticar y parca pero sincera a la
hora de elogiar. Nana era demócrata, miembro del sindicato de maestros,
católica al estilo fervoroso e idólatra de los irlandeses, escrupulosa, llena
de etiquetas, elocuente y extravagante en eso de halagar o de humillar. Las
discusiones entre ellas eran brillantes, mejores que cualquier pieza de teatro.
Mientras que Nana se valía del lenguaje como un arma, la abuela se valía del
silencio. Si Nana vociferaba una certeza, la abuela susurraba una duda
razonable. Nana recalcaba sus palabras apuntando con un dedo, y la abuela, arqueando
una ceja. Ninguna resultaba vencedora. Que hayan vivido largos años y que yo
haya vivido los míos al alcance del oído y de sus altercados fue, eso sí, una
merced. Ahora están enterradas en distintas secciones del mismo cementerio,
junto a los hombres a quienes sobrevivieron durante tanto años. Recuerdo sus
exequias: Formales, decorosas y llenas de elocuencia, como ellas.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Mis abuelas fueron mujeres de mucha fortaleza, grandes en rasgos
que ahora percibo en sus nietas y bisnietas. Ninguna de las dos tuvo nunca un
problema al que no pudieran darle un nombre. No se hablaba entonces de
silencios que hubiera que romper. Más bien había muy poquito silencio. La
división del trabajo típico de su generación no implicaba una renuncia al
poder. Si bien ganaban sesenta y tres centavos por cada dólar que ganaban sus
esposos, a ellas les tocaba vivir una, dos o tres décadas más que la pensión de
los maridos muertos o del seguro social. Si sus esposos, tenían ventajas
políticas, financieras y en una gran medida musculares, las mujeres se
desquitaban en los campos emocional, espiritual y demográfico. Caer en cuenta
de que Dios podía ser hembra implicaba la consideración de que el diablo
también pudiera serlo. Mis abuelas se inclinaban a no considerar muchos ese
punto. Para la mayoría de las mujeres, desde luego, la situación no era tan
buena. El mundo que ellas conocían estaba al borde de sufrir un cambio.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Mi madre y yo compartimos esa parte del siglo que vio cómo las
brechas entre los sexos empezaban a abrirse, al cerrarse y otra vez a abrirse.
Las mujeres renunciaban a las labores del hogar a cambio de las cuotas
hipotecarias, hacían campañas en pro de la paridad política y fiscal y
empezaban a morirse de los infartos del corazón, accidentes de tránsito y
enfermedades gastrointestinales que habían matado siempre a sus hombres, más
jóvenes y mejor aseguradas que sus madres. Hasta los suicidios, que antaño
fueran pulcras acciones femeniles que recurrían a las píldoras, las estufas de
gas y otros métodos callados, se volvieron más agresivos y ruidosos: Al
principio pistolas, después las escopetas. El silencio se había roto. En
ciertos raros ámbitos aquello era tenido por progreso.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Tradicionalista en casi todas las cuestiones de la vida, mi
madre, sin embargo, se adelantó a los tiempos en eso de morir, falleciendo
veintiocho meses antes que mi padre, a los sesenta y cinco años, de un cáncer
que la dejó sin voz.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Así que ni el sexo ni lo genes servían mucho para hacer
predicciones. Empecé a mirar a otros lados en busca de respuestas.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Yo tenía una teoría. Se basaba vagamente en la nada
extraordinaria observación de que los viejos siempre miran atrás con nostalgia,
y los jóvenes, con la misma nostalgia, miran hacia delante. Un hombre recuerda
lo que el otro imagina. Creo que la teoría vale también para las mujeres. La
visión del placer en brazos del ser amado, o del triunfo tras un ingente
esfuerzo, o de la seguridad arrebatada de las garras del peligro, o del sosiego
tras un largo combate, ya sea generada por la memoria o la esperanza, por la
vejez o por la juventud, está impregnada de las mismas ansias y es igual para
todos los casos.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Según mi teoría sería posible calcular la mitad exacta de la
vida mediante la aplicación de esas no tan abstrusas verdades. Y conocer la
mitad exacta me daría por ende, la Cosa Más Ignota: el día de mi muerte. Dado
el medio, el final podría saberse. Era cuestión de álgebra: equipos y signos de
igual, aes más bes.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-weight: normal;"><span style="font-style: inherit; outline: 0px;"><span style="border: 1pt none windowtext; font-family: Arial, sans-serif; padding: 0cm;">II</span></span><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br />
Si el pasado es la provincia que los viejos vuelven a visitar y el futuro es la
que el niño sueña, el nacimiento y la muerte son los océanos que las delimitan.
Y la mitad de la vida sería el instante central, esa frontera en la que al
parecer podemos avanzar en cualquier dirección, cuando la vista es igualmente
buena hacia ambos lados. Cuando no nos embarga tanto la nostalgia como la
perplejidad. Cuando tenemos menos miedos y más preocupaciones. Son apenas unos
pocos de los síntomas. Los viejos escriben memorias, los jóvenes presenta hojas
de vida. En el punto del medio, llevamos una especie de diario que empieza
siempre con una exposición del estado del tiempo. Vivimos en plano presente,
equidistante de nuestro nacimiento y nuestra muerte. Nuestro cónyuge actual
tiene el mismo poder de atracción que el recuerdo de primer amorío o que las
fantasías sobre los culos firmes y las barrigas planas en los aviso de ropa
interior de las revistas.<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">El punto medio de la vida posee un cierto asiento, un equilibrio
ajeno a los envites de la juventud, y a los estrujones de la edad senil:
flotamos, liberados momentáneamente de la gravitación del tiempo. Vemos con
claridad nuestro pasado y nuestro porvenir. Dormimos bien, soñamos en todos los
tiempos, despertamos capaces y resueltos.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Hazte cuenta, solía decir a cualquiera que me prestara atención
en mis tiempos de bebedor, hazte cuenta que son los Estados Unidos. Emerges de
las aguas de la matriz como tus antepasados en Ellis Island. No conoces el
idioma. No entiendes la comida, las costumbres. Aunque quieres, no puedes
trabajar. Necesitas que alguien te enseñe los trucos. En el mejor de los casos,
tus padres lo harán. Partes rumbo al oeste, soñando con el oro, el glamour y tu
futuro. Por allá en los montes Poconos conoces a una chica. Aprendes algunas
mañas y astucias callejeras en Ohio. Puedes darte un rodeo por los placeres
rápidos de Memphis o de Nueva Orleans, o hacia el norte, para pescar salmones
en Michigan, pero nunca te desvías demasiado o descuidas por mucho el ansia
juvenil de alcanzar el oeste. En California es donde están el oro y el sexo
memorable. California es Hollywood y la ciudad de los Angeles. Es tu lugar, una
vez llegues.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Acaso, cuando cruces el río en San Luis, la chica que ligaste en
Pensilvania empiece a parecerte un poco rústica para un tipo tan fino como tú.
O a lo mejor ella te planta por un fulano del viejo barrio o alguien con buena
labia y rico, de las Montañas Rocosas. ¡En buena hora!, dices, y continúas
viajando lidero de equipaje, sin mirar nunca atrás. En Las Vegas te entra la
locurita, saltas de cama en cama, compras un convertible, apuestas, pierdes,
das un paseo en carro por el desierto, donde se te ocurre pensar que tú eres tu
peor enemigo. Piensas en la pandilla del viejo barrio, tus mayores se están
muriendo ahora o ya están muertos. Te persigue el recuerdo de la carne de tu primer
amor. Haces un montón de llamadas de larga distancia. Por primera vez en la
vida aminoras el paso, tomándote tu tiempo para pasar el Gran Cañón, empezando
cantidad de frases con cuando yo tenía tu edad y hace veinte o treinta años.
Hay días tan bellos, que te duele que vayas a morir.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Si el desierto, las montañas o el yermo no te matan, vas a parar
a California. Nada parece tener la misma importancia que tenía antes. Le dices
a cualquiera que te preste atención que, después de todo, no se trataba de
alcanzar la meta. Lo importante eran el punto de partida y el viaje que llegar
allá. Alguien, por ayudarte, te dice que ya nunca podrás volver a casa. Si a
estas alturas todo ha salido bien, te será fácil despedirte, precipitándote
desde el largo muelle de Santa Bárbara, recordado por tus hijos y los hijos de
ellos, que te habrán de llorar a lo largo de todo el continente de la edad.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Desde luego, la mitad de tu vida fue allá atrás, en Kansas,
donde los horizontes de ambas lados eran interminables. Puedes divisar lejos,
de noche salen las estrellas, estás en equilibrio por la visión igual de lo que
tienes por detrás y por delante, de los hechos cumplidos y las posibilidades.
Erguido, cómodo en tu pellejo: Kansas. Sólo dura un instante. Cuando reconocer
ese terreno, estás en la mitad. Doblas la edad y obtienes la fecha de su
muerte. Si te ocurre a los veinte, calcula cuarenta. Si te ocurre a los
cuarenta, siéntete agradecido, ahora más, escoge nombres para tus biznietos. Es
una teoría simple, en realidad. Algebra, historia, geografía, nada
estrafalario.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Tenía dieciocho años cuando se me vino a la mente esta teoría.
Contemplaba alternativas para mi futuro. Era un universitario, que no esquivaba
tanto el reclutamiento como trataba de ignorarlo. Emblema de los tiempos era el
hecho de que tus perspectivas respecto de Vietnam (tan sinónimo de muerte como
el cáncer lo era y sigue siendo) eran determinadas por una lotería, invento del
gobierno de Nixon. Sacaban los días del año de un sombrero; el orden en que los
iban sacando era el orden en que se llamaría a los reclutas a prestar servicio.
El tema de tu muerte estaba vinculado al día de tu nacimiento. Yo me encontraba
jugando “corazones” en la asociación estudiantil cuando se hizo el sorteo. Mi
número resultó ser el 254. La suposición general era la de que no alcanzarían a
reclutar más allá del 150. Me iba a salvar. Tenía un futuro. Quería ser poeta.
Había descubierto a Yeats. Quería ser Simón y Garfunkel. Sabía tocar la
guitarra. Acaricié, de modo pasajero, la posibilidad de dedicarme a la
enseñanza. Se me hacía que obtener una licencia de empresario de honras
fúnebres no será mala cosa, dado el caso de que no me ganara un contrato
disquero o un Pulitzer. Estaba totalmente absorto en la primera persona del
singular.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Casi la única cosa que sabía con certeza sobre mi porvenir era
que quería pasar buena parte de él en los brazos de Johanna Berti, o alguien
así. Recientemente, ella me había rescatado de los años de infeliz ignorancia
que las monjas y los hermanos cristianos se habían esforzado por cultivar. Para
ellos, el único cuerpo muerto: el de Cristo, el de San Esteban, el de San
Sebastián, pobre bastardo, el de Santa Dorotea, virgen y mártir, patrona de los
jardineros. En la escuela parroquial de los años cincuenta y sesenta, el amor y
la muerte estaban indisolublemente atados. “Pasión” quería decir la muerte
lenta por una buena causa. Nuestras aulas y psiques eran galerías de
crucifixiones, martirios, agonías en el huerto, éxtasis de oscura procedencia,
todo en aras del amor. Johanna, que era una buena católica italiana y que tenía
algo más que un fugaz parecido con Santa Catalina de Ricci, corresponsal de San
Felipe Neri, arregló todo eso del modo acostumbrado, brindando la acogida de un
cuerpo a otro cuerpo. Mi futuro se veía pródigo, informe.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-weight: normal;"><span style="font-style: inherit; outline: 0px;"><span style="border: 1pt none windowtext; font-family: Arial, sans-serif; padding: 0cm;">III</span></span><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br />
En ese entonces yo vivía en la funeraria de mi padre. No la que poseo y
administro actualmente, sino una versión anterior. Por los noches contestaba
las llamadas de defunción y acudía a los levantamientos. Una mujer llamó una
noche para decir que su hijo se había “quitado la propia vida” y que ahora
estaba donde el médico forense del condado, donde le haría la autopsia en la
mañana, y que si podíamos ir después de eso a recogerlo. Cuando lo traje a la
funeraria y lo desenvolví, quedé asombrado con la carnicería. La incisión en T
en el pecho no era ninguna sorpresa: autopsia torácica estándar. Pero al
quitarle la bolsa plástica en que los hombres de la morgue le habían envuelto
la cabeza, encontré un rostro inconcebiblemente recompuesto. Había partes
enteras del cráneo que simplemente le faltaban. Se había pasado un poquito de
tragos y había ido a casa de su ex novia. Se rumoraba que ella había roto con
él hacía una o dos semanas y que él había estado paseando su desengaño por las
orillas de la vida de ella de una manera que hoy en día llamaríamos “asedio”.
Bebió en exceso. Fue a la casa de ella, a rogarle que volviera a recibirlo. La
chica, claro, no quería, no podía, le dijo que fueran “sólo amigos”, etc., así
que él se metió por la fuerza, subió corriendo al cuarto de los padres, sacó
del armario del padre el rifle para cazar venados, se recostó en la cama con el
cañón en la boca y accionó el gatillo con el dedo gordo del pie. Fue, en
palabras de la ex novia, “un gesto impresionante”.<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Ahora que contemplaba el gesto en la mesa del frente, se me
hacía que se veía ridículo. La fuerza del estallido le había partido en dos la
crisma, justo arriba del caballete nasal. Parecía un melón caído de la carreta,
una calabaza destrozada por los niños vecinos. La parte de atrás de su cabeza
no existía, así no más. He allí a un hombre que se había matado,
impresionantemente, para enviar un mensaje a una mujer que él quería que lo
recordara. Sin duda lo recuerda. Yo por mi parte lo recuerdo. Pero el mensaje
en sí parecía fútil, deliberadamente vago. ¿Quería estar muerto para siempre, o
sólo libre del dolor? “Yo quería morir”, es todo lo que parecía expresar con
claridad. “¡Oh!”, decimos los demás.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Pero grabada en mi memoria está la forma como miraba con un ojo
hacia el oriente y con el otro al occidente, perspectiva lograda mediante la
división de su cabeza a mano armada. Aquel punto de vista parecía permitir una
visión equilibrada: un ojo puesto en el futuro, el otro en el pasado. Gracias a
esta precaución, donde él había estado y donde iba a ir se combinaban, dando
por resultado el equilibrio. Pero también era patente que la visión era
imposible. Estaba muerto. Así, de la primera teoría que forjé surgió otra
secundaria, según la cual el equilibrio y la visión no se podían forzar. La
violencia no conducía a la visión. Las armas de fuego no funcionaban aquí.
Había que crecer en ella, habitarla, igual que la madera al árbol. El tipo
frente a mí en la mesa de baldosín había conseguido perspectiva a expensas de
la visión, un buen punto de vista a expensas de la propia vida. Se veía
ridículo y terriblemente estropeado. Y desde entonces, aunque me he sentido
impotente, y desesperado, y con ganas de matar, y dolido, nunca he tenido, que
recuerde, un momento suicida en toda la vida.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Caminar enhiesto entre el pasado y el futuro, un paseo en la
cuerda floja por nuestros tiempos, llegó a ser, para mí, un modo de vida:
tratar de mantener un equilibrio entre las gravitaciones antagónicas del
nacimiento y de la muerte, la esperanza y la añoranza, el sexo y la mortalidad,
el amor y la aflicción, todos esos términos opuestos o casi opuestos que se
convierten, con el tiempo, en las rocas y aristas, en las fuerzas sinónimas
entre las cuales nadamos, como salmones que se balancean en la corriente,
condenados a veces por hacer algo o por no hacerlo.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 0.0001pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-weight: normal;"><span style="font-style: inherit; outline: 0px;"><span style="border: 1pt none windowtext; font-family: Arial, sans-serif; padding: 0cm;">IV</span></span><span style="border: 1pt none windowtext; font-family: Arial, sans-serif; padding: 0cm;"><br />
</span><span style="font-family: Arial, sans-serif;">A mí me
sucedió eso una noche hace pocos años. ¿Sobraría decir que acabábamos de hacer
el amor? Ella se recostaba junto a mí, fumando un cigarrillo. Yo estaba apoyado
en los codos, mirando por la ventana. Era una noche de luna, un martes 31 de
octubre. Víspera del Día de las Ánimas. Habíamos enterrado a mi madre esa
mañana. En el plomizo ambiente de la media mañana nos habíamos congregado en el
Santo Sepulcro a presenciar la introducción del féretro en la cripta, una
compañía de los acongojados por la muerte de una mujer buena, muerta de cáncer,
cuyo cuerpo recibía sepultura bajo el murmullo de los sacerdotes y el caer de
los hojas y el gemido triste de las gaitas. Había sido un largo día. Yo trataba
de recordar la voz de mi madre. El tumor se la había quitado por dosis. Yo
estaba al borde del pánico porque no volvería a oír su voz, ese suave contralto
lleno de sabiduría y resonancias de seguridad.<o:p></o:p></span></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Y entonces, por un instante, lo ví todo esa noche. Entre el
cadáver de la mujer que me había dado la vida y la cuerpo elástico de la mujer
que me hacía sentir vivo, tuve una visión de mi pasado hasta mi nacimiento y
una visión del futuro que terminaría con mi muerte.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Y la vida a cada lado de ese instante no era más que pesares y
afectos, amoríos y heridas, risas y llantos, lutos y despedidas, cópulas y
alegrías… misterios horizontales en medio de un paisaje parecido al de Kansas.
El dolor y el deseo me abrumaban. Dolor por la madre que me había dado a luz,
deseo de la mujer junto a mí hasta la muerte. En un instante así, el pasado
pierde su arrastre y el futuro, su miedo.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-weight: normal;">Cumplí cuarenta y un años ese octubre. Y todavía a ratos me veo
tentado a buscarle a todo eso la aritmética, o la geografía, o el álgebra, o la
biología; a encajar las verdades de la vida en algún paradigma que se amolde, a
decir que es precisamente así o asá. Pero desde esa noche, flotando entre los
afectos conocidos de dos mujeres que me han amado, he perdido el gusto por los
números y los modelos fáciles. Las ciencias de la vida tienen aún más cosas que
enseñarme.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 17.25pt; margin: 0cm 0cm 11.25pt; outline: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-weight: normal;">La revisión y los pronósticos parecen pérdidas de tiempo. Por
más que yo quisiera poder manipular el pasado y el futuro, el momento en que
vivo es lo único que tengo. Y el momento me instruye así, a saber: las nubes se
deslizan delante de la cara de la luna, las luces titilan en los rostros
tallados de las calabazas, las hojas vuelan al azar sopladas por el viento, los
santos pasan sin ser reconocidos, el amor reconforta, las almas cantan más allá
del alcance de los cuerpos.</span><span style="font-weight: inherit;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-weight: inherit; text-align: justify;">
<br /></div>
</span></h4>
Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-64006943862269207812011-10-02T12:50:00.000-05:002014-09-22T23:42:30.046-05:00Bohumil Hrabal y el espíritu del siglo XX<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiY-vY8NvO-m-zSl9b4hkgjp32q4zH_lNY8G90kHu7xHA5JuAJ9tw5_IGVuUzUkCKb1xZGvl2h8iY9QN3MeXh_6tZMtXeb1EAwRSbU-ZrfOuNsq5tKNzkKYIpGUM_wz8ReV7QXQCQ/s1600/hrabal.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiY-vY8NvO-m-zSl9b4hkgjp32q4zH_lNY8G90kHu7xHA5JuAJ9tw5_IGVuUzUkCKb1xZGvl2h8iY9QN3MeXh_6tZMtXeb1EAwRSbU-ZrfOuNsq5tKNzkKYIpGUM_wz8ReV7QXQCQ/s400/hrabal.jpg" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5658954205249022146" style="display: block; height: 347px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 279px;" /></a><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 140%; margin-bottom: 9.75pt; text-align: justify;">
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">Hace
diez años que Bohumil Hrabal (1914-1997) sorprendió a decenas de miles de
lectores en toda Europa con su insondable muerte: ¿se cayó casualmente por la
ventana mientras daba de comer a los pájaros, como lo quisieron las primeras
noticias sobre el asunto, o se suicidó? Hoy ya sabemos que, con toda
probabilidad, Hrabal abandonó la vida por voluntad propia. Ahora, diez años más
tarde, Hrabal sigue siendo un escritor de culto; ninguno de sus lectores puede
resistirse a la magia de su narración en primera persona y al atractivo de sus
personajes inauditos, estrafalarios, originales, esos quijotes de la
cotidianidad, provenientes de las fábricas y las cervecerías.</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">Para
Hrabal, la gran literatura universal tiene la tendencia a acercarse al
"vertedero de la época": el protagonista, cuanto más baja en la
escala social, más gana en carga eléctrica. Según el autor checo, en una época
en la que el cielo se había derrumbado y la humanidad sólo dependía de sí
misma, el arte y la literatura habían bajado al nivel de la gente corriente y
de los marginados. Y por ello, la Praga golpeada por la ocupación nazi y por la
Segunda Guerra Mundial, y sometida al comunismo, era el escenario ideal.</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">Hrabal,
que vivió el siglo XX de lleno y se apoderó de su estética y de sus grandes
contradicciones, deambulaba por la Praga de los cincuenta y sesenta, y le
parecía que todo lo que veía existía para iluminarle: cada peatón derrotado era
para él una piedra preciosa, cada persiana rota, cada montón de chatarra y los
trastos viejos que flotaban mansos sobre el Moldava eran para él el más bello</span><span class="apple-converted-space"><span style="color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";"> </span></span><i><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">assemblage.</span></i><span class="apple-converted-space"><span style="color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";"> </span></span><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">Caminaba por Praga y devoraba con la vista las
decenas de torres con su pintura desconchada y los centenares de casas
cubiertas de oxidados andamios de pies a cabeza... En sus estrechas callejuelas
se daba cuenta de por qué la miseria urbana había inspirado a Rimbaud y a
Baudelaire, de por qué Lautréamont había inventado la metáfora de lo que para
él representaba la belleza: el encuentro insólito de una máquina de coser con
un paraguas sobre la mesa de operaciones. Erraba por Praga y le deslumbraban
todos esos</span><span class="apple-converted-space"><span style="color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";"> </span></span><i><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">assemblages</span></i><span class="apple-converted-space"><span style="color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";"> </span></span><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">y</span><span class="apple-converted-space"><span style="color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";"> </span></span><i><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">collages</span></i><span class="apple-converted-space"><span style="color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";"> </span></span><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">y montajes, que habían creado en las calles de
la capital checa por error y por dejadez y que podrían considerarse un azar
objetivo, capaz de evocar un poema simultáneo, e hizo suya esa estética, tan
propia de la segunda mitad del siglo XX, en una apuesta muy cercana a la que,
en el ámbito de la pintura, haría en España Antoni Tàpies, a quien Hrabal
admiraba.</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">Se
fijaba en los multifacéticos aspectos de aquel desorden no sin estilo para
intentar darle forma, al llegar a su casa, a través de la corriente horizontal
del hablar vivo, en fragmentos que expresaban el trueno de la calle y el ruido
de las muchas soledades que aprendía en los monólogos escuchados cotidianamente
en las cervecerías de Praga. Así nacieron los embriones de sus grandes novelas,
como</span><span class="apple-converted-space"><span style="color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";"> </span></span><i><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">Yo que he servido al rey de Inglaterra, Una
soledad demasiado ruidosa</span></i><span class="apple-converted-space"><span style="color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";"> </span></span><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">o</span><span class="apple-converted-space"><span style="color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";"> </span></span><i><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">Bodas en casa.</span></i><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">Aunque
con la publicación de cada libro adelgazaba varios kilos, porque cada vez le
asaltaba la mala conciencia de haber insultado o indignado a alguien, Hrabal
sabía que tenía que escribir sobre la gente que no hablaba como las llamadas personas
correctas, que debía emplear el argot y los vulgarismos y transgredir las
convenciones y los tabúes: sabía que debía provocar y luego beber hasta la
última gota el cáliz del sufrimiento. Hrabal siempre intentaba robar el fuego,
violar las prohibiciones y así crearse a sí mismo y a su obra; sólo así su
firmamento podía quedar apaciguado.</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: large;"><span style="background: white; color: #333333; font-family: "Arial","sans-serif";">Bohumil
Hrabal, uno de los autores europeos del siglo XX más lúcido y brillante, en sus
textos procuró dejar en segundo término el brillo del intelecto para intentar captar
la vivencia y, a través de ella, igualarse al polvo en el que se iba a
convertir. Su obra es el testimonio de ello.</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: large;"><strong><span style="background: white; color: #414141; font-family: "Arial","sans-serif";">Monika
Zgustov EL PAIS</span></strong><span class="apple-converted-space"><b><span style="background: white; color: #414141; font-family: "Arial","sans-serif";"> </span></b></span><span style="background: white; color: #414141; font-family: "Arial","sans-serif";">21/07/2007</span><o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 150%; margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<span style="font-size: large;"><u1:p></u1:p>
<u1:p></u1:p>
<u1:p></u1:p>
<u1:p></u1:p>
<u1:p></u1:p>
<u1:p></u1:p>
<u1:p></u1:p>
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
</div>
Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-89498066071633176572011-05-31T20:04:00.001-05:002011-05-31T20:09:27.293-05:00Lawrence Durrell Asaltar la literatura a puñetazos:<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2Kbb3_zqsTTbsBSiZ6jSwpfEPNQvVECL6vGTFxVhPRvS201J5Ej6eMnkTkxQz5muykPOVaNAUYxt8a4RKY-YYxGTyLJmgUVCCqo3PjxXWiAlsTHD4btraZS2orNEjzKwNyxeD8A/s1600/dyn001_original_210_290_pjpeg_2535747_2a7dcc32dd171a5286d2955ee5ae0bb2.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 210px; height: 290px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2Kbb3_zqsTTbsBSiZ6jSwpfEPNQvVECL6vGTFxVhPRvS201J5Ej6eMnkTkxQz5muykPOVaNAUYxt8a4RKY-YYxGTyLJmgUVCCqo3PjxXWiAlsTHD4btraZS2orNEjzKwNyxeD8A/s400/dyn001_original_210_290_pjpeg_2535747_2a7dcc32dd171a5286d2955ee5ae0bb2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5613051416969525922" border="0" /></a><br /></div> <span style="font-family: verdana;" id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_IntroLabel" class="Intro">El 27 de febrero se cumplieron 99 años del nacimiento de Lawrence George Durrell, el escritor británico cuya famosa obra, el <i>Cuarteto de Alejandría</i>, le ganó un lugar privilegiado en la literatura universal. Cuando se habla de Durrell se piensa en un hijo de la <i>pérfida Albión</i>, pero en realidad fue un pálido paisano de Gandhi, nacido en la India de padre ingles y madre irlandesa, lo que lo coloca en un mismo costal demográfico -además de literario- con Eric Arthur Blair... mejor conocido como <a href="http://www.ojosdepapel.com/Index.aspx?article=3917">George Orwell</a>. Pero sólo recientemente supe que Durrell nunca tuvo la ciudadanía británica y, un dato no confirmado, que siempre se resistió a ser considerado inglés.</span> <br /><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto">En diversos análisis de esta cuarteta de novelas se ha señalado la viveza que logra Durrell en la descripción de la ciudad de Alejandría –lugar donde se desarrolla la trama- hasta convertirla en una protagonista más de la obra: un sitio escurridizo y misterioso que no se deja atrapar. La relación entre el narrador-escritor de la primera novela, Darley, con Justine, la protagonista, parece ser una analogía de la mirada occidental de aquél frente a los enigmas de la cultura árabe: “Lo que me hechizaba era la ilusión de que tal vez podría llegar a saber cómo era de verdad”, dice el narrador de su amante. Y al igual que Justine, parece que la ciudad se resiste a ser descifrada por los ojos extranjeros de Darley, visto que muchas de sus percepciones quedan exhibidas como simples, incompletas o ajenas si se confrontan con la capacidad natural de Clea o Balthazar para escudriñar su esencia misteriosa. Esta naturaleza huidiza proviene en parte de su complejidad, semejante a la de Justine, descrita por Darley como “una hija auténtica de Alejandría, es decir, ni griega, ni siria, ni egipcia, sino un híbrido, una ensambladura”.</span></span><br /><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"></span></span><br /><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto">Las relecturas de este libro maravilloso son siempre aleccionadoras y sorprendentes. Cuánta razón asiste a los críticos cuando aseguran que Durrell ofreció a sus lectores cinco libros: cada una de las novelas, que pueden no depender una de otra, y las cuatro que, en conjunto, son una obra aparte. La primera lectura me impactó con el trabajo formal del género, la meticulosidad con que se desarrollan las cuatro historias y los abundantes recursos que puso de manifiesto Durrell para hacer cuatro libros diferentes a partir del mismo argumento. En la novela autobiográfica <i>El libro negro</i>, publicada en 1938, el escritor describe nítidamente el secreto de su oficio: “Un ataque, con los puños desnudos, a la literatura”.</span></span><br /><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"></span></span><br /><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto">En una segunda lectura, después de haber dejado reposar los libros unos diez años, mi interés se centró en los personajes y cómo en cada libro se agregan pinceladas que no modifican el retrato original sino sólo lo hacen más complejo. Personajes como Melissa, la prostituta griega enamorada de Darley y quien mejor describe la relación amorosa del escritor con Justine. Clea, enigmática y sabia. Balthazar, más enterado que un narrador omnipresente. Nessim, poderoso y débil al mismo tiempo. Incluso personajes secundarios como el barbero Mnemjian, el sirviente Hamid, Pombal, Leila, Scobie, Naruz y Capodistria tienen un encanto irresistible.</span></span><br /><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"></span></span><br /><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"></span></span><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"><i>Balthazar </i>es mi novela preferida de las cuatro, por la enorme riqueza del lenguaje con que Durrel dotó a su personaje. Ésta es quizá una afirmación osada, pero siempre me pareció que Balthazar, el personaje que da nombre a la segunda novela, más que médico -tal es su oficio en la historia- se asemeja a los druidas galos, poseedor de una sabiduría casi mágica que le permite ser condescendiente con los actos más siniestros o más sublimes de los humanos y dueño también de una serenidad que trasciende las emociones que insuflan vida a los personajes con los que convive y que forman parte irremplazable de su propia vida. Emociones que él explica puntualmente: “La etiología del amor y la locura son idénticas, sólo es cuestión de grado”. A fin de cuentas parece flotar siempre sobre los personajes la ambición febril por explicar intelectual o emotivamente el amor.</span><br /><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"></span><br /><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto">Espero poder robarle tiempo al tiempo para concluir una pausada tercera lectura del Cuarteto, en tributo humilde al ya cercano centenario del nacimiento de este excepcional escritor. En esto de las relecturas soy epígono de Henry Miller, contemporáneo y amigo de Durrell, quien predicaba a los cuatro vientos que cada lectura es historia del lector y no del escritor, quien ya hizo su parte y no espera ser juzgado. Miller lo dice así: “Es <i>tu</i> historia, querido lector (...) y si careces del sentido necesario para percibirla, tanto peor para ti. Pues todos nosotros hemos nacido de la misma madre, hemos bebido la misma leche áspera, y hemos de volver al mismo seno celestial, más prudentes quizá pero no más tristes, y ciertamente, no peores por la experiencia. Cualquier pasaporte que hayamos utilizado aquí abajo será sin la menor duda marcado con la palabra <i>inválido</i>”.</span><br /><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"></span><br /><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_CuerpoLabel" class="Texto"></span><span id="ctl00_DefaultContentPlaceHolder_ctl00_AutoresLabel" class="Autor_Mod_1">Por Miguel Ángel Sánchez de Armas, lunes, 04 de abril de 2011</span><br /></div>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-60828490339262577072011-04-18T19:26:00.000-05:002011-04-18T19:38:59.660-05:00JORGE AMADO<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-1bsMcUS_uTZ0OleXnlXEUWKLiehzhn9Y4wLT9zVjaLRlRkzoUeTUIp8SCGFFs_PVH9EBdCwFLmQQgHXQiGwyUe3I8KMcCsc7zlvQHXNKzAFZxF43QpFttJaTfpBQfYgo_1Zs8Q/s1600/jorgeamado2.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 267px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-1bsMcUS_uTZ0OleXnlXEUWKLiehzhn9Y4wLT9zVjaLRlRkzoUeTUIp8SCGFFs_PVH9EBdCwFLmQQgHXQiGwyUe3I8KMcCsc7zlvQHXNKzAFZxF43QpFttJaTfpBQfYgo_1Zs8Q/s400/jorgeamado2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5597087298122697394" border="0" /></a><br /><p style="text-align: justify;"> <span style="font-family: verdana;font-size:130%;" ><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;font-size:130%;" >Es un hombre sencillo, amable, cordial. Igualmente, vertical en sus juicios y en su manera de actuar. Dice que no le gusta ser liviano, hablar en forma ligera.<br /> Jorge Amado fue presidente del jurado en el VIII Festival de Cine de La Habana. Allá lo capturamos, por espacio de media hora, para tratar de saber qué piensa sobre su quehacer, sobre el continente que habitamos, sobre el hombre, la vida y la política. Amado es, sin lugar a dudas, uno de los más grandes escritores vivos del mundo, autor, entre otros libros, de Doña Flor y sus dos maridos, Tienda de los milagros, El niño grapiúna y Emboscada grande.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> A diferencia de otros que alcanzan fama, Jorge Amado conserva la sencillez y no pierde aquello que él mismo considera clave para su trabajo: el contacto directo con la gente, con el pueblo.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Pocas entrevistas dio Amado en Cuba, porque estaba metido de lleno en el cine. Una de ellas, a un equipo de televisión, fue cancelada. Amado lo había citado a las siete de la mañana pero llegó a las siete y media. Cordialmente, pero con energía, les dijo: "Si yo puedo estar de pie a las siete de la mañana, con setenta y cuatro años de edad, no entiendo por qué ustedes no".</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Temprano en la mañana, el día que salía de la isla, luego del desayuno, fue a hablar con los meseros del hotel. Les dio las gracias por la forma como lo habían atendido y dialogó con ellos por espacio de varios minutos.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Al despedirnos en el aeropuerto le envió un mensaje a Pacho Bottía, director del largometraje colombiano La boda del acordeonista, ganador del premio a la ópera prima en el festival: "Dile a Bottía que él va a hacer cosas muy buenas". Partió luego junto con el ser al que más ama en el mundo, su esposa, la escritora Zelia Gattai. Partió Amado, quien fue la figura central del festival, después de prometer que vendrá a Colombia en el segundo semestre de este año, cuando termine el libro que prepara, atendiendo una invitación - pago de derechos de autor que le hizo el Goce Pagano de Bogotá (1). </span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> LAZOS E IDENTIDAD</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> - Maestro Jorge Amado: decía usted que no existen un cine o una literatura latinoamericanos. Entonces, ¿Latinoamérica es una ficción o un invento?<br /> Latinoamérica es un espacio geográfico que abarca México, la América Central y la América del Sur. Es una designación. Pero la designación en sí misma, para ciertos países como Cuba y Brasil, sobre todo, me parece falsa. Se debería decir Afrolatinoamérica, porque tenemos un componente africano que desconoces cuando dices Latinoamérica. Yo no soy latino, soy medio latino. Mi abuela materna era india. Un bisabuelo era negro. ¿Comprende? ¿Cómo que yo soy latino? Soy latino y soy indígena y soy negro. Sobre todo culturalmente, soy más negro que cualquier otra cosa. Más negro que latino.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">-<b>¿No cree que existen lazos comunes, lazos culturales, para que se configure esa identidad?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Comunes, la miseria. Culturales, pocos. Con la América hispana no son tan grandes los lazos culturales. Cuba y Brasil, por la composición racial, de sangre, tienen lazos más fuertes. Hay lazos con la América hispana: la cultura ibérica nos une. La cosa indígena, menos. Mire usted: en México hubo grandes civilizaciones indígenas, como los mayas, los aztecas; en el Perú, los incas. Nosotros tenemos otras naciones indígenas, una cantidad enorme. Pero la cultura, si la compara con la cultura inca, con la cultura maya, con la cultura azteca, era muy pequeña. Culturalmente nos unen un poco la sangre indígena, la sangre española, la sangre ibérica. Nosotros tenemos inmigración española, como también italiana. Más italiana que española. Como tenemos inmigración alemana, húngara, japonesa. Tenemos lazos culturales con la América hispana, pero más grandes son los lazos culturales entre ustedes. </span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Bolívar es un héroe de varias naciones de la América española, pero nosotros no tenemos nada que ver con Bolívar. Cuando se habla de las ideas de Bolívar en el sentido un poco, cómo se dice, traído de los cabellos, se quiere forzar esa identidad latinoamericana. Se dice: las ideas de Bolívar. En el Brasil no. Yo creo que Bolívar es de gran importancia, pero las ideas que han tenido una influencia grande en Brasil, en las luchas por la independencia de Brasil, en las luchas después contra la esclavitud y por la república, han sido las ideas de los enciclopedistas franceses y las ideas de la Revolución Francesa. Esa es la realidad.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Hay una connotación política, mala y buena, como usted dice, de América Latina. Mala porque, en mi opinión, cuando los españoles hablan de la literatura de América Latina le dan una connotación colonialista. Cuando los cubanos dicen América Latina hay otra connotación, en el sentido de la lucha común. ¿Por qué colonialista la connotación española? Porque culturalmente España continúa queriendo colonizar las naciones de la América española. Esa es mi opinión... La Real Academia de España, la España en general.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">-<b>¿Por eso entonces España quiere celebrar los 500 años del descubrimiento de América?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"><b> </b>Yo no sé. Usted me pone ante un hecho concreto, del cual yo no tenía ninguna noticia. Recordar el descubrimiento es justo. Pero también se puede dar a esta celebración el contenido que se quiera.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">- <b>Darle nosotros mismos un sentido crítico...<br /> Ustedes pueden darle un sentido crítico. Ellos pueden darle un sentido colonialista. Celebrarlo es justo. Es un acontecimiento de gran importancia en la historia del mundo.</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">- Conmemorar, más que celebrar, de golpe.<br /> Humm.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">-<b>¿Considera usted, como se ve en su obra, que meterse en lo popular, en las raíces de nuestros pueblos, es lo fundamental para el trabajo creativo?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Creo que todo escritor tiene el derecho de crear su obra como mejor le parezca, sin que nadie, ni ningún organismo o gobierno, tenga el derecho de meterse con su creación. Debe ella ser completamente libre. Él debe hacer lo que quiere. Ahora, yo creo que si él es un escritor de su pueblo y de su tiempo, que trabaja en función de la lucha de su pueblo contra la miseria, contra la opresión, contra las dictaduras, contra todo lo que es feo, es sucio en nuestros países, que es lo que hay demasiado, su literatura será todavía más noble y cumplirá mejor su destino. Esto es lo que pienso en relación con mi literatura. Creo que el escritor solo, el individuo, el escritor mismo, es el que decide esto. Yo no puedo decirle cómo debe realizar su obra. Eso es asunto suyo. Ni yo ni ninguna otra persona, ni un organismo, ni un poder. El creador, el escritor, el pintor, debe ser libre para realizar su obra como le parezca. Yo realizo la mía exactamente dentro de esto que tú has dicho.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">-<b>¿Lo autobiográfico, sus vivencias personales, han sido fundamentales para su trabajo?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Yo no diría lo autobiográfico. Yo he escrito un libro de recuerdos, El niño grapiúna, del que ustedes han hecho una linda edición (2), hecho que me conmovió. Pero no creo que lo autobiográfico sea fundamental en mi trabajo. Le digo otra cosa. Yo, yo personalmente, nunca generalizo mi experiencia de escritor porque el trabajo del escritor es un trabajo de creación y arte, pero una creación artesanal en la manera como es hecha; entonces cada uno es diferente. Sé escribir solamente sobre las cosas que he vivido. No en el sentido de una autobiografía, de representarme en los libros o de representar mi propia vida. No, no; sé escribir sobre las cosas que viví, que conozco desde adentro y no desde afuera. No por oír decir, no por haber leído, no por haber estudiado en tratados. No. Si usted quiere un ejemplo hablemos de la santería y del candomblé. Me llevó a ese conocimiento que tengo, a esa actividad con el pueblo de los candomblés, la necesidad que tenía de conocerlo íntimamente, si yo quería crear sobre la gente del pueblo brasileño, del pueblo de Bahía. Y me llevó allí también la identidad de nuestra lucha, de ellos y mía, contra el racismo y contra uno de los detalles más terribles del racismo que ha sido la lucha contra las religiones de origen africano.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">- <b>¿Machado de Assis (Joaquim María) ha influido en su obra?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> No. Machado de Assis es un gran novelista brasileño, enorme, uno de los más grandes. Precisamente cuando fui elegido a la Academia Brasileña (de la Lengua), hace 25 años, mi discurso trató este tema. La novelística brasileña tiene dos grandes líneas: una línea digamos más intimista y una línea volcada hacia el pueblo. Machado es el gran novelista de Río que retrató la ciudad de su tiempo. Él fue el jefe, el comandante, el dirigente de una de estas corrientes. El otro sería Alencar (José Martiniano de), autor de El guaraní, Iracema, El indianista (El sertanejo). Machado escribió en una lengua portuguesa de Portugal. Trabajó mucho con las palabras brasileñas de la lengua, pero en la construcción de la lengua es un escritor absolutamente puro de lengua portuguesa. En tanto que Alencar es el hombre que incorpora la lengua hablada por el pueblo a nuestra literatura. Yo soy descendiente de Alencar, éste sí me influenció.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">- <b>¿De qué trata la novela que prepara?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Trata de los jóvenes. Quiero hacer el perfil de un joven brasileño durante los años más duros de la dictadura, los años 68 a 70.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">- <b>El exilio, ¿cómo influyó en su trabajo?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> No influyó mucho. Mi país yo lo porto dentro de mí. Donde yo esté. Nosotros (los brasileños) no somos escritores de exilio. Miguel Ángel Asturias, querido amigo mío, hablaba mucho de los escritores del exilio. Cortázar... tantos escritores de exilio de la América española que han vivido en Francia, en toda Europa, y que allí han escrito lo mejor, lo más importante de su obra. Nosotros los brasileños, en general, nos quedamos en el Brasil. Cuando nos exiliamos siempre teníamos el deseo de volver. Yo escribí en el exilio, en Argentina y Uruguay, dos años, pero salí para escribir el libro sobre Prestes (El caballero de la esperanza) ya que en Brasil no podía tener los materiales necesarios. Era una tarea. Y ahí escribí una novela, Tierras del sin fin, que ya estaba en mi cabeza. En el exilio de cinco años en Europa yo no escribí.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">- <b>¿La democracia, el socialismo o qué como alternativa al militarismo en América Latina?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Yo hablo de mi país, yo no sé de los otros. Sería liviano hablar de los otros. No me gusta hablar fácilmente sobre todas las cosas del mundo, hablar ligeramente, sin conocimiento. En mi país en este momento yo creo que el camino es la democracia, que nos posibilite el debate, el diálogo, la discusión; poner las cosas para que se marche al socialismo. Creo que el socialismo es el destino de nuestros pueblos y de todas las naciones. Esto no depende de usted, de mí, de Fidel, de Sarney en el Brasil, de Pinochet, de Gorbachov o de Reagan. La humanidad marcha fatalmente hacia el socialismo, porque la humanidad viene haciendo su decurso político, su marcha hacia adelante. Viene del esclavismo y estamos en formas nuevas de capitalismo, nuevas formas que ya superaron ciertas teorías en que nos basamos nosotros. Fatalmente llegaremos al socialismo. </span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> - <b>Fatalmente... ¿Lo dice en forma negativa?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> No. Lo digo como positivo. El socialismo es nuestro destino.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">- <b>¿Diversos tipos de socialismo, dependiendo de cada país, de cada época?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Espero. Yo deseo mucho socialismo democrático. Deseo el comunismo un día, pero para llegar al comunismo es necesario que el hombre se eduque antes. Yo estoy por el socialismo democrático, donde la necesidad de atender al colectivo no haga que se reduzca, se limite, se oprima al individuo.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">- <b>Para terminar, a los 74 años de vida, ¿usted se siente joven, se siente viejo o...?</b></span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Yo me siento con 74 años. Cuando un hombre de esta edad dice que se siente joven es un mentiroso. La juventud uno la tiene cuando es joven, cuando tiene su edad, y es una cosa maravillosa, es una cosa que no se tendrá más. Después se tiene otra forma de vida, se tiene una experiencia que se ha ganado en el curso de tu vida. Si la supiste vivir tiene una experiencia positiva. Si uno no la supo vivir tiene una experiencia negativa, es un desgraciado. Yo no soy un desgraciado. Por el contrario, soy un hombre muy feliz. La vida me ha dado más de lo que yo deseé, de lo que yo le pedí a la vida, más de lo que yo merecí. Una mujer que me comprende, maravillosa. Tengo hijos que son como yo desearía que fuesen. Continúo fiel a mi pueblo. Tengo el amor de mi pueblo, que es mi gran premio. La gente gusta de mí, de mis libros. No soy ninguna otra cosa que un escritor, no tengo ningún otro poder que el poder que me han dado mis libros, la obra que realicé, que me da el derecho hoy de hablar libremente, de decir lo que yo pienso en cualquier situación.</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;"> Entonces, ya no me siento joven. Ya no tengo hoy la fuerza que tenía antes. La fuerza física, sobre todo. No puedo cargar con mis valijas cuando viajo, necesito la ayuda de gente. Me fatigo fácilmente. Cuando un viejo dice que él es joven no solamente miente; si él desea vivir como un joven es un tonto, un idiota. Él debe vivir su edad como ya es, su plenitud. </span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> <blockquote> <p><span style="font-size:130%;">Notas<br /> 1. Finalmente no pudo realizar dicho viaje.<br /> 2. Traducción de Gustavo Bustamante, publicada en edición no comercial por los Papeles del Goce, Bogotá, diciembre de 1984.</span></p> </blockquote> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">LITERATURAS NACIONALES</span></p><div style="text-align: justify; font-family: verdana;"> </div><p style="text-align: justify; font-family: verdana;"><span style="font-size:130%;">"Creo que no existe una literatura latinoamericana. Existen varias literaturas nacionales de los países de la América Latina. Lo que nos une a nosotros los pueblos de la América Latina es sobre todo lo negativo: la opresión, las dictaduras militares. Nos venden los valores que son de un pequeño grupo de gente y la pobreza. La humillación, que es de la gran mayoría de los pueblos. Esto es lo que nos une. ¿Y qué nos da a nosotros los escritores y cineastas? Sobre todo, esto es muy fácil de verse en la literatura. Nos da una responsabilidad delante de nuestros pueblos. Yo diría que el hilo de unidad que nos liga a la gran mayoría de los escritores de los países de América Latina es nuestra posición delante de esta situación en que viven nuestros pueblos. Una posición de solidaridad activa hacia nuestros pueblos. Pero, aparte de esto, en el sentido de la realización de la creación, nosotros somos tan diferentes. Y tenemos que serlo. Nuestras literaturas tienen que ser nacionales. ¡Literaturas nacionales! Si usted sale de esto, usted se pierde. Yo soy un escritor brasileño. Escribo con base en el conocimiento de la realidad de mi país. De las emociones, del sentimiento de mi pueblo. Que es un determinado pueblo, resultante de una determinada experiencia histórica. Yo soy particularmente un gran admirador de la literatura de Argentina, ahí viví exiliado dos años. Conozco esa literatura, no tan bien como la debería conocer. Pero la conozco. Y no está más cercana de la nuestra, como realización, que la literatura francesa. ¿Entiende lo que yo quiero decir? Nosotros realizamos en cada patria nuestra de Latinoamérica una cultura original. Cuando hablan, sobre todo los ibéricos, de una literatura latinoamericana, para empezar, ellos están hablando de una literatura de los países de habla española. De entrada queda por fuera de esto la literatura brasileña. Perdóneme usted que le diga que es una literatura muy importante, no por mí sino por los otros escritores. Y deja aparte una literatura igualmente muy importante, porque no es escrita en español, es escrita en francés, la literatura de Haití. Entonces no me gusta. Yo creo que cuando la gente de la península ibérica dice: literatura latinoamericana, cine latinoamericano, está ejerciendo una presión colonialista. Esa es mi opinión".<br /> -Jorge Amado</span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;font-size:130%;" >En homenaje al maestro Jorge Amado, que murió el 6 de agosto [de 2001] en Salvador de Bahía, presentamos esta entrevista realizada en La Habana y publicada en el Magazín Dominical de El Espectador,<br /> Nº 199, del 18 de enero de 1987.<br />Entrevista de Guillermo González Uribe</span><br /></div>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-21837822582605529722010-12-12T13:50:00.000-05:002010-12-12T13:57:00.150-05:00Haruki Murakami<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1nYLY0MLovBskOW939tpcMbJK1aSOYDHgzmbF6eVMa4eLDEaQ4zQ8DoedSO43VZ_4YoOEedsVoQ17Li3rjPBpczaezIizDSXKJG09mM4jNtUMnU4vvf7ZD-QEC5X-FKHF1ZN8MA/s1600/murakami.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 398px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1nYLY0MLovBskOW939tpcMbJK1aSOYDHgzmbF6eVMa4eLDEaQ4zQ8DoedSO43VZ_4YoOEedsVoQ17Li3rjPBpczaezIizDSXKJG09mM4jNtUMnU4vvf7ZD-QEC5X-FKHF1ZN8MA/s400/murakami.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5549870659218601458" border="0" /></a><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:130%;" >Quizá para un occidental el exotismo de su nombre llame a engaño. Puede que cualquier europeo se acerque a Haruki Murakami atraído por algo que le traslade a mundos lejanos, gobernados por códigos milenarios que escapan a nuestro más inmediato entendimiento. Pero cuando ese lector abra cualquiera de sus libros, en pocas líneas, caerá del burro.</span><span style="font-size:130%;"><br /></span><span style="color: rgb(0, 0, 0);font-size:130%;" >Quedará seducido por la proximidad de sus personajes, por un finísimo hilo que logra conectar de manera global todo lo que nos preocupa, nos altera, nos divierte y nos deprime: una soledad que nos acecha deambulante, el amor, el desamor, el sexo y el deseo, ese siempre frustrante viaje de la juventud a la madurez, la sensación sistemática de pérdida, de no encontrar nuestro sitio en el mundo, la atracción y el miedo hacia la muerte...</span><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Y toda esa música.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">La música que proporciona fondo y forma a su obra, sacada de lo que es su tesoro más preciado: una colección de 7.000 vinilos de jazz, su gran pasión, pop y clásicos. Una música que, dice, está dentro de él y que exprime en cada capítulo que escribe obsesivamente: "Imagino que el teclado del ordenador es como un piano e improviso sobre él", asegura.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Dice también Murakami que sus libros funcionan mejor en mitad del caos. No sabe por qué, ni lo pretende. Pero es así. Empezó a escribir tarde, rondando los 30 años, después de haber regentado un club de jazz en Tokio. Lo hacía para él y para sus amigos, y poco a poco ha ido seduciendo a los cinco continentes. Se ha convertido paso a paso y sin querer -le horroriza la exposición pública- en una especie de fenómeno global de culto, aunque parezca contradictorio. Uno de esos escritores que conectan con inmensas minorías, con ejércitos de lectores que comparten su visión del abismo y la salvación, que esperan un nuevo título como la promesa de una palabra reconfortadora.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Así, después de unas cuantas novelas, algún volumen de cuentos y una nueva obra autobiográfica, <i>What I talk about when I talk about running,</i> Murakami ha logrado su objetivo: ser un corredor de fondo. Eso es ni más ni menos este escritor que seduce a golpe del empeño en ser distinto, amante del surrealismo y de la serie <i>Perdidos, </i>admirador de Scott Fitzgerald, John Irving, Manuel Puig o Vargas Llosa y enemigo de Mishima, uno de esos santones que se empeña en despreciar para escándalo de los guardianes de la pureza en la literatura de su país: "Muchos de sus libros no he podido ni acabarlos", comenta sin ánimo de polemizar demasiado.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Aunque con frases dichas en ese tono, mucho le va a costar hacer las paces con el mundillo de las letras nipón y reponer una relación de odio mutuo. Ellos detestan su manía de exhibir esos referentes occidentales de la cultura popular. Él no puede soportar que le tiren de las orejas por no cuidar la lengua como una perla virgen. En Japón se niega a aparecer en radio y televisión pese a que para muchísimos jóvenes se ha convertido en un gurú. Sobre todo después de publicar <i>Tokio blues. Norwegian wood </i>(Tusquets, Empúries en catalán). Muchos la han considerado un equivalente a <i>El guardián entre el centeno </i>japonés, pero él elude las comparaciones con el clásico de Salinger que inspiró al asesino de John Lennon.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Aunque Murakami, con 60 años cumplidos ya, no tiene alergia a los jóvenes. Al contrario. Si ha visitado por primera vez España, es para recibir un premio que le han otorgado lectores de entre 16 y 18 años. Fue el San Clemente, que concede un instituto de Santiago de Compostela, el Rosalía de Castro, después de analizar su obra <i>Kafka en la orilla </i>por un más que estricto jurado compuesto por jóvenes bachilleres de toda Galicia.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Por allí paseó Murakami antes de trasladarse a Barcelona, donde concedió esta entrevista después de haber correteado por sus calles -lo hace todos los días este amante del maratón, esté donde esté- y antes de visitar Cadaqués y Port Lligat, lugar de peregrinación daliniana. Algo fundamental para un autor que se autodefine como "surrealista".</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">También se le podría calificar como pop, ecléctico y posmoderno. Pero a la vez poético y misterioso, cercano y costumbrista, inspirador de escritores y cineastas como fue el caso de Sofia Coppola en <i>Lost in translation, </i>Alejandro González Iñárritu en <i>Babel </i>y ahora Isabel Coixet, que se confiesa influida por él para su nueva película, <i>Map of the sounds of Tokio.</i></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Y es que Murakami puede fascinar con igual fuerza cuando cuenta lo que lleva dentro del bolso una adolescente japonesa en ese poema urbano que es <i>After dark </i>y cuando indaga en la generación traumatizada por la guerra del Pacífico en <i>Kafka en la orilla. </i>Cuando se adentra en las tribulaciones y el viaje lésbico de <i>Sputnik, mi amor, </i>que cuando inventa una magia fantasmagórica para <i>Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. </i>Su empeño por cavar cada vez más en lo profundo del pozo, como él mismo dice que es escribir un libro, parece no tener fin.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿De qué se siente más orgulloso, de su bar en Tokio, de sus marcas de maratón, de sus 7.000 vinilos, de traducir a Scott Fitzgerald o de sus libros? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Lo que más me enorgullece es haber encontrado tantos lectores en todo el mundo. Llevo 30 años escribiendo, algo más. Los primeros 10 tenía pocos. Escribía para un grupo reducido, casi mis amigos y muy pocos más que me leían. No sé por qué, pero fueron aumentando.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿Hasta que se convirtió usted en un fenómeno global? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Yo no lo pretendo. Primero escribo para mí, por satisfacción personal. Hacerlo me proporciona felicidad. Luego vi que les interesaba a unos pocos y se ha ido extendiendo.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>Tanto, tanto, que no hay país que se resista a Murakami. Pero más que por su exotismo, por su proximidad. Cuando usted abre el bolso de una japonesa y miramos dentro, encontramos lo mismo que puede haber en el de una muchacha de cualquier gran ciudad. </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Ehhh. Ummm. Cuando escribo una historia, no me planteo que vaya a impactar a un lector japonés o a un chino. Simplemente, me divierto haciéndolo. Las historias que planteo me resultan naturales, no las puedo explicar. Son muy íntimas, son muy personales, y cuando las escribo escarbo en mi mente, en mi alma. Eso, precisamente, por qué no, también las puede hacer globales. Puede ocurrir perfectamente. Lo que hay que tratar es ser auténtico.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>A la vez que se adentra usted en sí mismo, ¿siente que profundiza en los temas que más preocupan al mundo? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">No sé. Hablo de mí. Me conozco a mí mismo. Sólo digo que en cada libro voy más hacia abajo, más y más. Para conocerme mejor, me dirijo cada vez más al fondo del pozo. Metafóricamente. También me gusta romper muros. Traspasarlos. Ir hacia el otro lado y husmear. Luego vuelvo. Eso es escribir una novela. Acudir en busca de lo oscuro, de lo que no sabes de ti. Si lo intentas, puede salir bien. Si eres capaz de traspasar esas fronteras, puedes convertirte en alguien que interesa de manera global y encontrar almas comunes en Asia, en África. Si tienes la valentía de traspasar el muro, la frontera ante el que te sientes solo y desarmado. Atraviesas el muro y puedes convertirte en otro. Puedes ser más libre, además. En mis novelas trato de que ocurra eso.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿Por eso le gusta tanto una serie como 'Perdidos'? Es más, se ha comprado usted una casa en la isla donde se rueda la serie. </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Sí, sí, sí. Bueno, me gusta por eso y por más. ¿Tiene éxito en España?</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>Hay auténticos fanáticos. </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">A mí me gusta el misterio que le dan a los personajes, irles descubriendo poco a poco. El misterio y el surrealismo. Pero sobre todo me fascina lo inesperado. A mí me gusta hacer eso con mi escritura. Que nadie espere lo que pueda ocurrir. Además, creo que es muy fiel a ese sentido que le da todo al título.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿Se refiere a que son seres perdidos y que a muchos de ellos les gusta precisamente esa condición? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Por ejemplo. Aunque muchos, como le decía antes, desean atravesar los muros y regresar, otros no, desean quedarse. Es algo que puede ser bueno. Esa huida. Yo soy un escritor optimista y en muchos, entre los personajes de <i>Perdidos, </i>encuentro ese optimismo, esas ganas de cambiar.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿Por eso detesta a Mishima? ¿No lo encuentra optimista? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">No me gusta su estilo.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿Su estilo literario o su forma de ser? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Como lector, no me gusta. No he podido llegar hasta el final en muchos de sus libros.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿No será que siente una necesidad, como gran escritor japonés de otra generación, de matar al padre? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">No, no creo. Es que no me gustan sus libros, nada más. Tampoco su visión de la vida ni de la política. Nada. No me interesa nada.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿Ese desprecio hacia Mishima ha agudizado su distancia del mundo literario japonés? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">No les gusto, soy demasiado diferente a ellos. Por lo menos, a lo que ellos consideran que debe ser un escritor. Creen que todo lo que se escribe ha de estar supeditado a la belleza de nuestro lenguaje, a los temas de nuestra cultura. Yo no lo veo así. Yo utilizo la lengua como una herramienta. Una herramienta que puedo usar con mucha eficacia. Pero nada más. Por eso los críticos y los escritores me atacan. Yo busco una originalidad propia, alejada de lo que ellos pregonan. Tampoco frecuento sus círculos. No pertenezco a ningún grupo, y en Japón se supone que debes formar parte de alguno. Por eso me fui de mi país unos años.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿Le puso furioso ese rechazo? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">No, furioso no. Sencillamente me sentía extranjero en mi propio país.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>Sin embargo, ahora se considera usted un genuino japonés. ¿Qué es eso? ¿Qué es ser un japonés hoy día? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Creo que los japoneses buscamos una nueva identidad. Después de la guerra nos enriquecimos y vivimos bien hasta 1995, cuando sufrimos una crisis tremenda. Todo se tambaleó. No habíamos vivido nada semejante en 40 años. En ese periodo pensábamos que la riqueza nos traería felicidad y satisfacción. Nos hicimos inmensamente ricos, pero no éramos felices. Ahora nos preguntamos: ¿qué debemos hacer?, ¿cuál es el camino hacia la felicidad? Todavía lo estamos buscando.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>Japón vivió el preludio de lo que el mundo experimenta ahora. ¿Qué nos pueden aconsejar? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">No sabría decirle. Lo que sí sé es que a raíz de las crisis algo raro ocurre con mis libros. Después de 1995, una mayoría cada vez más grande de lectores empezaron a apreciar mi trabajo en Japón. Después del 11-S, en Estados Unidos, también aumentaron mis lectores. En Rusia y en Alemania, lo mismo.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>Y en España, después del atentado de Atocha, ha empezado a crecer. ¿Es usted un autor para tiempos de crisis? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">En mitad del caos, la gente aprecia cada vez más mi trabajo. Es así.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿No han estudiado eso en la universidad? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Mis historias se comprenden mejor en ese contexto, parece.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>Puede que la gente, en momentos de caos, busque con más fuerza narraciones estructuradas, que tengan que ver con la música, como es su caso. ¿Sus libros le deben más a las lecturas que ha hecho o a los discos que ha escuchado? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">En la época en que era dueño de un club, en Tokio, escuchaba música a todas horas, de la mañana a la noche. Así que la música inundó mi sangre. Escribo mis novelas como si interpretara un instrumento. No toco ninguno; de niño estudié algo de piano, y eso me ha servido para escribir.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>Le veo tecleando el ordenador como si interpretara una sonata. ¿Tiene algo que ver? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Más o menos. Para mí, el ritmo en una narración es crucial. Soy muy consciente de eso, el ritmo, el ritmo. Cuando escribo, escribo. Agarro una imagen y la hago fluir. Muchas veces lo acometo como esas largas improvisaciones de jazz que no sabes cómo acabarán.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿Y eso lo hace a las cuatro de la madrugada? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Sí, necesito silencio, que nada se interponga. Escucharme a mí, mis palabras y nada más.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>Después se va a correr, a las ocho. ¿Cuando corre, sigue trabajando? ¿Sigue dándoles vueltas a sus historias? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Dejo mi mente en blanco, aunque a veces me asaltan cosas. Me gusta vaciar mi cabeza. Sólo me preocupo de correr, de ver el paisaje, de sentir el aire.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>Y ese libro, con ese título: 'What I talk about when I talk bout running' ('De qué hablo cuando hablo de correr'), ¿de qué va? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Es una memoria. Empecé a correr hace 30 años, al mismo tiempo que la escritura. Y he corrido tanto... He hecho hasta un maratón de 100 kilómetros, triatlón. Así que empecé a escribirlo hace unos siete años y lo he acabado casi sin darme cuenta. Soy un corredor de fondo.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;"><b><i>¿Por eso sus libros son tan gordos? </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Sí, no puedo parar. Cuando escribes, necesitas confianza en ti mismo. La carrera de fondo te da eso, mucha confianza. La seguridad de que vas a terminar lo que has empezado. Si escribes narraciones más cortas, quizá no necesitas eso. Más en mi caso. Yo era un tío normal que de un día para otro comenzó a escribir, sencillamente. Un lector apasionado que de repente se puso a contar historias.</span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0); text-align: justify;"><span style="font-size:130%;"><b><i>Parece que usted no responde al arquetipo de 'autor'. Más cuando provoca a las eminencias culturales diciendo que le ha influido tanto Dostoievski como Ken Follett. ¡Menudo escándalo! </i></b></span></p><p style="color: rgb(0, 0, 0);"><span style="font-size:130%;">Bueno, para que quede claro. Soy un hombre sencillo a quien le gusta vivir aparte. Pero sí me siento especial cuando escribo. Cuando no escribo, soy normal y quiero sentirme normal. Es más, si voy caminando por la calle y alguien viene a decirme algo, lo primero que pienso es: ¿por qué lo hará? Si yo soy un tío normal. Me hacen sentirme extraño.</span></p>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-53692594051929272422010-10-18T17:35:00.000-05:002010-10-18T23:17:43.615-05:00MILAN KUNDERA<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://i260.photobucket.com/albums/ii4/natkes/85.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 256px; height: 347px;" src="http://i260.photobucket.com/albums/ii4/natkes/85.jpg" alt="" border="0" /></a><br /><br /><br /><br /><br /><span style="font-family: verdana;font-size:130%;" >Entrevista con Milan Kundera. Por Philip Roth<br /><br />La novela como revelación gradual de secretos<br /><br />Un amante del erotismo llamado Milan Kundera nació en lo que hoy es la República Checa, el 1 de abril de 1929. Estudio y enseñó en la Facultad de Cine de Praga. Luego de la Invasión soviética en el 68 perdió su trabajo y fue prohibida la circulación de sus libros. La broma, Amores ridículos , El libro de la risa y el olvido, La insoportable levedad de ser, entre otros, lo destacan como uno de los escritores más importantes de su país. A mediados de los setenta debió dejar su tierra para enseñar en la Universidad de Rennes, Francia, donde reside en la actualidad. A fines de mayo de 1985, El Periodista de Buenos Aires publicó esta entrevista hecha por el escritor Philip Roth. La intimidad funciona como disparador de un análisis profundo del papel de escritor en Europa, de la particularidad de Praga y de la historia del comunismo en Checoslovaquia. Y, por supuesto, del erotismo.<br /><br />P.- ¿Todavía crees que exista algo que podamos llamar "vida privada"?<br /><br />R.- La vida privada ha existido siempre. Hay incluso algo más precioso, que el hombre moderno ha convertido en su especialidad: la vida íntima. La vida íntima es una creación de la Europa de los últimos cuatrocientos años -en particular es la creación del romanticismo; esa vida íntima entendida como lo secreto personal de cada uno, como algo valioso, inviolable, la base de la propia originalidad. La vida íntima es una de esas grandes creaciones europeas, como la música, la novela o la democracia- todo aquello que hace europeo a un europeo.<br /><br />P.- En tus ficciones, los hombres luchan tenazmente por la defensa de su derecho a la vida íntima. El drama de tu primera novela, La plaisanterie (1), se inicia con una violación de la intimidad. Tu joven héroe envía una postal a su enamorada, una postal íntima. La postal en cuestión es leída públicamente por las autoridades, y eso es el principio del fin para tu protagonista. En tu nueva novela hay un episodio similar que involucra a un escritor, Jan Prochazka, que acostumbraba a encontrarse con un profesor universitario para charlar amistosamente de política y sobre los políticos. Esto sucede en 1968, y ninguno de los dos sospecha que sus conversaciones privadas son grabadas subrepticiamente por la policía secreta. Dos años más tarde, cuando el régimen decide destruir a Prochazka, esas conversaciones privadas registradas en cinta son montadas en forma tendenciosa y divulgadas por la radio. ¿Todo esto se basa en hechos reales?<br /><br />R.- Por supuesto. Yo conocía personalmente a Prochazka y me caía muy bien. Este pasaje sobre él, de mi libro lo concebí como un pequeño homenaje a un amigo muerto. Era un hombre extraordinariamente fuerte, capaz de sobrevivir a todos los ataques de los que fue objeto. Pero no pudo soportar la difusión pública de sus conversaciones privadas.<br /><br />P.- ¿De verdad eran tan terribles las cosas que había dicho?<br /><br />R.- Nada de lo que dijo consiguió escandalizarme. Pero hay una frontera entre la vida íntima y la pública, diría que hay una frontera mágica que no puede cruzarse impunemente. Sólo un hipócrita afirmaría que esta frontera no existe, y que un hombre pueda ser la misma persona en la vida pública y en la íntima. Cualquier hombre que fuese el mismo en público y en la intimidad sería un monstruo. Se vería obligado a actuar sin espontaneidad en su vida privada y sin responsabilidad en la pública. Por ejemplo, en privado yo podría decirte de un amigo que está haciendo alguna estupidez, que es un idiota, que habría que cortarle las orejas, que debería ser colgado por los pies o que habría que meterle una rata en la boca. Pero si estas mismas afirmaciones son divulgadas mientras las digo usando un tono serio y a todos nos gusta hacer este tipo de bromas en un tono serio serían indefendibles. Pero no se trataba simplemente de que unas afirmaciones fortuitas fuesen recopiladas tendenciosamente por la policía y radiadas después para probar que Prochazka era un hipócrita, un tipo que hacía correr cotilleos indignos sobre sus amigos y aliados políticos, sino que había algo más profundo en juego. Las conversaciones difundidas por la radio pretendían establecer el siguiente mensaje: Apreciado señor Prochazka, todo lo que dice y hace está grabado o fotografiado: y su vida privada ya no existe. Y un hombre sin vida privada es un hombre que lo ha perdido todo. Se encuentra en un estado de total humillación: ojos que ignora le observan incluso cuando besa a su esposa en el dormitorio o cuando está de pie frente a la taza del inodoro. En estas condiciones a un hombre sólo le queda morirse. Y Prochazka se murió. Un cáncer que no fue detectado hasta aquel momento hizo eclosión inmediatamente después de la emisión radiofónica y en una semana era hombre muerto.<br /><br />P.- ¿Te parece que en Occidente la vida privada, o íntima, está menos amenazada?<br /><br />R.- La evolución del mundo moderno es hostil a la vida íntima en todas partes. En los países de régimen comunista hay una ventaja: podemos ver claramente qué es bueno y qué es malo; si la policía graba tus conversaciones privadas, todo el mundo puede ver que está mal. Pero cuando en Italia un fotógrafo acecha para fotografiar la expresión de la madre de un niño asesinado o la agonía de un hombre que se está ahogando, no pensamos que eso sea una violación de la intimidad, sino que es libertad de prensa. La fotografía nos ha dado muchas cosas, pero ha puesto en peligro nuestra intimidad. Un amigo, el fotógrafo Aarón Manheimer, acostumbraba a pasar buena parte de su tiempo con uno de los más célebres actores europeos -no quiero decir su nombre- y lo fotografió durante los que fueron los últimos días de su vida. El actor ya se encontraba realmente muy enfermo y muy viejo. Mientras Aarón tomaba sus fotografías, el actor sonrió y le dijo: "Estas fotografías, sin embargo, no serán publicadas, quedan entre tú y yo". ¿Puedes imaginarte un fotógrafo que ha hecho los últimos retratos de un gran actor y que no los pone en venta porque el actor, antes de morir, le pidió que no lo hiciese? Aaron jamás ha querido publicar estas fotografías. Pero su actitud es excepcional dentro del mundillo del periodismo actual.<br /><br />P.- Pero el novelista revela vida íntima constantemente, y sin pedir permiso a nadie. La vida íntima es su negocio. ¿Acaso no eres tú una especie de fotógrafo de intimidades? ¿Tu queja contra el periodismo moderno no es la misma que te dirigían los censores checos? ¿No les parecía que revelabas secretos demasiado íntimos, demasiado drásticos como para ser publicados?<br /><br />R.- Tienes razón. Toda la historia de la novela europea es una revelación gradual de secretos: cómo se comporta el ser humano y por qué, qué cosas piensa y siente en privado... Ese es el motivo por el que las grandes novelas siempre han resultado chocantes. Develan aquello que la gente no deseaba saber ni escuchar de sus propias vidas, Joyce nos sorprende en el Ulysses tan sólo porque retrata una vida bastante vulgar, de la que detalla todo lo que el cerebro, las manos o el vientre de un hombre corriente suelen hacer, todo lo que ven sus ojos y escuchan sus oídos. Todo lo que leemos en Joyce es evidente, innegable, banal y, a pesar de todo, algo hay que nos lo hace insufrible, provocador, porque todos nosotros vivimos la vida sin percibir este nuevo ángulo, estas cosas que olvidamos hasta cuando están sucediendo y de las que, si nos vemos obligados a hablar, nos censuramos automáticamente. Ningún censor del Kremlin es tan severo como el censor que se oculta en el interior de cada uno de nosotros. Sí, tienes razón: la novela no obedece a ningún censor en su revelación de secretos, y puede llegar a ser tan cruel como la cámara enfocada sobre un hombre que agoniza. Pero hay una gran diferencia entre un novelista y un fotógrafo: Ana Karenina, Emma Bovary, Bloom, son personas inventadas. El estudio de vida íntima que realiza un escritor no es tan sólo una labor de observación sino que, primordialmente, es una tarea de la imaginación. Por eso ninguna madame Bovary real puede compararse con la de Flaubert. Y todavía hay una segunda diferencia de orden moral. Imagínate que Flaubert hubiese escrito su novela describiendo la vida de una cecina de Rouen, una existente madame Bovary. En este caso, el autor sería un monstruo de indiscreción, un espía, un cotilla, un hombre al que se le retiraría el saludo. El autor siempre inicia la narración a partir de su propia vida, pero crea algo que no se le parece en absoluto.<br /><br />P.- ¿Cuándo empezaste a escribir? ¿Y qué hacías antes?<br /><br />R.- Antes de pensar en crear ninguna otra cosa componía música, una música para piano muy cerebral, influida por Schönberg. Por entonces tenía dieciséis años. Después me echaron de la universidad comencé a vivir entre obreros y tocaba en pequeños cabarets de pueblo en una banda de jazz. Tocaba el piano y la trompeta. Más tarde comencé a escribir poemas. Y aún más tarde me dediqué a pintar. La mayoría estas cosas eran bobadas. La primera cosa que hice que valiera la pena, fue una narración corta que escribí cuando tenía treinta años. Era la primera historia de Risibles amours. Mi historia de escritor comenzó entonces. Tan sólo un año antes de la invasión rusa apareció La plaisanterie y también Risibles amours. Tenía treinta y ocho años. Los dos libros fueron un éxito y me dieron el dinero suficiente para poder ir viviendo.<br /><br />P.- ¿Cómo era posible que unos libros tan alejados de la ideología comunista fuesen publicados legalmente?<br /><br />R.-Porque una cosa son los regímenes políticos y otra las sociedades. La sociedad checa tiene tradiciones occidentales: es liberal, tiene ideales democráticos y una orientación estética similar a la de ustedes. No hay armonía entre la sociedad checa y el régimen comunista. La sociedad checa ejercía una presión constante sobre el régimen, hasta el punto de que en los sesenta casi hizo caer al Partido Comunista y a su sistema. Algo sobre lo que Orwell había fantaseado, estaba a punto de producirse: la economía planificada acompañada de libertad de expresión. Así fue como se publicó La plaisanterie en 1968, como tantos otros libros excepcionales ajenos a la ideología comunista. Ahora podrás entender las intenciones de fondo de la invasión rusa del sesenta y ocho. Los rusos no ocuparon Checoslovaquia para cambiar el régimen o para instaurar nuevos dirigentes, sino para destruir la sociedad checa y, con la sociedad, su cultura. No la cultura de la oposición anticomunista, sino la cultura misma. Doscientos escritores checos no pueden publicar, aún hoy, en su país. No pueden ganarse la vida con ningún tipo de trabajo intelectual. Así, no es raro ver en Checoslovaquia a un profesor universitario que conduce un taxi o a un famoso hombre de ciencia que limpia cristales. Otros, como yo mismo, ni tan siquiera podíamos encontrar estos trabajos. Yo conseguía vivir modestamente gracias a mis ahorros, pero no me sentía nada desgraciado. Escribí dos novelas, La vie est affleurs y La valse aux adieux. Por primera vez en toda mi vida escribía con una libertad absoluta, porque sabía que estos libros jamás serían publicado en Checoslovaquia y que jamás serían leídos por ningún censor.<br /><br />P.- ¿Acaso tenías en cuenta en tus libros anteriores las presiones de la censura?<br /><br />R.- Intentaba no hacerlo. La plaisanterie estuvo sobre la mesa del censor durante medio año. Y yo no cambié ni una palabra. Al final, quien se rindió fue el censor. No olvides, claro que esto sucedía en 1966. Incluso la censura se estaba contaminando del espíritu liberal de la sociedad checa. El mismo censor comenzaba a estar avergonzado por practicar la censura. Pero en un país en el que la censura existe nada resulta natural. Escribes un libro en el que tratas ciertas realidades políticas; llega el censor y prohíbe todo el libro. A continuación escribes una historia de amor y el público dice: "escribe de amor porque tiene miedo a escribir sobre los políticos, ha firmado una tregua con la censura". Total, hagas lo que hagas eres una víctima de presiones extraliterarias ante las que reaccionas, quieras o no, conscientemente o no, pero siempre en detrimento de la literatura misma. Por todo eso me sentía libre a lo largo de los siete años que surgieron a la invasión rusa, cuando no podía publicar y había perdido a mi público checo.<br /><br />P.- Pero ya tenías un público extranjero, concretamente en Francia.<br /><br />R.- Sí, pero era un público que no conocía. Un público que no ejercía ninguna presión sobre mí. Un público que, como no me conocía, tampoco sabía qué debía exigirme.<br /><br />P.- Si te sentías tan libre como escritor en Checoslovaquia, ¿por qué viniste a Francia en 1975?<br /><br />R.- Mis ahorros se habían acabado; nadie me quería dar trabajo. Mi mujer y yo ya no teníamos de qué vivir.<br /><br />P.- ¿Llegó a molestarle la policía?<br /><br />R.- No. Yo ya era entonces un escritor suficientemente conocido en Europa y, en cierto modo, eso me protegía. La policía era inteligente. Citaba a mis amigos para hacerles interminables interrogatorios, les preguntaban sobre mí y les hacían entender que mantener sus relaciones conmigo era peligroso. Comprendí que mi presencia en Checoslovaquia hacía la vida difícil a mis amigos. Algunos de ellos perdieron su trabajo porque no quisieron dejar de frecuentarme. No puedes pedir a tus amigos que, más allá de la amistad, se conviertan en héroes.<br /><br />P.- Y en Francia, ¿no sientes nostalgia de tu tierra? ¿No desearías volver?<br /><br />R.- Me da miedo decirte la verdad. Un hombre que no padece porque no puede volver a su patria generalmente es tenido por un hombre insensible, si no perverso. Sin embargo, quiero serte franco: los años pasados en Francia han sido los mejores de mi vida.<br /><br />P.- ¿Por qué?<br /><br />R.- La liberación de la política de su presión omnipotente, la liberación de las eternas discusiones políticas y de sus contenidos estériles y estereotipados. En los países que sufren una opresión policial nadie puede escapar de todo esto y todo el mundo se va volviendo poco a poco idiota. Comprendo perfectamente a Hannah Arendt cuando dice que "es más fácil actuar que pensar, bajo una tiranía". Las tiranías a menudo producen pueblos admirablemente valerosos, pero generan muy pocos pensamientos originales. No puedes imaginarte cuál era mi euforia después de pasar mis primeros quince días en Francia. Podía comenzar ésta, mi segunda vida, desde el principio, y todo era una aventura para mí.<br /><br />P.- Entonces, ¿no quisieras volver?<br /><br />R.- La pregunta es capciosa. Tampoco me dejarían entrar.<br /><br />P.- ¿Cómo se habría podido desarrollar tu carrera de escritor de haber permanecido allí?<br /><br />R.- Cuando acabé de escribir La valse aux adieux en Praga en 1972, el título también quería decir, sin demasiadas ambigüedades, que aquel era mi último libro, el libro del adiós a mi vocación de escritor. Estaba convencido de que ya había dicho todo lo que quería decir.<br /><br />P.- ¿Cómo es posible que un escritor de cuarenta años decida en calma y sin histerismos que no piensa continuar escribiendo? ¿De verdad te sentías capaz de vivir una existencia satisfactoria al margen de la escritura?<br /><br />R.- Una de las cosas que encuentro más divertidas de Occidente, y especialmente de Francia, es cierta "sacralización" que se produce no de la literatura, sino de uno mismo como escritor. Parece que se escribe la literatura como si se tratase de algún tipo de acto místico, como si se estuviese rezando. Se puede escribir, pues, una porquería increíble con tema 'increíble seriedad'. Un poeta checo escribió en una ocasión: "Si no pudiese escribir poemas debería llorar". Mi respuesta fue: ¡pues llora! Puedo asegurarte que hay ocasiones en las que es mucho más fácil renunciar a escribir de lo que te imaginas.<br /><br />P.- En 1972 sentías que ya lo habías dicho todo. Entonces escribes en Francia dos libros más, Le livre du rire et de l'oubli y L'insoutenable légèreté de l'être , probablemente los dos de más éxito. El escenario todavía es Praga.<br /><br />R.- El escenario no es tan sólo Praga, sino Europa. Pues es verdad que siempre he visto a Praga como si fuera el centro de Europa. El drama de Praga es el drama de cualquier ciudad europea. Este drama se llama el fin de Europa. O, para no exagerar, el posible fin de Europa. En Praga, desde hace treinta años, se ha instaurado un intento de aniquilación de su espíritu y de su identidad europea. Por eso un checo es más europeo que un inglés o un danés, porque un checo comprende cuál es la amenaza que agrede a Europa. Según mi parecer, Praga no es la capital de un pequeño país, sino un laboratorio en el que la historia europea está haciendo su extraño experimento con el hombre europeo.<br /><br />P.- Y uno de esos experimentos que hace historia es la destrucción de la intimidad humana.<br /><br />R.- Exactamente.<br /><br />P.- Pero ¿tampoco te gusta el topless de las mujeres en la playa? ¿No te gusta al menos esta violación de la intimidad europea?<br /><br />R.- Philip, ya sabes que no soy un moralista. Como a ti mismo, a mí siempre se me ha reprochado que carezco de moralidad. Se me ha echado en cara que escribo pornografía, y muchas cosas más... ¡Pero no me gustan las playas en las que la gente está desnuda! Siempre me ha admirado el genio de la humanidad para encontrar la Poesía del erotismo simplemente cubriendo algunas partes mínimas del cuerpo humano. Cualquiera que convierte su cuerpo público no se libera en absoluto ni él mismo ni su cuerpo. No lucha contra los prejuicios morales, sino que destruye una de las pocas cosas por las que vale la pena vivir: el genuino erotismo.<br /><br />P.- Al finalizar la lectura de tu última novela bien podríamos preguntarte qué es, para ti, aquello por lo que vale la pena vivir.<br /><br />R.- Si lees bien la novela descubrirás que las cosas no son tan malas como todo eso. De hecho, es una novela de amor. El amor permanece como un valor incontestable. En segundo lugar, también es una novela sobre la belleza. Y hay un tercer valor que es el pensamiento. Incluso si su situación no tiene salida, el hombre tiene la oportunidad de comprenderla, de cuestionarla, de pensar en ella. Un hombre capaz de pensar nunca se siente vencido, aun cuando esté vencido.<br /><br />P.- Pero según tu novela el amor es algo más bien singular, la belleza desaparece rápidamente del planeta y el hombre, aunque posee un enorme conocimiento, ha empezado a perder su capacidad de pensamiento, ha dejado de saber cómo pensar.<br /><br />R.- Probablemente el amor, la belleza y el pensamiento son valores en extinción.<br /><br />P.- Así que me das la razón: lo que escribes no es precisamente optimista.<br /><br />R.- En estos días sólo puede ser optimista un gran cínico.<br /><br />P.- Una última pregunta. ¿Qué haces con esta fama que te ha convertido en una eminencia en el exilio? Hay, nos los mostraste, "amores ridículos". ¿Hay también algún tipo de "fama ridícula", un destino literario cómicamente irónico?<br /><br />R.-Cuando era un niño de pantalones cortos solía soñar con un ungüento milagroso que me hiciese invisible. Después llegué a adulto, comencé a escribir y quería hacerme famoso y tener éxito. Ahora soy famoso y quisiera tener el ungüento que me hiciera invisible.</span>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-59065912694971038212010-07-29T19:12:00.001-05:002010-08-01T16:26:16.998-05:00Manuel Vázquez Montalbán<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhe3ENoTiLq-1PUN69H3UgbGT95hoAelc9rbrEkZd5pZfs4x5KQn81fhLF-JyofPq4DwkYXtPWnJaKZoB-LNMyZfxvqMjOabH0j20mz-EZQmyqjayGwvoDyQ2lnZBWhNAQu6A1uaw/s1600/montalban.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 180px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhe3ENoTiLq-1PUN69H3UgbGT95hoAelc9rbrEkZd5pZfs4x5KQn81fhLF-JyofPq4DwkYXtPWnJaKZoB-LNMyZfxvqMjOabH0j20mz-EZQmyqjayGwvoDyQ2lnZBWhNAQu6A1uaw/s400/montalban.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5499485684491278818" border="0" 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<br />
<br />—Yo creo que por su génesis y la maleza que hay en sus productos el llamado género policíaco es subliteratura, salvo cuando se produce el mutante cualitativo; en un momento determinado Chandler, Chester Himes y Dashiell Hammett, sobre un fondo cualitativo paraliterario, de pronto crean literatura y lo hacen por determinantes muy diferentes; en el caso de Hammett no existe mala conciencia literaria, en Chandler sí existe, porque lo que él quería ser era un poeta importante de la lengua inglesa, como Yeats, y en cambio se encuentra haciendo algo que le divierte y le da dinero pero en lo que no cree. El caso de Chester Himes es exactamente igual. Pero todos ellos, por circunstancias muy diferentes, hacen literatura; de forma similar, de la novela de caballerías sale el Quijote, o de un tipo de novela de costumbres, burlona, muy retórica, que tiene su origen ya en el Renacimiento, surge la novela inglesa del XVIII. La imagen de ese género más corriente es la de la literatura policíaca de consumo que en España tuvo su esplendor sobre todo en los años cuarenta y cincuenta en las ediciones de Bruguera, las novelas de a duro, incluso alquiladas en quioscos de librerías populares. Pero esa imagen no tiene en cuenta, por ejemplo, a Dashiell Hammett, que sirve como el elemento de refección de la técnica de la novela, con el behaviorismo como su influencia, o al menos su adopción por parte de la novela objetiva francesa del cincuenta. Y hay una tercera dimensión cuando un referente de novela de género sirve para hacer otras cosas, como lo que yo llamo novela histórica actual: Le Carré o Graham Greene o la novela política de Leonardo Sciascia. En ellas hay un referente de la novela negra, que en el caso de Sciascia lo utiliza para hacer la mejor novela política que se escribe hoy en Europa; en el caso de Le Carré la mejor novela de investigación histórica. Hay un panorama general paraliterario basado en crear una literatura de abastecimiento, de literatura de masas, que de pronto genera unas variantes, unos mutantes, que se corresponden generalmente con lo literario, y además una relación de trasvase de elementos que ha descubierto la novela policíaca, elementos técnicos e incluso literarios y lingüísticos que son apropiados por la literatura en general: la caracterización del mirón literario, el investigador, el método de encuesta, el tipo de delito que introduce en relación con la novela tradicional (el delito social organizado); todo esto la literatura "normal" lo asume y lo incorpora a su actitud. Yo jamás he considerado que escribiera subliteratura, de ser así nunca la hubiera escrito, y de hecho casi siempre, salvo cuando no he tenido más remedio, he editado mis novelas en colecciones no policiales; no porque considere que el género es menor, para mí Chester Himes es un novelista tan importante como Richard Wright o como cualquier novelista de la nueva negritud, y Dashiell Hammett es tan importante como Hemingway o Faulkner. Pero no he escrito jamás con la voluntad de hacer subgénero ni de hacer subliteratura.
<br />
<br />¿Se puede mantener hoy en día la distinción entre arte culto y arte popular?
<br />
<br />—Sí, evidentemente hay una parte del patrimonio antiguo y del que se está elaborando en estos momentos que, desde el punto de vista comunicacional, tiene unos códigos idiomáticos que no están al alcance de todo el mundo. Por la división social del trabajo, hay gente que no tiene tiempo de educarse la retina yendo a exposiciones y cuando ve un cuadro o un tapiz determinado en reproducción industrial, en serigrafía, tendrá una impresión meramente sensorial; a lo mejor tiene una capacidad para leer el cuadro de una manera pero carecerá de unos elementos que otra persona sí tiene para descifrar el código y descubrir toda su riqueza. Lo que es más falso es pensar que hay zonas culturales de la sociedad aisladas de lo popular. Creo que el impacto de lo que llamamos cultura popular llega a todo el mundo, incluso a los que tienen mayor voluntad de isleños, de refugiarse en una cultura ensimismada, a la defensiva de la penetración de la cultura de masas. Por otra parte la sociedad de consumo, la industria cultural, puede crear una masificación de esa supuesta cultura por la vía del prestigio. Si se prestigia socialmente un código culto, aunque nadie lo entienda, puede ser susceptible de masificación. En España se produce. Mantener una frontera artificial en el terreno literario es muy difícil. Evidentemente hay una tendencia, no sólo literaria, incluso musical, basada en que sólo es legítimo aquello que no es susceptible de masificación; eso es algo que está presente hoy en el ejercicio cultural.
<br />
<br />¿Se puede definir la novela negra?
<br />
<br />—Es muy difícil de explicar; es una novela basada en un hecho criminal que suscita una investigación, un viaje o merodeo literario que utiliza una retórica y unas claves formales ensayadas por una tradición de género, el cual en un momento determinado es recodificado por novelistas norteamericanos y se convierte en un referente a partir del cual el género se modifica.
<br />
<br />—Una definición muy amplia...
<br />
<br />—Muy amplia y llena de casuística.
<br />
<br />—¿Dónde se puede trazar la raya y decir "esto sí es novela negra, esto no"? ¿No es hasta cierto punto un criterio personal y arbitrario?
<br />
<br />—Personal, y sobre todo en la medida en que se trata de una literatura que está avalada por un código singular; en la novela de fórmula (no policíaca) lo singular no tenía importancia, lo importante era la fórmula. En la novela negra, cada uno de estos escritores tiene un código singular, y por lo tanto varía la fórmula. Cada uno de ellos ha intentado escribir un decálogo; Chandler tiene un decálogo, Van Dine escribe otro decálogo, pero eso hoy en día sólo existe como chuchería del espíritu, no sirve para nada.
<br />
<br />—¿Ve Ud. alguna filiación entre la novela policíaca clásica y la novela policíaca negra?
<br />
<br />—La filiación consiste en lo que provoca un discurso narrativo, una serie de recursos técnicos comunes como el suscitar una intriga, buscar la complicidad del lector en un proceso de desvelamiento, al que a veces, por la técnica especial del autor, llega antes el lector que el propio autor. Pero la novela negra cambia totalmente el sentido del delito; hasta entonces el delito era psicótico, lo que más se acercaba a una visión científica del delito era la novela policíaca derivada del naturalismo, el delito como el resultado de un impulso biológico-social, por las condiciones sociales y laborales, sometimiento, etc.; en cambio la novela negra da al delito una dimensión social urbana, ligado con un desarrollo capitalista determinado que crea unas relaciones interhumanas muy especiales; el mundo donde termina la legalidad y empieza la ilegalidad es un límite pactado, y eso la novela negra lo capta de una manera realista; la novela negra posee condiciones técnicas para asumir y aprehender el realismo superiores a las que pudo tener en su momento el realismo socialista o el realismo crítico.
<br />
<br />—¿En líneas generales acepta Ud. Ia división entre novela policíaca tradicional conservadora y novela negra progresista?
<br />
<br />—Las divisiones, las líneas imaginarias,y los "ismos" son referencias que no hay que tomarse al pie de la letra jamás, porque gran parte de la confusión literaria que existe la ha creado esa cantidad de líneas imaginarias que hay, tanto de "ismas" como de géneros. Yo no creo que se pueda hacer esa división tan drástica; si se hace un análisis de contenido estrictamente ideológico de las novelas policíacas se nota en general una coincidencia entre novela-enigma y un cierto reaccionarismo, y novela negra y una visión moral de la sociedad más avanzada, pero se aplican a convenciones narrrativas muy diferentes. En la novela-enigma el elemento de lo real tiene menos importancia, el autor y el lector han de entrar en una convención mucho más imaginaria y arbitraria. En cambio, en la novela negra constantemente hay elementos comprobables en la realidad e incluso algunos autores extreman esto; la vinculación con lo real es mucho más fuerte, y ha de ser muy reaccionario un autor para introducir un mensaje reaccionario en esa obra; con tal que se limite a tener una mirada neutral o ambigua sobre la realidad, la novela no puede ser reaccionaria.
<br />
<br />—Volviendo sobre un tema que ha tocado Ud. lateralmente ¿se puede llevar más allá el paralelismo de la novela de caballerías y la actual novela policíaca?
<br />
<br />—No hay una herencia directa pero sí algunas equivalencias, como la función del héroe, que ya más que a la novela de caballerías pertenecería a la parodia de la relativización moral de la novela de caballerías: el héroe que es en realidad un antihéroe y que en general tiene una actitud romántica ante el compromiso, ante las relaciones con los demás, una complicidad con la víctima, con el perdedor, lo cual ya está en la tradición literaria desde el Renacimiento, no en la novela de caballerías sino en su origen, en la leyenda artúrica. Ahí ya está esa codificación del héroe como un hombre que siente un compromiso con la víctima. Eso lo conserva la mejor novela negra, salvo en novelas que encuentras en Himes o en Patricia Highsmith que se convierten casi en novelas psicológicas por otros procedimientos, una investigación del comportamiento individual en los límites y en lo más zoológico de la conducta humana, un gran escepticismo humanístico; eso es otro derivado de la novela negra. El moderno perseguidor de la justicia podría ser el detective privado o esos extraños comisarios o policías justos que la novela negra se ha permitido, aunque en la realidad se encuentran poquísimos.
<br />
<br />—¿Es esencial la figura del antihéroe en la novela negra?
<br />
<br />—En la que a mí me gusta es esencial, porque en general la propuesta moral de las novelas negras que prefiero es en realidad una propuesta de la moral de la ambigüedad, un cierto negativismo moral y eso necesita ser propuesto por un antihéroe, no lo puede proponer James Bond, un héroe de una pieza. En definitiva, el héroe en este tipo de novelas es un recurso narrativo, soluciona el problema del punto de vista, es decir, ¿quién ve la realidad? ¿quién propone la mirada sobre la realidad al lector? La mirada la propone su personaje, y de cómo mire ese personaje depende la moralidad de la obra. Lo que me acerca más a identificarme con esa moral relativa, compleja y llena de contradicciones es un antihéroe: un héroe de una pieza no sería para mí creíble.
<br /></span><h2 style="font-weight: bold;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><i>Quimera</i>, número 73, 1988.</span></h2><div style="text-align: left; font-family: arial; font-weight: bold;"> </div><span style="font-weight: bold;font-family:verdana;font-size:100%;" >
<br /></span><span style="line-height: 115%;font-family:";font-size:12pt;" >
<br /></span> Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-22463334158519078842010-06-13T11:54:00.000-05:002010-06-13T11:57:42.930-05:00Coetzee, incómodo ante los reflectores<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAXl90pH3JrGi9XD2kMYEeXLNDrJ7S4NXY2Ij-R8u3Q3DDSfArHfiVOO1aKq8arb1PZzr-0oU5WXlIIUHHQY9zRj5oEVdJV_OdvE5bUHxyC7IKa4ga1q3GdxL_cg3c9BpW6BYN0w/s1600/coetze.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 287px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAXl90pH3JrGi9XD2kMYEeXLNDrJ7S4NXY2Ij-R8u3Q3DDSfArHfiVOO1aKq8arb1PZzr-0oU5WXlIIUHHQY9zRj5oEVdJV_OdvE5bUHxyC7IKa4ga1q3GdxL_cg3c9BpW6BYN0w/s400/coetze.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5482302927418351026" border="0" /></a>
<br />
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Pero no hay dudas de que John M. Coetzee, considerado por los críticos el máximo escritor sudafricano, nacido en Ciudad del Cabo y ahora ciudadano de Adelaida, Australia, podría salir también de un cuadro de Rembrandt. <o:p></o:p></span></p><div style="font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">De la solemnidad atribuida a los destinatarios del Premio Nobel de Literatura, galardón que le fue otorgado el año último por la Academia Sueca, posee no sólo la gran autoridad literaria, sino también un aura de aristocrática intransigencia. <o:p></o:p></span></p><div face="arial" style="text-align: justify;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">Sobre sus implacables silencios se han creado leyendas fantásticas. Su coraza de lejanía y reserva vuelve casi impenetrable ante los desconocidos a este hombre de 64 años, dos matrimonios, una hija y gran cantidad de premios. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">Para lograr algún detalle personal -por ejemplo, para poder saber que es deportista, cuidadoso de su salud, que se levanta al alba, que hace mucha gimnasia- se necesita ser alguien que lo frecuente desde hace muchos años. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">Sus lectores, luego de haber apreciado "La vida de los animales" (2000) pueden intuir que, además, es un encarnizado vegetariano. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>Curioso destino </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">Justamente cuando se le ha concedido el papel de insigne símbolo de la cultura sudafricana ha abandonado el país y ha elegido vivir en otro continente. Para muchos, su libro más significativo es "Desgracia" (2000) para otros "Esperando a los bárbaros" (1996) o bien su último trabajo, "Elizabeth Costello", publicado hace pocos meses en Italia. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">En estos días Coetzee es huésped de honor en el Festival de Literatura de Mantua, donde hoy, en el enorme patio del palacio Ducal, leerá un tramo de "As a woman grows older" (aún no traducido al español) en el acto de clausura . <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">Algunos pueden tener la impresión de que es un personaje huraño, rígido. Otros, de que su distancia puede ser un ejemplo saludable. Pero no es cierto que viva encerrado en un mundo inalcanzable. Además, los escritores no deben forzosamente ser cordiales ni hablar sobre todos los temas. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">El día anterior a su aparición en Mantua, Coetzee logró asombrar con una especie de queja que explotó apenas se aludió a su capacidad para huir de los contactos con el mundo externo. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>Cuestión de imagen </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">"¡Cuántas inexactitudes que se divulgan! Cuando consulto mi agenda, veo que entre el año 2000 y hoy participé de 49 encuentros públicos en ocho países de cuatro continentes. No sólo eso: he sido profesor en dos universidades y en conjunto he dado lecciones a centenares de alumnos. ¿Es ésta una vida de eremita? La imagen que se me ha endilgado es francamente muy irritante", relató el reconocido autor sudafricano en la entrevista. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>-Sin embargo, su actitud esquiva lo habría llevado a no retirar uno de los dos prestigiosos Booker Prize que se le confirieron. </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">-Otro error. No es cierto que me negué a retirar el premio. La cosa fue distinta: fui invitado a Londres con un grupo de seis finalistas. La proclamación del ganador sería durante la ceremonia. Con mucha razón me negué a realizar un viaje de más de 10.000 kilómetros por una posibilidad entre seis de lograr el premio. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>-Pero no se puede decir que se brinde demasiado en las entrevistas. </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">-El motivo se encuentra en las preguntas. Como profesor siempre he explicado a mis alumnos que es más creativo poner toda la energía intelectual en una pregunta que en la respuesta. Si la pregunta está formulada con precisión e inteligencia a menudo ya contiene en sí misma la respuesta. Nueve de cada diez periodistas reflexionan muy poco sobre sus preguntas; de una a otra entrevista reciclan siempre el mismo viejo menú. ¿Qué valor tiene la literatura? ¿Qué está escribiendo?... <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>-En sus últimos libros la protagonista Elizabeth Costello es su alter ego. ¿Por qué la elección de utilizar como filtro a un personaje femenino? </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">-Elizabeth Costello no es mi alter ego. Ni tampoco mi filtro ni mi máscara. Simplemente es ella misma, una escritora profesional, una australiana, una mujer que no es joven. No puedo aceptar que los hombres no logren dar voz a las mujeres y las mujeres a los hombres. Si esto sucediera, el panorama literario se empobrecería de modo irremediable. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>-A pesar de su amor por Sudáfrica, que se percibe en todos sus libros; a pesar del fuerte lazo con su tierra y sus paisajes, usted emigró. ¿Qué representa esta partida: una especie de exilio? </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">-Se puede leer de dos maneras. La primera: yo dejé Sudáfrica. Segunda manera: me fui a Australia, país por el cual desde hace tiempo sentía una gran atracción. En mi vocabulario, "exilio" es una palabra con connotación de algo involuntario, mientras que yo, si lo deseo, soy libre de retornar a Sudáfrica. En lo íntimo no me siento para nada en el exilio. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>-Tras el fin del apartheid, usted continuó escribiendo sobre el clima social áspero y a menudo violento de su país. Sin embargo, parece no tener deseos de hablar de política. Hay quien sostiene que definió a la política como un asunto de ética privada. </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">-Jamás he dicho semejante necedad. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>- ¿Cuánto ha cambiado su vida desde el Premio Nobel? </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">-Mucho. Por un lado, me ha simplificado algunas situaciones prácticas. Por el otro, me ha puesto bajo los reflectores de un modo que me resulta verdaderamente desagradable. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>-Si fuese miembro de la Academia sueca, ¿a quién le asignaría este año el premio? </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">-La pregunta no es realista. La Academia Sueca actúa siguiendo reglas no escritas que tienen en cuenta LA NACIONalidad, la lengua y también otros datos; reglas que no están expresadas. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>-Laureado en matemática; años como programador de computadoras, ¿qué lo llevó a abandonar la ciencia por la literatura? </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;">-Ya lo he dicho en mi libro "Juventud". En realidad, como matemático no tenía ningún talento. <o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>Por Donata Righetti
<br />Del Corriere della Sera </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> </div><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; text-align: justify;font-family:arial;"><span style="font-size:130%;"><b>Traducción: María Elena Rey </b><o:p></o:p></span></p><div style="text-align: justify; font-family: arial;"> <span style="font-size:130%;">
<br /></span></div>
<br />Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-37839202059140226792010-03-28T20:30:00.000-05:002010-03-28T20:36:28.920-05:00William Somerset Maugham<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg55-dLLBkprVnN3orSk9PYn_7LkHUHMU-rhmfQXqpB3UlC-8Z7FgMVwBvraL5YJbv_qK3E5E9g54fzyPSHcMHcEdvVBil2IslxvfJ9uaQbXhn0lmpxi1SXbCvYNmWBgTa9QO5GXw/s1600/william_somerset_maugham-756306.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 164px; height: 197px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg55-dLLBkprVnN3orSk9PYn_7LkHUHMU-rhmfQXqpB3UlC-8Z7FgMVwBvraL5YJbv_qK3E5E9g54fzyPSHcMHcEdvVBil2IslxvfJ9uaQbXhn0lmpxi1SXbCvYNmWBgTa9QO5GXw/s400/william_somerset_maugham-756306.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5453862296611031346" border="0" /></a><br /><p style="font-family: arial;" class="western" align="center"> </p><p style="font-family: arial;" class="western"><span style="font-size:130%;"><u>LA VOZ DE UN MAGNIFICO CUENTISTA</u></span></p><span style="font-size:100%;"><span style="font-style: normal;">Francisco Arias Solís</span></span><p style="font-family: arial; text-align: justify;" class="western"><span style="font-size:130%;">Junto con el idealismo con que se reflejan sus personajes femeninos hay en Maugham un fuerte capacidad de observación social, influjo quizá de los naturalistas franceses, así como un tratamiento poco “heroico” de sus protagonistas. Fue un magnífico constructor de relatos breves que aparecieron en la prensa. El cuentista supera al novelista y al comediógrafo, algunos críticos le han considerado como el mejor cuentista inglés del pasado siglo. Maugham se obstina en permanecer fiel a una literatura que, aunque realista, se identifica con los grandes maestros del género romántico. </span></p><div style="text-align: justify;"> </div><p class="western" style="text-indent: 1.25cm; font-family: arial; text-align: justify;"> </p><p style="font-family: arial; text-align: justify;" class="western"><span style="font-size:130%;"><span lang="es-ES">William Somerset Maugham nació en París el 25 de enero de 1874 y falleció en Saint-Jean-Cap-Ferrat, Niza, el 16 de diciembre de 1965. Los años de nacimiento y fallecimiento coinciden con los de Winston Churchill. Hijo de un diplomático británico, Maughan nació en la embajada británica en París. Con diez años de edad había perdido a sus padres, por lo que fue enviado a Inglaterra para vivir con su tío, que era sacerdote. Estudió interno en The King’s School, en Canterbury. Posteriormente marchó a Heidelberg, para estudiar medicina, estudios que finaliza en St. Thoma’s Hospital de Londres, ejerciendo como cirujano en la capital británica, hasta que el éxito de sus primeras novelas, </span><span lang="es-ES"><i>Liza de Lambeth </i></span><span lang="es-ES">(1897) y </span><span lang="es-ES"><i>La señora Craddock</i></span><span lang="es-ES"> (1902), le hizo abandonar la medicina para dedicarse a la literatura. Estuvo en España en varias ocasiones como nos cuenta en sus memorias, “</span><span lang="es-ES"><i>Recapitulación</i></span><span lang="es-ES">”, publicadas en 1938:”... abandoné la Medicina para dedicarme definitivamente a la literatura y me fui a España”. </span></span></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="font-family: arial; text-align: justify;" class="western" lang="es-ES"><span style="font-size:130%;">Donde volvería con bastante frecuencia: “Volví a España –nos dice- año tras año”. Fascinado por Andalucía, residió durante varios años en Sevilla: “Mis recuerdos me llevan a una taberna de Sevilla, cerca de la calle Sierpes, donde la Manzanilla era buena y el posadero conseguía sus jamones de Extremadura”. Visitó detenidamente las provincias de Granada, Córdoba, Málaga y Cádiz, sintiendo una predilección especial por Jerez y sus vinos: “Jerez la Blanca es, desde luego, el hogar del Sherry”. </span></p><div style="text-align: justify;"> </div><p style="font-family: arial; text-align: justify;" class="western" lang="es-ES"> </p><p style="font-family: arial; text-align: justify;" class="western" lang="es-ES"><span style="font-size:130%;">Su experiencia como médico en los barrios bajos y como oficial de inteligencia en la primera guerra mundial, así como sus frecuentes viajes por el Extremo Oriente y el Pacífico, se reflejaron en buena parte de su obra. </span></p><div style="text-align: justify;"> </div><p class="western" style="text-indent: 1.25cm; font-family: arial; text-align: justify;" lang="es-ES"> </p><p style="font-family: arial; text-align: justify;" class="western"><span style="font-size:130%;"><span lang="es-ES">Entre sus novelas destacan </span><span lang="es-ES"><i>Servidumbre humana </i></span><span lang="es-ES">(1915), la más conocida y ambiciosa de todas las suyas, </span><span lang="es-ES"><i>Soberbia </i></span><span lang="es-ES">(1919), en la que recrea la vida del pintor Paul Gauguin, </span><span lang="es-ES"><i>La luna y seis peniques </i></span><span lang="es-ES">(1919), </span><span lang="es-ES"><i>El velo pintado </i></span><span lang="es-ES">(1925), </span><span lang="es-ES"><i>El agente secreto </i></span><span lang="es-ES">(1928), </span><span lang="es-ES"><i>El filo de la navaja </i></span><span lang="es-ES">(1944) y </span><span lang="es-ES"><i>Catalina </i></span><span lang="es-ES">(1948), algunas de ellas han sido llevadas a la pantalla cinematográfica. Obtuvo también gran éxito con sus comedias costumbristas, situadas en la tradición inglesa de este tipo de obras, como </span><span lang="es-ES"><i>La tierra prometida </i></span><span lang="es-ES">(1913), </span><span lang="es-ES"><i>El círculo </i></span><span lang="es-ES">(1921), </span><span lang="es-ES"><i>Al este de Suez </i></span><span lang="es-ES">(1922) y </span><span lang="es-ES"><i>Nuestros superiores </i></span><span lang="es-ES">(1923). Maugham publicó multitud de relatos que fueron reunidos en 1951 en el volumen </span><span lang="es-ES"><i>Cuentos completos. </i></span><span lang="es-ES">Y como dijo el escritor británico: “Si la gente sólo hablara cuando tuviera algo que decir, el ser humano perdería muy pronto el uso del lenguaje”. </span></span></p>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-18165740691239387982010-02-14T11:58:00.000-05:002010-02-14T12:01:10.785-05:00Dossier Salinger<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG4MB0G6wHXTXEYClbbslVqRAL9JDEUmTjvl0W_c6xH9i5nmwxON8SeYpcSBhbE6_0-njtDFRAogwtgW_U4ITnJWLoo8sbJrs_vV5MMVuSHbSTGhYbP2X601506FQXTH59ASLMDA/s1600-h/salinger.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 327px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG4MB0G6wHXTXEYClbbslVqRAL9JDEUmTjvl0W_c6xH9i5nmwxON8SeYpcSBhbE6_0-njtDFRAogwtgW_U4ITnJWLoo8sbJrs_vV5MMVuSHbSTGhYbP2X601506FQXTH59ASLMDA/s400/salinger.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5438144649979164354" border="0" /></a><br /><p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;"><strong>1944</strong><br /></span></span></p> <blockquote> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;">“Tengo veinticinco años y estoy ahora en Alemania, en el ejército. Solía ser bastante apegado a la gran ciudad, pero me doy cuenta de que mi memoria se ha quedado dormida desde que estoy aquí. Ha olvidado bares, calles, buses y rostros y me inclino, en retrospectiva, a sacar a mi Nueva York fuera de la Sala India Americana del Museo de Historia Natural, en donde solía jugar con mis canicas… He estado en tres universidades pero nunca el tiempo suficiente; técnicamente, no he pasado del primer año. Pasé un año en Europa entre los dieciocho y los diecinueve años, la mayor parte del tiempo en Viena. Se supone que estaba aprendiendo el negocio del jamón allí. Finalmente me arrastraron hasta Bydgoszcz, en donde estuve un par de meses en un matadero de cerdos, viajando bajo la nieve con el gran carnicero del lugar, quien estaba empecinado en entretenerme disparándole a los gorriones, los focos de luz, a algunos empleados. Volví a Norteamérica e intenté hacer un semestre en la universidad, pero abandoné como siempre. Estudié y escribí relatos con el grupo de Whit Nurnett en Columbia. Él publicó mi primera pieza en su revista, Story. He estado escribiendo desde entonces en algunas revistas grandes, aunque sobre todo lo he hecho en las más pequeñas. Sigo escribiendo cada vez que tengo el tiempo y una trinchera que esté desocupada.”<br />(<em>Biographical Notes</em>, en <em>Story #25</em>. Noviembre-Diciembre de 1944, pág. 1)<br /></span></span></p> </blockquote> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;"> </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;"><strong>1945</strong><br /></span></span></p> <blockquote> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;">“Tengo veintiséis años y es mi cuarto año en el Ejército. He estado en altamar por diecisiete meses. Desembarqué en Utah Beach el día-D con la Cuarta División y estuve con el 12ª de Infantería hasta el fin de la guerra. El trasfondo de <a href="http://laperiodicarevisiondominical.wordpress.com/2009/01/12/dossier-salinger-este-sandwich-no-tiene-mayonesa/">“Este sándwich no tiene mayonesa” </a>nace naturalmente ya que yo solía estar en el Cuerpo Aéreo. Incluso me gradué en la Academia Militar de Valley Forge. Después de la guerra planeé unirme a un buen coro. Así es la vida.<br />He escrito relatos desde los quince años. Siempre me ha perturbado no poder escribir simple y naturalmente. Mi mente padece el nudo de una negra corbata y pese a que me aparto de él en cuanto es posible, siempre algo queda. Soy un hombre precipitado, no puedo con los trayectos largos; posiblemente a causa de ello jamás pueda escribir una novela. Las novelas sobre esta guerra han tenido demasiado del vigor, la madurez y la artesanía que la crítica busca, pero muy poco de la gloriosa imperfección que hace tambalear y caer a las mejores mentes. Los hombres que han estado en esta guerra se merecen una suerte de melodía temblorosa, dispuesta sin vergüenza o arrepentimiento. Espero ese libro.”<br />(“Backstage with Esquire”, en <em>Esquire</em>, 24 de Octubre de 1945, pág. 34)<br /></span></span></p> </blockquote> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;"> </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;"><strong>1949</strong><br /></span></span></p> <blockquote> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;">“En primer lugar, si yo dirigiera una revista, nunca publicaría una columna llena de notas biográficas. Muy pocas veces me he preocupado de saber el lugar de nacimiento de un autor, el nombre de sus hijos, su plan de trabajo, la fecha de arresto por haber contrabandeado armas durante la rebelión irlandesa (¡el muy granuja!). El autor que te cuenta estas cosas es proclive a tener colgado su propio retrato con una colorida camisa desabotonada y seguramente busca un trágico perfil de tres cuartos. Inclusive puedes contar con que se refiera a su esposa como una persona maravillosa o una mujer formidable. He escrito varias notas biográficas en distintas revistas y dudo de haber sido honesto alguna vez. Esta vez sin embargo pienso ir un poco más lejos de mi período Emily Brönte para trabajar y encerrarme en un Heathcliff. (Todos los autores, no importa a cuántos leones le hayan disparado o cuántas rebeliones hayan soportado en persona, se van a la tumba siendo mitad Oliver Twist, mitad <a href="http://en.wikipedia.org/wiki/Mary,_Mary,_Quite_Contrary">Mary, Mary, Quite Contrary</a>) Esta vez voy a ser escueto y luego me iré a casa. Llevo diez años escribiendo bastante seriamente. Para ser modesto hasta al extremo, diré que no nací escritor, pero ciertamente soy un profesional. No creo haber escogido la literatura como una carrera. Simplemente empecé a escribir a los dieciocho años y nunca me detuve. (Quizás esto no sea del todo verdad. Quizás sí escogí la escritura como mi profesión. No lo recuerdo en realidad. Vuelvo a ello muy fácil y rápidamente.) Estuve en la Cuarta División en el Ejército. Casi siempre escribo sobre gente joven.”<br />(“J. D. Salinger Biographical” <em>Harper’s</em>, 218, Febrero de 1949, pág. 8.)<br /></span></span></p> </blockquote> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;"> </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;"><strong>1961</strong><br /></span></span></p> <blockquote> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;">“FRANNY apareció en The New Yorker, en 1955, y fue rápidamente seguido por Zooey, en 1957. Ambos relatos son tempranas y graves entradas de una serie de narraciones acerca de una familia de habitantes del New York del siglo veinte, los Glass. Es un proyecto a largo término, evidentemente muy ambicioso, y existe el peligro suficiente como para que, tarde o temprano, en algún momento me enrede demasiado y quizás desaparezca por completo en mis propios métodos, locuciones y manierismos. No obstante, tengo esperanzas acerca de ello. Me encanta trabajar en las historias sobre los Glass, estuve toda mi vida esperando hacerlo y tengo la decencia y la monomanía justa como para acabarlo con la debida preocupación y la destreza necesaria.<br />Algunas de estas historias, además de FRANNY y ZOOEY, ya fueron publicadas en The New Yorker, y hay material nuevo que está pronto a aparecer. Tengo también muchísimo material en papel, sin fecha de aparición, pero espero no “montar un número con él”, para usar una expresión popular, al menos por un tiempo. (“Pulir” es otro término dandy que me viene a la cabeza) Yo mismo trabajo a una lubricada velocidad en esto, pero mi alter-ego y colaborador, Buddy, se ha puesto insufrible últimamente.<br />Considero bastante subversivo el hecho de que el sentimiento de anonimato-oscuridad es la segunda propiedad de más valor que un escritor pueda tener en sus años de trabajo.<br />Mi esposa me ha pedido que agregase, en un singular arrebato de candor, que vivo en Westport con mi perro.”<br />(Notas en la cubierta de <em>Franny and Zooey</em>, Septiembre de 1961.)<br /></span></span></p> </blockquote> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;"> </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin: 0pt; padding-left: 30px; line-height: 150%; text-align: left;"><span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;"><strong>1975</strong><br /></span></span></p> <span style="font-size: 14pt; color: black; line-height: 150%;" lang="ES-CR"><span style="font-family: Times New Roman;">“Tiempo atrás, en 1939, cuando tenía veinte años, estudié durante un tiempo en uno de los talleres de relatos de Whit Burnett, en Columbia. Déjenme decirles que aquel fue un año muy instructivo y provechoso para mí en casi todo. Con simpleza y conocimiento, Mr Burnett dirigía el taller sin jamás permanecer neutral con respecto a uno. Cualquiera sean las razones que tuviese para estar allí, él básicamente no tenía intenciones de usar la ficción como sostén de sí mismo en la jerarquía de las revistas cuatrimestrales o en la academia. Generalmente llegaba tarde a clase, disculpándose, y se las arreglaba para escaparse temprano. A menudo tengo dudas acerca de lo que humanamente debe ser un buen y consciente guía de talleres de ficción. Mr Burnett lo era. Tengo algunas nociones de cómo y por qué lo era, pero esencialmente parece que sólo es necesario mencionar la pasión que tenía por el relato corto, el fuerte relato corto, el que muy fácil y apropiadamente se adomina de una habitación. Para nosotros estaba claro que le encantaba echar mano a cualquier relato excelente, ya sea de Bunin, Saroyan, Maupassant, Dean Fales, Tess Slessinger, Hemingway, como también de Dorothy Parker y Clarence Day, sin domestizajes, sin prejucios ostentosos. Allí estaba él, inequívocamente, y por apestoso que seguramente pueda sonar, al servicio del Relato Corto. Pero no quisiera pedirle a Mr Burnett que cargue ya con mis roncas plegarias. Al menos, no de la misma manera. Esto es algo que se ha quedado atascado en mi cabeza por veinticinco años. En clase, una noche, Mr. Burnett se sintió con ganas de leer “That Evening Sun Go Down” de Faulkner en voz alta; se lanzó y lo hizo. Una lectura rápida, en un indescriptible y singularísimo tono grave. En efecto, él era mucho menos leyendo la historia en voz alta que atravesando cada palabra, muy concienzudamente, con apenas el veinticinco por ciento de su voz. Cualquier persona elegida al azar en la multitud de un subterráneo podría dar una versión más dramática o de “mejor rendimiento”. Pero ése es el punto. Mr. Burnett se abstenía deliberadamente de rendir bien y de leer maravillosamente. Era como si se hubiese puesto bajo una lámpara de lectura y su voz hubiese pasado a ser tinta y papel. En suma, dejaba en tus manos averiguar cómo es que los personajes decían lo que decían. Recibías el relato de Faulkner, sin intermediario alguno. Nunca antes yo había escuchado a un lector hacerle tantas instintivas y sentidas concesiones a una página parida por un escritor. Lamentablemente, nunca conocí a Faulkner, pero siempre tengo presente enviarle una carta sobre esta manera única de leer su prosa que tenía Mr Burnett. En esta loca y explosiva era, la gente que lee relatos maravillosamente está por todos lados grabando discos, registrándose, enalteciéndose en televisión o en la radio; yo quiero contarle a Faulkner, que posiblemente ha oído innumerables buenas interpretaciones de su trabajo, que Burnett, a lo largo de toda la lectura, no se interpuso ni una sola vez entre el autor y su amado lector silencioso. Si ha vuelto a hacerlo realmente no lo sé, pero el contento de cualquiera que haya alguna vez querido alcanzar algo, sabe que la forma del relato corto debe quedarse en casa, intacta, lograda. Saludos a Whit Burnett, Hallie Burnett y todos los lectores y colaboradores de Story.”<br />(“Introduction”, <em>Fiction Writer’s Handbook</em>, Hallie and Whit Burnett, New York: Harper and Row, 1975)</span></span>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-75262848602507509422010-01-05T19:07:00.000-05:002010-01-05T19:15:31.711-05:00ROBERTO ARLT<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgi52uYyXoyqLcwpdMyzoyZSYlHWgYl3LYJHbrFiP-4XDrRQ2N4_en2DnQFTYRr7EX3Z9t7Fkbz0UjbnkiupuB0z8e5tHGvysvxvkUS5Oc52hc12P-HDA8r2tUQUw6w5NNpPXMq3Q/s1600-h/arlt1.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5423412485032860450" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 282px; CURSOR: hand; HEIGHT: 385px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgi52uYyXoyqLcwpdMyzoyZSYlHWgYl3LYJHbrFiP-4XDrRQ2N4_en2DnQFTYRr7EX3Z9t7Fkbz0UjbnkiupuB0z8e5tHGvysvxvkUS5Oc52hc12P-HDA8r2tUQUw6w5NNpPXMq3Q/s400/arlt1.jpg" border="0" /></a><br /><div><br /><span style="font-family:arial;font-size:130%;">ROBERTO ARLT Y"QUE LOS EUNUCOS BUFEN".<br /></span></div><div><span style="font-family:arial;font-size:130%;"></span> </div><div><span style="font-family:arial;font-size:130%;">Flotando en fondo rojo una cabeza, segada al ras y recortada de una fotografía de Roberto Arlt en blanco y negro, preside la tapa de la primera edición de Los Lanzallamas. ¿Moda editorial de época, ésta de Claridad, de componer tal portada?<br /></div></span><div align="justify"><span style="font-family:arial;font-size:130%;">"(...) las ediciones originales y horrendas de Claridad y las subsiguientes y no menos horrendas de Futuro (...)" diría Julio Cortázar en su artículo Roberto Arlt: Apuntes de relectura.¿Qué fue lo que pudo haber pensado Arlt frente a esa tapa? La historia de la literatura no da cuenta de ello. Pero, ¿qué podría importarle a un escritor que está más allá de las convenciones, aún de las convenciones del lenguaje, ¿qué podría importarle -repito- una mejor o una peor tapa? Es probable que haya estallado en un ataque de risa, o quizá con sudor de tinta y rechinar de dientes, frente a la Underwood ni tuvo tiempo para opinar.Otra posibilidad es que, por ahí, el tapista haya dado en el clavo en cuanto a su gusto personal: al fin y al cabo la tapa tiene algo que se corresponde con cualquiera de esas aisladas frases suyas memorables de poco logradas, como la que dice: adunado al langor de los violines, por ejemplo. Frase que, por otra parte, Arlt se permite porque sí, porque se le ocurre eso, porque se inserta dentro de su escritura "como una gota de agua dentro de un mar bravío".Todo puede ser tal vez porque Arlt, cuya vida está signada por la urgencia de producir, tiene la mira siempre puesta en un futuro prodigioso. La rosa de cobre. La media engomada que dejará a medio inventar porque durmiendo lo sorprenderá la muerte.Sin embargo percibe que El porvenir es triunfalmente nuestro y ni hablar de la frase anterior: El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo, convertida por tantos en epígrafe, ambas acuñadas por primera vez por Arlt en ese verdadero manifiesto que es el prólogo de Los Lanzallamas, un cross a la mandíbula, en especial para muchos de sus contemporáneos, para regocijo de las generaciones que lo seguirán leyendo, lectores de los que más de uno se identificará con Silvio Astier, con Erdosain, con el Rufián Melancólico, Ergueta, Barsut, con la inefable Esther Primavera... El humillado, el postergado, los que apuestan la última baraja a la rosa de metal que brillará por un instante, el triste empleado que todo el día cuenta dinero ajeno, las esposas grises y abnegadas y su triste ollita de arroz con leche...Arlt ni puede reparar en la tapa de Los Lanzallamas porque la vida le urge: ya en este prólogo consignará: mientras escribo estas líneas, pienso en mi próxima novela. Se titulará El amor brujo y aparecerá en agosto del año 1932.Corre en tanto el año 1931, y el Art Déco se ha infiltrado por todas partes, también en la industria editorial: digamos que, tímidamente, en la palabra FIN del mismo libro, en caracteres muy modernos, tres letras que semejan tres grandes libros son sostenidas por dos colosos que empujan hacia adentro. Debajo de esta singular palabra FIN, una nota aclaratoria consigna que cuatro mil líneas fueron escritas entre fines de septiembre y el 22 de octubre. La misma nota agrega: con tanta prisa se terminó esta obra, que la Editorial imprimía los primeros pliegos mientras que el autor estaba redactando los últimos capítulos.Cinco años antes El juguete rabioso había sido rechazado porque a Elías Castelnuovo, uno de los popes de Claridad, "el libro no le había gustado".Ahora, con la expectativa de lectores que ya han atravesado Los siete locos, esta misma Claridad no sólo imprime su nuevo libro a toda máquina sino que anuncia el próximo libro que Arlt está por escribir. Inusual aviso, casi folletinesco, especie de reparación hacia un autor que ahora puede extenderse a todo en su escritura, porque ya Roberto Arlt, Güiraldes y otras circunstancias literarias mediante, ha entrado en el escurridizo terreno de la aceptación.Eterno juego de tensiones literarias, extraliterarias, y una obra que puja por encontrar su lugar, y finalmente la respuesta ferviente de un formidable caudal de lectores que es "el otro lado", que es Buenos Aires, que es la razón de ser de esta escritura, de toda la escritura.Buenos Aires se está escribiendo por fin, y los libros que irá produciendo Arlt como amanuense de una nueva y definitiva versión de la ciudad, surgirán con prepotencia de trabajo, con la premura de quien se siente elegido para narrar y sabe que sus días están contados.(Este Texto ha sido publicado e la nueva revista "Aguafuertes de Flores" del Centro Cultural Roberto Arlt).</span></div><div><span style="font-family:arial;font-size:130%;"></span></div><div><span style="font-family:arial;font-size:130%;"></span> </div><div><span style="font-family:arial;font-size:130%;">por Marily Canoso</span></div>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-16193760518852630822009-12-06T13:41:00.000-05:002009-12-06T13:44:10.716-05:00D. H. Lawrence<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_GPzFIthbZrhbcykDaMpYPYVbBKd8kNKFXQQbaMn3S8JMXt1w6Rcs0oHZZUYHfc8IYrCmNJCe43D7nIMUAUpDMCLD4xH8w8k8k0wmTBsQ1LadBys1YRfTTGBPFexgo5cOwKrSUw/s1600-h/D_H__Lawrence.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5412195748836832930" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 190px; CURSOR: hand; HEIGHT: 240px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_GPzFIthbZrhbcykDaMpYPYVbBKd8kNKFXQQbaMn3S8JMXt1w6Rcs0oHZZUYHfc8IYrCmNJCe43D7nIMUAUpDMCLD4xH8w8k8k0wmTBsQ1LadBys1YRfTTGBPFexgo5cOwKrSUw/s400/D_H__Lawrence.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"><br />Por Bertrand Russell<br /><span style="font-size:130%;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;">Mis relaciones con Lawrence fueron breves y febriles, y duraron, en total, aproximadamente un año. Nos conocimos gracias a lady Ottoline Morrel que, como nos admiraba a los dos, nos hizo creer que debíamos admirarnos él y yo también mutuamente. El pacifismo había suscitado en mí un estado de ánimo de rebelde amargura y encontré a Lawrence con tanta rebeldía como yo. Esto hizo que, al principio, los dos pensáramos que existía una gran coincidencia entre nosotros, y sólo de un modo gradual fuimos descubriendo que nuestra discrepancia mutua era mayor que la discrepancia existente entre cada uno de nosotros y el kaiser.En aquella época, Lawrence tenía dos actitudes ante la guerra: por un lado, no podía adoptar la postura de un patriota de todo corazón, pues su mujer era alemana; pero, por otro lado, tenía tal odio a la humanidad, que propendía a creer que ambos bandos debían tener algo de razón, puesto que se odiaban entre sí. Cuando llegué a conocer esas actitudes, me di cuenta de que no podía simpatizar con ninguna de las dos. La conciencia de lo que nos separaba, sin embargo, apareció en nosotros sólo poco a poco, y, al principio, todo fue alegre como un festín de bodas. Le invité a que me fuera a visitar a Cambridge y le presenté a Keynes y a varias personas más. A todos los odiaba apasionadamente y decía que eran "muertos, muertos, muertos". Durante algún tiempo, creí que pudiera tener razón. Me agradaba el fuego de Lawrence, me gustaban la energía y la pasión de sus sentimientos; me complacía su creencia de que era necesario algo muy fundamental para enderezar el mundo. Estaba de acuerdo con él en la idea de que la política no se podía separar de la psicología individual. Percibía que Lawrence era un hombre de cierto genio imaginativo y, cuando por primera vez se hicieron evidentes mis diferencias con él, empecé por creer que, quizá, su comprensión de la naturaleza humana fuera más profunda que la mía. Sólo, poco a poco, llegué a convencerme de que representaba una fuerza positiva para el mal, convencimiento al que, también poco a poco, llegó asimismo él con referencia a mí.Por entonces, estaba preparando yo un curso de conferencias, que después fue publicado con el título de Principios de reconstrucción social. El también estaba interesado en las conferencias y, durante algún tiempo, pareció posible que se estableciese una especie de colaboración irregular entre nosotros. Cambiamos, con ese motivo, cierto número de cartas; las mías se han perdido, pero las suyas han sido publicadas. En ellas puede descubrirse la conciencia gradual de nuestros desacuerdos fundamentales. Yo creía firmemente en la democracia, mientras que él había desarrollado la filosofía completa del fascismo, antes de que los políticos hubieran pensado en ello. "No creo" -escribía- "en el sistema democrático. Estimo que el trabajador es apto para elegir gobernantes o administradores para sus problemas inmediatos, pero nada más. Usted debe modificar totalmente el cuerpo electoral. El trabajador elegirá a sus superiores para las cosas que le interesan de modo inmediato, no para nada más. Los dirigentes superiores serán elegidos por otras clases, cuando surjan. Todo ello debe culminar en una cabeza real, como ocurre en toda realidad orgánica; no repúblicas necias, con presidentes necios, sino un rey electo, algo así como Julio César." Como es natural, en su imaginación suponía que, cuando se estableciese la dictadura, él se convertiría en Julio César. Esto formaba parte de esa calidad soñadora que impregnaba todo su pensamiento. Nunca se dejó caer en la realidad. Se extendía en largas parrafadas acerca de cómo se debía proclamar la "verdad" a las multitudes y parecía no tener la menor duda de que las multitudes la escucharían. Le pregunté qué método se proponía adoptar. ¿Expondría esta filosofía política en un libro? No: en nuestra sociedad corrompida, la palabra escrita es siempre una mentira. ¿Iría a Hyde Park y proclamaría la "verdad" subido en una caja de jabón? No: eso sería excesivamente peligroso (en él aparecían, de vez en cuando, extrañas ráfagas de prudencia). "Está bien -decía yo-; ¿que va a usted a hacer?" Al llegar aquí cambiaba de conversación.Insensiblemente descubrí que no deseaba realmente hacer al mundo mejor, sino, solamente, abandonarse a elocuentes soliloquios que trataban de lo malo que era ese mundo. Si alguien oía, por casualidad, los soliloquios, tanto mejor; pero estaban destinados, cuando más, a formar una pequeña banda de fieles discípulos que pudiesen sentarse en los desiertos de Nuevo México y sentirse santos. Todo ello se me transmitía con el lenguaje de un dictador fascista, porque era lo que yo debía predicar; el "debía", trece veces subrayado.Sus cartas se fueron haciendo cada vez más hostiles. Escribía: "¿Es que merece la pena vivir como usted lo hace? Creo que sus conferencias no son buenas. ¿No resultan muy atrasadas? ¿De qué sirve el hundirse con el navío condenado y arengar a los mercaderes peregrinos en su propio lenguaje? ¿Por qué no se lanza al mar? ¿Por qué no abandona usted el espectáculo por completo? En estos días, uno debe ser un proscrito, no un maestro o un predicador." Esto me parecía mera retórica. Me estaba convirtiendo en mucho más proscrito de lo que lo había sido él en cualquier ocasión, y no era capaz de ver por ningún lado la razón de sus quejas contra mí. El profería sus quejas de manera diferente, en épocas diferentes. En otra ocasión me escribió: "Deje de trabajar y de escribir totalmente y sea una criatura en lugar de un instrumento mecánico. Abandone todo el navío social. Por amor a su misma dignidad, conviértase en una criatura que sienta su destino y no piense. Por amor del cielo, sea un niño y deje de ser un sabio. No haga nada más, sino que, por amor del cielo, empiece a ser. Parta del mismo principio y sea un perfecto niño: en nombre del valor.""Oh, y quiero pedirle que, cuando haga su testamento, me deje lo suficiente para vivir. Quiero que usted viva eternamente. Pero quiero ser, de algún modo, su heredero." La única dificultad de este programa consistía en que, si yo lo adoptaba, no tendría ninguna herencia que dejar.Tenía una filosofía mística de la "sangre" que me disgustaba. "Existe -decía- otra base de la conciencia, además del cerebro y los nervios. Hay una conciencia de la sangre que está en nosotros y es independiente de la conciencia mental ordinaria. Uno vive, conoce y posee su propia existencia en la sangre, sin ninguna relación con los nervios y el cerebro. Esta es la mitad de la vida que pertenece a la oscuridad. Cuando poseo a una mujer, la percepción de la sangre es suprema. El conocimiento de mi sangre es abrumador. Debemos darnos cuenta de que tenemos un ser de sangre, una conciencia de sangre, un alma de sangre completa y aparte de la conciencia mental y nerviosa." Esto me pareció franca basura y lo rechacé con vehemencia, aunque no sabía entonces que conducía directamente a Auschwitz.Se ponía furioso siempre que cualquiera sugería la posibilidad de que alguien tuviese sentimientos bondadosos para sus semejantes, y, cuando yo rechazaba la guerra por los sufrimientos que ocasionaba, me acusaba de hipocresía. "No hay la menor verdad en que usted, su básico yo, desee, en último término, la paz. Lo que usted hace es satisfacer, de una manera indirecta y falsa, su deseo animal de golpear y herir. Una de dos: o lo satisface usted de un modo directo y honorable, diciendo 'Os odio a todos, embusteros y puercos, y estoy dispuesto a lanzarme sobre vosotros', o se limita a las matemáticas, en las que puede ser sincero. Pero presentarse como el ángel de la paz...; no, en este papel, prefiero a Tirpitz mil veces."Ahora me resulta difícil comprender el efecto devastador que esas cartas producían en mí. Me inclinaba a creer que él poseía alguna capacidad de comprensión especial de la que yo carecía, y cuando me decía que mi pacifismo estaba enraizado en los oscuros deseos de la sangre, suponía que tenía razón. Durante 24 horas, pensé que era un inadaptado para la vida y llegué a pensar en el suicidio. Pero, después de ese tiempo, se produjo una reacción más saludable, y decidí terminar con semejante morbosidad. Cuando me dijo que debía predicar sus ideas y no las mías, me rebelé y le dije que recordara que él ya no era un maestro de escuela ni yo un discípulo. El había escrito: "Usted es el enemigo de toda la humanidad, lleno del deseo animal de la destrucción. Lo que le inspira no es el odio a la falsedad; es el odio a la gente de carne y de sangre, es un deseo de la sangre mentalmente pervertido. ¿Por qué no lo reconoce? Volvamos a ser extraños el uno para el otro. Creo que es lo mejor." Yo también lo creía así. Pero él sentía placer denunciándome y, durante algunos meses, continuó escribiendo cartas que contenían la suficiente amistad para que la correspondencia se mantuviera viva. Al final, se desvaneció, sin necesidad de ninguna terminación dramática.Lo que me atrajo, al principio, de Lawrence, fue cierto dinamismo y la costumbre de discutir supuestos que suelen admitirse sin más. Yo estaba ya acostumbrado a ser acusado de estar demasiado esclavizado por la razón y pensé que, quizá, él pudiera darme una dosis vivificadora de irracionalidad. De hecho, adquirí realmente de él algún estímulo, y creo que el libro, que escribí a pesar de sus ataques, fue mejor de lo que hubiera sido si no le hubiese conocido.Pero esto no quiere decir que hubiera nada bueno en sus ideas. Mirando hacia atrás, no creo que tuviesen el menor valor. Eran las ideas de un hombre impresionable que se creía un déspota y que se encolerizaba con el mundo porque éste no le obedecía instantáneamente. Cuando se daba cuenta de que existían otras personas, las odiaba. Pero la mayor parte del tiempo vivió en el mundo solitario de sus propias imaginaciones, habitado por fantasmas todo lo orgullosos que él deseaba que fuesen. Su énfasis excesivo sobre el sexo se debía al hecho de que sólo en las cuestiones sexuales se veía obligado a admitir que no era el único ser humano del universo. Pero, como esa admisión le era tan dolorosa, concibió las relaciones sexuales como una lucha perpetua en la que cada uno intenta destruir al otro.El mundo de la entreguerra fue atraído por la locura. Esta atracción tuvo su expresión más acentuada en el nazismo. Lawrence fue un exponente adecuado de este culto a la demencia. No estoy muy seguro de que la fría cordura inhumana de Stalin haya significado alguna mejora.</span></div>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-47080488783713773532009-10-04T13:47:00.000-05:002009-10-04T15:28:22.308-05:00Heinrich Böll<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-pJPjyfNppsIxQQF4ZkgMso1lUlTVxrhBivUGuNO9wKBCcgI0OjPoP_3-UAmeFLyRJMjJ0ADN0SwdC18Lwa18M5yc7FIcxOQY8FCQkGgZ1f0SW4b6iDFy_vwFejlvVjS7oJs3EA/s1600-h/Heinrich+B%25C3%25B6ll.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 314px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-pJPjyfNppsIxQQF4ZkgMso1lUlTVxrhBivUGuNO9wKBCcgI0OjPoP_3-UAmeFLyRJMjJ0ADN0SwdC18Lwa18M5yc7FIcxOQY8FCQkGgZ1f0SW4b6iDFy_vwFejlvVjS7oJs3EA/s400/Heinrich+B%25C3%25B6ll.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5388819476682824466" border="0" /></a><br /><span style=";font-family:arial;font-size:130%;" ><br /></span><div style="text-align: justify;"><span style=";font-family:arial;font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" >(Colonia, 1917 - Langenbroich, 1985) Escritor alemán, premio Nobel de Literatura en 1972. Hijo de un escultor, terminada la escuela inició su aprendizaje como librero. En 1938-1939 tuvo que prestar el servicio de trabajo. Concluido éste, comenzó a asistir a la universidad, pero en el verano de 1939 entró en el ejército hasta el final de la guerra y estuvo prisionero en un campo estadounidense en el este de Francia.</span></span></div><p style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;" class="biog"><span style="font-size:100%;">En 1945 volvió a Colonia, donde estudió lengua y literatura alemanas, al tiempo que trabajaba en una ebanistería, y en 1947 empezó a publicar en prensa y a escribir dramas radiofónicos. Desde 1951 se dedicó a escribir y traducir y pasó largas temporadas en Irlanda. </span></p><p style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;" class="biog"><span style="font-size:100%;">La escritura de Böll está marcada por su experiencia como soldado y, después, por la reconstrucción de Alemania enmarcada en el enfrentamiento Este-Oeste y el predominio conservador. Católico profundo y militante, criticó con dureza a las instituciones, muy especialmente a las eclesiásticas, en una firme defensa de las minorías y de los valores humanos. </span></p><p style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;" class="biog"><span style="font-size:100%;">A una primera etapa creativa, en la que hizo una "literatura de guerra, ruinas y retorno a la patria", según declaraciones propias, se adscriben una serie de relatos y novelas breves que evocan la atroz experiencia del conflicto bélico y las penurias de la posguerra inmediata. <i>El tren llegó puntual</i> (1949), su primer relato, se enfrenta ya con el absurdo de la guerra: un soldado de permiso cree, en el momento de volver al frente, que pronto morirá, y resulta sin embargo el único superviviente de su grupo. En el relato se emplea la técnica de plano amplio y la elisión, propios de la narrativa norteamericana, para retratar el ambiente bélico. </span></p><p style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;" class="biog"><span style="font-size:100%;">En la novela <i>Y no dijo una sola palabra</i> (1953), un hombre, perdidas las referencias por la guerra y la posguerra, es arrancado de su letargo y devuelto a casa por la separación provocada por su mujer. Plantea así la visión católica de la indisolubilidad del matrimonio y de la autodestrucción por la falta de ataduras. Se aprecia en esta obra la influencia de E. Hemingway y J. Joyce en la precisa observación, la objetividad del lenguaje, la densidad expresiva y la repetición de palabras como recurso musical. </span></p><p style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;" class="biog"><span style="font-size:100%;">La novela <i>Casa sin amo</i> (1954) describe las miserias de un niño de once años huérfano de padre, los problemas de la vida familiar de posguerra y el mundo de los adultos desde el punto de vista del niño, mediante rasgos tanto de severa crítica social como grotescos y satíricos. El relato <i>El pan de los años jóvenes,</i> por su parte, cuenta la redención del narrador con respecto al materialismo de la época por un amor de posguerra. <i>Billar a las nueve y media</i> (1959), otro de sus títulos más significativos de aquellos años, intenta simbolizar, a través de la historia de una familia renana durante tres generaciones, el destino histórico de Alemania en la primera mitad del siglo XX<br /></span></p><div style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></div><p style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;" class="biog"><span style="font-size:100%;">A partir de los años sesenta parece iniciar una nueva etapa caracterizada por un mayor compromiso con lo que él llamó "estética de lo humano", a favor de la libertad individual y contra cualquier forma de poder o imposición manipulados por una sociedad competitiva y alienante. El tono humorístico-grotesco presente ya en el volumen de relatos <i>Los silencios del Dr. Murke y otras sátiras</i> (1958), gana terreno y virulencia en una de las novelas más populares de Heinrich Böll: <i>Opiniones de un payaso</i> (1963), cuyo protagonista, hijo de un magnate renano, acaba integrándose en la galería de personajes marginales, rechazados e incomprendidos que pueblan buena parte de su narrativa.</span></p><p style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;" class="biog"><span style="font-size:100%;">Tras ella aparecieron dos grandes títulos novelescos de su período de madurez: <i>Retrato de grupo con señora</i> (1971), donde el candor y la ingenuidad individuales se enfrentan al convencionalismo hipócrita del entorno social, y <i>El honor perdido de Katharina Blum</i> (1974), lúcido alegato contra el clima de violencia antidemocrática imperante a la sazón en Alemania y contra los abusos de la prensa sensacionalista, formulado por un Böll que se atrevió a publicar <i>Ulrike Meinhof. Un artículo y sus consecuencias</i> (1975), en defensa de la joven integrante de la banda terrorista Baader-Meinhof, y no vaciló en brindar hospitalidad a Alexander Solzhenitzin tras su expulsión de la U.R.S.S. </span></p><p style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;" class="biog"><span style="font-size:100%;">En torno al tema del terrorismo y la inseguridad ciudadana se articula asimismo <i>Asedio preventivo</i> (1979), novela a la que siguieron <i>El legado</i> (1982), <i>La herida</i> (1983) y, póstumamente, <i>Mujeres ante un paisaje fluvial</i> (1985), ambientada en la ciudad de Bonn. De su vasta producción crítica y ensayística dan testimonio numerosos títulos, entre los que cabe destacar <i>Artículos, críticas y otros escritos</i> (1967), y <i>Más allá de la literatura, ensayos políticos y literarios</i> (1979). En 1972 le fue concedido el premio Nobel de Literatura.</span></p><p style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;" class="biog"><span style="font-size:100%;">Böll expresó en su obra narrativa el desasosiego que le produce una sociedad marcada por la incomprensión y fanatizada por el peso de las ideologías y los presupuestos morales. Frente a ella, se yerguen los protagonistas de sus novelas: seres siempre desvalidos, a quienes esa sociedad aplasta de una manera tan cruel como arbitraria, en nombre de principios abstractos que se convierten en algo inhumano y carente de sentido. La aplicación de estos principios constituye para ellos una singular versión del destino que aciertan a percibir, pero no a comprender. </span></p><p style="text-align: justify; font-weight: bold;font-family:arial;" class="biog"><span style="font-size:100%;">Las doctrinas políticas, la religión, la opinión pública, las reglas externas de moralidad, se transforman en manos de la masa en armas que destruyen a las criaturas sencillas. Böll aboga por la solidaridad entre los seres humanos, por la autenticidad de las relaciones más allá de toda norma positiva. Así entiende él la religión católica que profesa, cosa que no le impide criticar lo que de excluyente puedan tener determinadas actitudes de los católicos. Pero la denuncia que plantea alcanza también a toda una sociedad cómplice del nazismo que se oculta vergonzosamente tras aparatosas manifestaciones de civismo. Un mundo obsesionado por el poder, la eficacia o el dinero, que olvida los aspectos verdaderamente esenciales del ser humano.</span></p>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-29983073029860297102009-08-04T19:15:00.000-05:002009-08-04T20:45:20.552-05:00Joseph Roth, La Leyenda del Santo Bebedor<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjI2wEY0Io1valskw7lebFLGG3AMOJhAaPE6pks8ixhCccS7NYJgyG2zjRnbOWrvmvcXZ7BY-HDjGWDi8CtJRl1SRjn1onNJzpbqDS73KzdPdwcK5rcTcKrCnFHUBEffFCJJhMFzA/s1600-h/Joseph_Roth.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 346px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjI2wEY0Io1valskw7lebFLGG3AMOJhAaPE6pks8ixhCccS7NYJgyG2zjRnbOWrvmvcXZ7BY-HDjGWDi8CtJRl1SRjn1onNJzpbqDS73KzdPdwcK5rcTcKrCnFHUBEffFCJJhMFzA/s400/Joseph_Roth.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5366289042711807474" border="0" /></a>
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No he sido devoto, aunque sí víctima, de la ebriedad compulsiva, más bien me he acercado a la transustancialidad del vino por su santa sacralidad. El vino siempre ha tenido la caridad del cielo, la dulzura del averno, el poder de desandar los pasos perdidos en un solo movimiento, la capacidad de alterar la lógica de esta vida y hacerla habitable para las almas de las tierras más inhóspitas. El vino no es otra cosa que una escalera hacia los paraísos artificiales. El vino no crea santos, el vino en sí es santidad y como tal tiene el poder de la fe que mueve montañas… el problema es hacia dónde. Amo la ebriedad de los bares pero no la de las masas. Una vez conocí a un hombre que desayunaba una barra de pan con un whisky aguado… ese hombre tenía el universo en la palma de su mano y nosotros no. La fiesta de la primavera debería celebrarse con margaritas, la ebriedad debería celebrarse con la soledad de un vaso de vino y la deformada realidad que se descubre al mirar a través de ese vaso. En granada la absenta de los lobos se bebe con azúcar y pimientos picantes.</span></p> <p style="text-align: justify;"><span style="font-size:130%;">Y para ilustrar esta reflexión, <strong><span style="font-weight: normal;">La leyenda del santo bebedor</span></strong>, un cuento de navidad, la historia de un vagabundo que vive en los márgenes del Sena. Un día se encuentra a un devoto de Santa Teresita de Lisieux que le ofrece doscientos francos a cambio de que los restituya en el cepillo de la estatua de la santa… cuando pueda. Y a pesar de su férreo sentido del honor, el pobre clochard no termina nunca de restituir su trampa. Creeréis que se emborrachará y lo olvidará… pero no, se emborrachará, eso sí, pero nunca olvidará su misión. Se encontrará amigos que sólo trae el dinero y las copas de un bar, se enamorará de una mujer, beberá absenta hasta morir… y sólo al final, en plena agonía, en plena ascensión puede reparar su deuda… murmurando el nombre de la santa… una santa que conocía que el camino del cielo era el camino de la infancia espiritual. Nunca permitir que se me escape un pequeño sacrificio, una mirada, una palabra, aprovechando hasta los más mínimos actos y haciéndolos por tu amor.</span></p> <p style="text-align: justify;"><span style="font-size:130%;"><strong><i>Joseph Roth</i></strong> fue oficial del imperio austrohúngaro en la primera guerra mundial, periodista, novelista y sobre todo un gran bebedor. Roth abandonó la Alemania fascista en 1933, y escogió París como destino. Vivió en buhardillas de hoteles, y agobiado por cuestiones de dinero, siguió el camino del olvido entre vapores de absenta. Al final de su vida abrazó al cristianismo con fervor, aunque nunca despreció su pasado de judío ucraniano y errante. Murió en 1939 y sus restos mortales fueron sepultados en Thiais, en el cementerio de los pobres. En ese tablero de sepulcros hay dos nombres que en su momento evocaron con fuerza el desespero de las letras que conocieron la guerra y el desarraigo judío: <strong><i>Paul Celan</i></strong> y <strong><i>Joseph Roth</i></strong>.</span></p> <p style="text-align: justify;"><span style="font-size:130%;"><em>Denos Dios a todos nosotros, bebedores, tan liviana y hermosa muerte.”</em></span></p> <p style="text-align: justify;"><span style="font-size:130%;"><em>“La</em><strong><span style="font-weight: normal;"> La leyenda del santo bebedor</span></strong><em>”</em>, <strong>J. Roth</strong></span></p>
<br />Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-41357477648704653762009-07-12T12:51:00.000-05:002009-08-04T20:48:28.042-05:00La voz de un hombre, el poeta: Una entrevista a Oliverio Girondo<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkgK1LmjE9qFAlo-r4P0zqotB-np3It7sjLdFAAd-6E5Oi2xt7Mi5eLs_gGvyB2CJ7oj3vnAoP9DzCn9On9yNd7_Eic4ubjpvcklUavI16tTyWVI4TQKlzCLUQUE0Q606XYF1bOw/s1600-h/R_Girondo.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 271px; height: 373px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkgK1LmjE9qFAlo-r4P0zqotB-np3It7sjLdFAAd-6E5Oi2xt7Mi5eLs_gGvyB2CJ7oj3vnAoP9DzCn9On9yNd7_Eic4ubjpvcklUavI16tTyWVI4TQKlzCLUQUE0Q606XYF1bOw/s400/R_Girondo.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5357632822777408354" border="0" /></a>
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<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >Quería que mi ensayo fuera una entrevista a un escritor argentino. Cuando estaba abocada a la tarea de selección del autor, leí unos poemas que me facilitaron la decisión: sería Oliverio Girondo.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >Sentí que necesitaba saber más, que esas poesías solas no alcanzaban; una nueva mirada al mundo llegaba hasta mí y no me era ajena.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >Salí a buscar al autor, pero ya no estaba, había llegado tarde a mi vida. Pero permanecía su obra y por ello, superando la desilusión inicial, decidí continuar en el empeño: haría la entrevista. Encontraría las respuestas en las palabras de <b><span style="background: rgb(160, 255, 255) none repeat scroll 0% 0%; -moz-background-clip: -moz-initial; -moz-background-origin: -moz-initial; -moz-background-inline-policy: -moz-initial;color:black;" ></span></b></span><span style=";font-family:";font-size:130%;" >Oliverio Girondo</span><span style=";font-family:";font-size:130%;" >, es decir, en su propia obra; y he aquí el resultado.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >P: Usted ha escrito que las distancias se han acortado tanto que la ausencia y la nostalgia han perdido su sentido. ¿Acaso ha quedado un espacio para la poesía?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >R: Segura de saber donde se hospeda la poesía, existe siempre una multitud impaciente y apresurada que corre en su busca pero, al llegar donde le han dicho que se aloja y preguntar por ella, invariablemente se le contesta: Se ha mudado. La poesía siempre es lo otro, aquello que todos ignoran hasta que lo descubre un verdadero poeta.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >P: Pero entonces, ¿qué los mueve a escribir?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >R: Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún creador escribe para los otros, ni para sí mismo, ni mucho menos, para satisfacer un anhelo de creación, sino porque no puede dejar de escribir.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >Ambicionamos no plagiarnos ni a nosotros mismos, a ser siempre distintos, a renovarnos en cada poema, pero a medida que se acumulan y forman nuestra escueta o frondosa producción, debemos reconocer que a lo largo de nuestra existencia hemos escrito un solo y único poema.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >P: No obstante, al leer su obra nos sorprende la variedad de temas, como si todo le sirviera de materia poética, los grandes temas humanos y la vida cotidiana. Cabe luego la pregunta: ¿cómo surgen sus poemas?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >R: A veces los nervios se destemplan… Se pierde el coraje de continuar sin hacer nada… Y se encuentran ritmos al bajar la escalera, poemas tirados en medio de la calle, poemas que uno recoge como quien junta puchos en la vereda. Lo que sucede entonces es siniestro. El pasatiempo se transforma en oficio.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >P: Y seguramente el oficio lo impulsa a publicar…<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >R: ¿Publicar? ¿Publicar cuando hasta los mejores publican 1071% veces más de lo que debieran publicar? Yo no tengo, ni deseo tener, sangre de estatua. Yo no pretendo sufrir la humillación de los gorriones. Yo no aspiro a que me babeen la tumba de lugares comunes, ya que lo único real- mente interesante es el mecanismo de sentir y pensar. Hasta que uno contesta a la insinuación de algún amigo apocalíptico e inexorable…<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >P: ¡Amigo al que sus lectores estamos muy agradecidos! Por otra parte la crítica…<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >R: No hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio. ¡El Arte es el peor enemigo del arte! Un fetiche ante el que ofician, arrodillados, quienes no son artistas. Los críticos olvidan, con demasiada frecuencia, que una cosa es cacarear, otra, poner el huevo. ¡La opinión que se tendrá de nosotros cuando sólo quede de nosotros lo que perdura de la vieja China o del viejo Egipto!<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >P: Sin embargo, la dureza de sus palabras no coincide con la ternura y la piedad hacia los otros que se ve reflejada en su obra. Esta aparente contradicción me lleva a preguntarle: ¿cómo es en realidad <b><span style="background: rgb(160, 255, 255) none repeat scroll 0% 0%; -moz-background-clip: -moz-initial; -moz-background-origin: -moz-initial; -moz-background-inline-policy: -moz-initial;color:black;" ></span></b></span><span style=";font-family:";font-size:130%;" >Oliverio Girondo</span><span style=";font-family:";font-size:130%;" >?<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" ><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >
<br /></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: justify; line-height: normal;"><span style=";font-family:";font-size:130%;" >R: Yo no tengo una personalidad; yo soy un cóctel, un conglomerado, una manifestación de personalidades. Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size:130%;"><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size:130%;"><o:p> </o:p></span></p>
<br />Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-62239100892557775412009-06-30T17:53:00.000-05:002010-01-05T19:18:48.301-05:00HAROLD PINTER LA TEXTURA DE LA CREACIÓN<a style="COLOR: rgb(51,51,51)" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDY_wcPMSFWnApfFdO-V1o14OuOV9JQcKdYGcJYitibE1lauQSd6FZld29YtKHHcv8l1j_5bixAcCIO8l3P5NcLVRRvYOnvcMtMvaATsrQ46KjEZpTT4mwOel9uryGN_uSAsR1tw/s1600-h/pinter.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5353258646076253234" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 200px; HEIGHT: 295px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDY_wcPMSFWnApfFdO-V1o14OuOV9JQcKdYGcJYitibE1lauQSd6FZld29YtKHHcv8l1j_5bixAcCIO8l3P5NcLVRRvYOnvcMtMvaATsrQ46KjEZpTT4mwOel9uryGN_uSAsR1tw/s400/pinter.jpg" border="0" /></a><br /><div style="COLOR: rgb(204,204,204)" align="justify"><div align="justify"><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Entiendo que “pinteriano” es un adjetivo que describe lo que es amenazante, siniestro y enigmático. ¿Usted piensa que eso le hace justicia a su trabajo?</em> </span></span><span style="font-size:130%;"><br /><br /></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;">Nunca he entendido lo que significa esa palabra. Otra gente la usa. Yo nunca la uso, así que debería de preguntarle a la gente que usa esa palabra.<br /><br /></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Tal vez es una forma de describir con este adjetivo algunas cualidades de su escritura.<br /></em><br />Sí, pero yo no sé cuáles son esas supuestas cualidades. Quiero decir, estas palabras “siniestro” y “amenazante” son muy fáciles de usar, pero espero que en mi trabajo haya más que eso.<br /><br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Quizá sea un adjetivo que se haya usado por sus primeras obras. Como dramaturgo, ¿usted cree que la experiencia de David Byron fue útil para el trabajo de Harold Pinter?<br /></em><br />Si usted se refiere a David Byron el actor, sí, creo que sí. Estuve actuando durante doce años todas las noches, bueno, no tanto, estuve trabajando mucho, pero me dio un sentido muy fuerte del teatro y de lo que sucedía en escena con relación a la audiencia… la tensión que existe entre el público y la obra a través de la actuación. Así que creo que eso es verdad.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Otra etiqueta que usted seguramente rechazaría es la de Martin Esslin por ejemplo, que lo ubica como un autor del teatro del absurdo.<br /></em><br />Sí, creo que eso está fuera de tiempo, honestamente. Eso viene de un libro de hace veinte años y no creo haber sido absurdo en esa época como no creo serlo ahora.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>¿Tiene usted alguna afinidad con el trabajo de Samuel Beckett?<br /></em><br />Bueno, yo admiro a Beckett muchísimo. Creo que es un gran escritor. Lo admiro y me encanta, pero no me siento en el mismo nivel que él. Creo que es un gran escritor.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Algunos críticos han apuntado su conciencia del diálogo intrascendente, de la así llamada conversación casual, y que eso proviene de Chéjov, ¿usted siente alguna afinidad con Chéjov?<br /></em><br />Bueno, me encanta Chéjov también, pero no creo que eso venga de Chéjov. Esto viene de la vida, la conversación intrascendente es la vida.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Lo que nos lleva a lo que muchos críticos han insistido, acerca de la naturaleza del lenguaje que usted utiliza, que puede ser etiquetado como intrascendente, pero quizás haya algo más que su obra nos quiere mostrar.<br /></em><br />Bueno, no lo creo. Me parece que el lenguaje intrascendente es una forma de evadir el tema, de escapar de la verdad de una situación, no sabemos cómo enfrentarla, tenemos miedo de ella, entonces se utilizan maneras de lenguaje, formas de expresión para no permitir que se sepa lo que realmente está ocurriendo. Entonces no creo que sea realmente intrascendente: es trascendente.<br /><br /></span></span><em><span style="font-size:130%;color:#000000;">La violencia parece ser parte de su experiencia, así como la de sus personajes, ya sea una violencia personal o social. ¿Esta violencia es sólo de los personajes o es una lectura de la sociedad en su conjunto?<br /></span></em></div><em></em><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;">Yo era niño durante la Segunda Guerra Mundial, tenía quince años cuando terminó, había muchísima violencia, estaban los bombardeos y todo eso. Había una guerra y yo era consciente de que millones de personas estaban muriendo. Después de la guerra viví en una parte muy ruda de Londres, el East End, y había mucha violencia y también antisemitismo. Soy judío, así que crecí en un mundo muy violento, y sigue siendo así, no ha cambiado.<br /><br /></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Como escritor dramático, ¿qué es más importante para usted el lenguaje o los personajes?<br /></em><br />Van juntos. En la obra dramática el lenguaje no existe por sí solo, tiene que surgir a través del personaje. El personaje tiene que estar ahí para que el lenguaje suceda.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Sí, pero para algunos la construcción psicológica del personaje es más importante que el uso del lenguaje.<br /></em><br />En realidad yo no me preocupo por las manifestaciones psicológicas del personaje, yo sólo escribo y es el lenguaje lo que me conduce. Me he dado cuenta que mis personajes tienden a decir finalmente lo que en realidad piensan. Toma un buen tiempo hacerlo, pero al final lo hacen. Hablan al desnudo, pero no es tan fácil, tiene que haber una especie de explosión, algunas veces es una explosión violenta, tanto en el lenguaje como en la acción.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Quizás esta explosión en su trabajo sea permanente. No es la explosión que puede uno encontrar en ciertos dramaturgos norteamericanos, donde todo conduce hacia un clímax y en ese momento se dice la verdad. Tengo la impresión de que esta explosión en su trabajo siempre está ahí.<br /></em><br />Creo que se trata de una violencia subyacente, una explosividad y tensión subyacentes. Estoy de acuerdo con usted. Éste es el caso también en la sociedad en que vivimos.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>¿El lenguaje en sus obras ayuda a la gente a comunicarse o les impide hacerlo?<br /></em><br />En realidad tiende a ser lo segundo. Lo que se dice actúa como una especie de cortina de humo casi todo el tiempo.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>¿Cuál es la importancia de la ambigüedad y de la incertidumbre en su obra?<br /></em><br />Cuando usted me pregunta cuál era o es la importancia de la incertidumbre realmente no tengo respuesta. La incertidumbre y el desconcierto son parte del tejido de mi vida y de la vida de mucha gente, sobre todo en la sociedad a la que pertenezco y en el país en el que vivo.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>¿Cómo ve usted su evolución desde su primera obra The room hasta la más reciente?<br /></em><br />Es muy difícil para mí, contestar esa pregunta porque uno no puede situarse fuera de la vida. Creo que mis preocupaciones se han hecho cada vez más claras y me he vuelto cada vez más comprometido políticamente, siempre estuve interesado y preocupado políticamente pero ahora estoy realmente comprometido y me veo como un ciudadano del mundo con ciertas responsabilidades y esas responsabilidades consisten en apreciar claramente lo que sucede en el mundo y al hacerlo me vuelvo muy impopular.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>¿Usted ve su obra actual como un teatro comprometido?<br /></em><br />Sí, cada vez más, pero esto no incluye Moonlight, no creo que ésta sea de ninguna manera una obra política. En Moonlight abordo un tema muy importante, que es la muerte, y eso es un serio problema.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Estaba pensando en Moonligth y en la imposibilidad de comunicarse al interior de la familia y me preguntaba si esto sería una característica de las familias anglosajonas…<br /><br /></em>¿Es solamente de la cultura anglosajona? ¿No es el caso también de la cultura hispánica? No lo sé… Pero hablando de Moonlight lo importante es la figura de la hija, está muerta, es un fantasma y creo que lo definitivo, a cuestión de la intimidad y el contacto, es que no puedes abrazar a los muertos y ellos tampoco te pueden tocar a ti, pero creo realmente que son manifestaciones que están presentes en nuestras vidas, creo que traté de ex presar esto de alguna forma en Moonlight. </span></span><span style="font-size:130%;"><br /></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"><em></em></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"><em></em></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"><em></em></span></div><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Muchos de los lectores de sus obras de teatro no estamos familiarizados con su obra poética, ¿es lo mismo para usted escribir poesía, que drama o guión de cine? ¿Cómo visualiza, cómo arregla su material?<br /></em><br />Desde muy joven he sido poeta y he escrito mucha poesía durante más de cuarenta y cinco años. Pe ro hablando de cine es muy distinto, ya que requiere de una muy precisa y particular elaboración, porque yo adapto, nunca escribo directamente para el cine. He adaptado novelas para la pantalla y lo disfruto mucho. Es un reto que me emociona, cómo serle fiel a la novela, son medios totalmente diferentes. Tuve una relación de trabajo muy excitante con Joseph Losey e hice tres filmes con él y también escribimos uno más que nunca se realizó.<br /><br /></span></span><span style="color:#000000;"><span style="font-size:130%;"><em>Usted realizó también una adaptación de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, cosa que parece casi imposible.<br /></em><br />Bueno, yo lo hice. Está publicado, puede leerlo.</span> </span><div align="justify"><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Entiendo que “pinteriano” es un adjetivo que describe lo que es amenazante, siniestro y enigmático. ¿Usted piensa que eso le hace justicia a su trabajo?</em> </span></span><span style="font-size:130%;"><br /><br /></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;">Nunca he entendido lo que significa esa palabra. Otra gente la usa. Yo nunca la uso, así que debería de preguntarle a la gente que usa esa palabra.<br /><br /></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Tal vez es una forma de describir con este adjetivo algunas cualidades de su escritura.<br /></em><br />Sí, pero yo no sé cuáles son esas supuestas cualidades. Quiero decir, estas palabras “siniestro” y “amenazante” son muy fáciles de usar, pero espero que en mi trabajo haya más que eso.<br /><br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Quizá sea un adjetivo que se haya usado por sus primeras obras. Como dramaturgo, ¿usted cree que la experiencia de David Byron fue útil para el trabajo de Harold Pinter?<br /></em><br />Si usted se refiere a David Byron el actor, sí, creo que sí. Estuve actuando durante doce años todas las noches, bueno, no tanto, estuve trabajando mucho, pero me dio un sentido muy fuerte del teatro y de lo que sucedía en escena con relación a la audiencia… la tensión que existe entre el público y la obra a través de la actuación. Así que creo que eso es verdad.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Otra etiqueta que usted seguramente rechazaría es la de Martin Esslin por ejemplo, que lo ubica como un autor del teatro del absurdo.<br /></em><br />Sí, creo que eso está fuera de tiempo, honestamente. Eso viene de un libro de hace veinte años y no creo haber sido absurdo en esa época como no creo serlo ahora.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>¿Tiene usted alguna afinidad con el trabajo de Samuel Beckett?<br /></em><br />Bueno, yo admiro a Beckett muchísimo. Creo que es un gran escritor. Lo admiro y me encanta, pero no me siento en el mismo nivel que él. Creo que es un gran escritor.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Algunos críticos han apuntado su conciencia del diálogo intrascendente, de la así llamada conversación casual, y que eso proviene de Chéjov, ¿usted siente alguna afinidad con Chéjov?<br /></em><br />Bueno, me encanta Chéjov también, pero no creo que eso venga de Chéjov. Esto viene de la vida, la conversación intrascendente es la vida.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Lo que nos lleva a lo que muchos críticos han insistido, acerca de la naturaleza del lenguaje que usted utiliza, que puede ser etiquetado como intrascendente, pero quizás haya algo más que su obra nos quiere mostrar.<br /></em><br />Bueno, no lo creo. Me parece que el lenguaje intrascendente es una forma de evadir el tema, de escapar de la verdad de una situación, no sabemos cómo enfrentarla, tenemos miedo de ella, entonces se utilizan maneras de lenguaje, formas de expresión para no permitir que se sepa lo que realmente está ocurriendo. Entonces no creo que sea realmente intrascendente: es trascendente.<br /><br /></span></span><em><span style="font-size:130%;color:#000000;">La violencia parece ser parte de su experiencia, así como la de sus personajes, ya sea una violencia personal o social. ¿Esta violencia es sólo de los personajes o es una lectura de la sociedad en su conjunto?<br /></span></em></div><em></em><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;">Yo era niño durante la Segunda Guerra Mundial, tenía quince años cuando terminó, había muchísima violencia, estaban los bombardeos y todo eso. Había una guerra y yo era consciente de que millones de personas estaban muriendo. Después de la guerra viví en una parte muy ruda de Londres, el East End, y había mucha violencia y también antisemitismo. Soy judío, así que crecí en un mundo muy violento, y sigue siendo así, no ha cambiado.<br /><br /></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Como escritor dramático, ¿qué es más importante para usted el lenguaje o los personajes?<br /></em><br />Van juntos. En la obra dramática el lenguaje no existe por sí solo, tiene que surgir a través del personaje. El personaje tiene que estar ahí para que el lenguaje suceda.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Sí, pero para algunos la construcción psicológica del personaje es más importante que el uso del lenguaje.<br /></em><br />En realidad yo no me preocupo por las manifestaciones psicológicas del personaje, yo sólo escribo y es el lenguaje lo que me conduce. Me he dado cuenta que mis personajes tienden a decir finalmente lo que en realidad piensan. Toma un buen tiempo hacerlo, pero al final lo hacen. Hablan al desnudo, pero no es tan fácil, tiene que haber una especie de explosión, algunas veces es una explosión violenta, tanto en el lenguaje como en la acción.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Quizás esta explosión en su trabajo sea permanente. No es la explosión que puede uno encontrar en ciertos dramaturgos norteamericanos, donde todo conduce hacia un clímax y en ese momento se dice la verdad. Tengo la impresión de que esta explosión en su trabajo siempre está ahí.<br /></em><br />Creo que se trata de una violencia subyacente, una explosividad y tensión subyacentes. Estoy de acuerdo con usted. Éste es el caso también en la sociedad en que vivimos.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>¿El lenguaje en sus obras ayuda a la gente a comunicarse o les impide hacerlo?<br /></em><br />En realidad tiende a ser lo segundo. Lo que se dice actúa como una especie de cortina de humo casi todo el tiempo.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>¿Cuál es la importancia de la ambigüedad y de la incertidumbre en su obra?<br /></em><br />Cuando usted me pregunta cuál era o es la importancia de la incertidumbre realmente no tengo respuesta. La incertidumbre y el desconcierto son parte del tejido de mi vida y de la vida de mucha gente, sobre todo en la sociedad a la que pertenezco y en el país en el que vivo.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>¿Cómo ve usted su evolución desde su primera obra The room hasta la más reciente?<br /></em><br />Es muy difícil para mí, contestar esa pregunta porque uno no puede situarse fuera de la vida. Creo que mis preocupaciones se han hecho cada vez más claras y me he vuelto cada vez más comprometido políticamente, siempre estuve interesado y preocupado políticamente pero ahora estoy realmente comprometido y me veo como un ciudadano del mundo con ciertas responsabilidades y esas responsabilidades consisten en apreciar claramente lo que sucede en el mundo y al hacerlo me vuelvo muy impopular.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>¿Usted ve su obra actual como un teatro comprometido?<br /></em><br />Sí, cada vez más, pero esto no incluye Moonlight, no creo que ésta sea de ninguna manera una obra política. En Moonlight abordo un tema muy importante, que es la muerte, y eso es un serio problema.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Estaba pensando en Moonligth y en la imposibilidad de comunicarse al interior de la familia y me preguntaba si esto sería una característica de las familias anglosajonas…<br /><br /></em>¿Es solamente de la cultura anglosajona? ¿No es el caso también de la cultura hispánica? No lo sé… Pero hablando de Moonlight lo importante es la figura de la hija, está muerta, es un fantasma y creo que lo definitivo, a cuestión de la intimidad y el contacto, es que no puedes abrazar a los muertos y ellos tampoco te pueden tocar a ti, pero creo realmente que son manifestaciones que están presentes en nuestras vidas, creo que traté de ex presar esto de alguna forma en Moonlight. </span></span><span style="font-size:130%;"><br /></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"><em></em></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"><em></em></span></div><div align="justify"><span style="font-size:130%;color:#000000;"><em></em></span></div><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Muchos de los lectores de sus obras de teatro no estamos familiarizados con su obra poética, ¿es lo mismo para usted escribir poesía, que drama o guión de cine? ¿Cómo visualiza, cómo arregla su material?<br /></em><br />Desde muy joven he sido poeta y he escrito mucha poesía durante más de cuarenta y cinco años. Pe ro hablando de cine es muy distinto, ya que requiere de una muy precisa y particular elaboración, porque yo adapto, nunca escribo directamente para el cine. He adaptado novelas para la pantalla y lo disfruto mucho. Es un reto que me emociona, cómo serle fiel a la novela, son medios totalmente diferentes. Tuve una relación de trabajo muy excitante con Joseph Losey e hice tres filmes con él y también escribimos uno más que nunca se realizó.<br /><br /></span></span><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;"><em>Usted realizó también una adaptación de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, cosa que parece casi imposible.<br /></em><br />Bueno, yo lo hice. Está publicado, puede leerlo.</span></span></div>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-48625280566766658172009-05-17T22:02:00.000-05:002009-06-30T18:26:04.540-05:00Yeats o la harina de las catedrales<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVHduXgANT_J3DsgFLzEqJ5yO2Nwuvj4XJlnhGVUxjxh1LxbCZ5gqvYQdml-0RCm5hYnGBdk6xsIbTKBkGsaeOvmqKP-tsz0Kt3awNdR5dHokJtjzUYQwJ7A-tljARXyllCDTSQw/s1600-h/W_B_Y.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5337000324357807218" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 227px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVHduXgANT_J3DsgFLzEqJ5yO2Nwuvj4XJlnhGVUxjxh1LxbCZ5gqvYQdml-0RCm5hYnGBdk6xsIbTKBkGsaeOvmqKP-tsz0Kt3awNdR5dHokJtjzUYQwJ7A-tljARXyllCDTSQw/s320/W_B_Y.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"><span style="font-size:130%;">La poesía de William Butler Yeats, buscador de héroes sobre navegaciones de universos catedráticos, gira sobre dos ejes básicos: la defensa de la identidad nacional de Irlanda, antes de que apareciera el IRA, y la exploración de los misterios psíquicos y sobrenaturales (fue muy aficionado a la cábala y el ocultimo). De la primera nace su interés por los mitos y el folclore de su tierra; de la segunda, su abundante y difícil simbología: árboles, pájaros, rosas, escaleras, pozos, etc. "La rosa" y "El viento entre las cañas", de influencia simbolista, contienen leyendas, paisajes y recuerdos de Irlanda. "La Torre" recoge sus preocupaciones intelectuales y místicas y su nostalgia del pasado. El amor y la pérdida de la juventud le inspiraron también hermosos poemas.<br />Existe un poema, "Cuando seas vieja", rescatado, sin duda alguna, de un soneto de Ronsard, que comienza "Cuando seas muy vieja, a la luz de una vela," que remodela el aojamiento del Carpe Diem horaciano o el Colligo virgo rosas, pues el canto al amor, entendido como pérdida de los años en que la belleza puede desaparecer (tema, por otro lado, tópico en poesía), será uno de los más autorizados por Yeats, quien hizo del amor, como de la remememoranza de la juventud todo un apacentamiento lírico, sobre el cual, como ciudadano literario de la carne y la rosa que era, descargó toda su metáfora diurna.<br />En relación a los poemas de raigambre nacionalista, dentro de una adivinación política que desembocaba no en la violencia sino en la belleza, prodemos darnos cuenta de que la poesía de Yeats es de un compromiso soscial y público que pudiera enardecer a las masas optimizadas por un cambio de rumbo en la vieja Irlanda, que supurando las costas, prendía la batahola refulgente de una independencia que estaba, desde hacía tiempo, medida por la batimetría fijada de los océanos,. Yeats se había dado cuenta de todo y lo hacía bruñir en sus poemas, que profundamente, para que quedaran asolados ante el mundo, pero inmensamente comunicantes, William Butler Yeats, más conocido por las iniciales que le nombran, fue un nacionalista irlandés que bebía cerveza mietras componía versos en los acantilados de Irlanda, intentando que la canalización de su compromiso político, desde el punto de vista literario, pudiera ser utilizada para el avance de las libertadoes asociativas y para la consolidación de un crisol de ya viejas aventuras sociales y públicas, intentando ayudar en lo que pudiera al crecimiento natural del nacionalismo irlandés. Quizá Yeats iba para revolucionario y quedó en poeta, que no se sabe ya que es lo mejor, porque la poesía no es que sea revolucionaria sino que siendo revolucionaria deja de ser poesía, pues el compromiso social y político hay que dejarlo, creemos nosotros, para los obreros y los banderilleros, que son los que tienen que hacer las revoluciones, pues en poesía se debe buscar la vanguardia o la pureza, por no decir el clasicismo o los nuevos u otros ocultos estilos literarios que no se sabe por dónde fatigan la metáfora y la natación adjetival.<br />De modo que Yeats, sin ser obrero, como Blas de Otero u Orwell (éste novelista), fue un poeta comprometido, pero este compromiso, quizá, a no ser que sea utilizado a pie de trinchera, como hizo Miguel Hernández, no sirve para nada, pues las hojas políticas, al ser incomprendidas o monótonamente descubiertas, en seguida se convierten en hojas muertas, cual hojarasca volteada por los vientos otoñales. Yeats lo intentó y no le salió bien. Porque un poema nunca podrá mover el mundo, por mucho que el mundo quiera ser movido por un poema. Si bien es cierto que, en ciertos casos, puede más la palabra escrita que la acción, pero esa palabra siempre ha venido desde el terreno de la intelectualidad, nunca desde la poesía, que es una cosa de señoritas y peluqueros.<br />De modo que a Yeats le quedaba mejor su etapa como poeta simbolista, rememorando, en algunas señalizaciones al simbolismo finisecular del diecinueve en el que se movieron Baudelaire y tantos otros. Yeats es seguro que, atajando en su lírica, leyó a Jean Moréas (pseudónimo francés del griego Joannis Papadiamantopoulos), el cual está claro que tomara pseudónimo, pues de otro modo más que poeta hubiera acabado en nadador de piscinas. Yeats, que era un gran ojeador de la tradición poética, pues su imantación literaria era tan contundente como la arquitectura de un edificio eclesiástico, conoció, sin duda, la obra simbolista del nortemaericanoStuart Merrill, convertido en auténtico poeta francés. Yeats, que era un águila de viva cumbre, osciló entre las lecturas de Francis Vielé-Griffin, Henri de Regnier y el simbolismo belga de Rodenbacg, afincado en París, porque París no es que fuera una prostituta, que también, sino que vertía rosas por los callejones antes de que los estilos literarios principaran a amar a los perros diurnos, y también el belga Verhaeren, y Maeterlinck. Ortro caso de puro simbolismo fue George Rodenbach, quien se entregó a la contemplación y la evocación, dando prioridad al objeto observado sobre el sujeto observador le symbole, ce que je vois (el símbolo, lo que veo). Otros casos de crisálidas simbolistas del fin de siécle, que no fue final sino el principio de la carrera de las manzanas, muy curiosas, fueron Emmanuel Signoret, poeeta mediterráneo; Louis Le Cardonnel, que dio un simbolismo religioso ordenándose sacerdote, y Pierre Louÿs, que dio un simbolismo erótico.<br />Yeats, que fue un poeta que vio en el símbolo un modo de conmover, tras la visualización de la palabra, el verdadero sentido de la visualización, supo, al menos esas fueran sus innegables influencias, quien era Albert Semain, como supo de la existencia de Francis Jammes, un poeta lleno de luz y serenidad idílica.<br />Hubo un poeta que cronológicamente es difícil de colocar: Germain Nouveau, quien tiene la importancia de haberse relacionado con Rimbaud y Verlaine (con Rimbaud pasó una temporada en Londres, y, conociendo a Rimbaud, existen posibilidades de que fuera una temporada en el infierno).<br />Lógicamente toda esta escuela tiene dos grandes padres literarios, de los cuales Yeats de ningún modo pudo desembararazarse, estamos habando del simbolismo de Charles Baudelaire y del simboismo de Stephen Mallarmé, pero no es el momento aquí de profundizar en estos dos poetas, pues largo me lo fiaríais.<br />De modo que W.B.Yeats, que como su contemporáneo T.S. Eliot, otro poeta cuyo fama está en las iniciales, aparte de su reconocido patriotismo, cotizó estilo anunciando influencias de un simbolismo mallarmeano; sin embargo, es última preocupación sus frases intelectuales, como decíamos, y sus adentros hacia el iracundo misticismo, aparte de cierta añoranza por un presente ya ocurrido. Si bien lo que más información celebra su manera de profundizar la lírica que derramaba entre misterios contables es el arreglamiento del amor y la pérdida de la juventud, como ya hemos apuntado al principio de este capítulo. Yeats, que fue operado de ántrax entre la bnelleza de las rosas, es poeta de amor, suave como lanzamientos de progresivos atentados contra la violencia, porque amar es violenta fuerza que hiere la razón y la rotura del alma. Yeats amó y fue ese amor el que le hizo ser poeta celebrante de pura poesía amatoria, cual Bécquer o Quecedo o Garcilaso o Rousard, porque ya le hemos buscado la hermandad con el poeta renacentista francés, pues fue Ronsard un poeta celebrante de amor y alentador del entusiasmo por la vida, pues Carpe Diem canto, como Yeats, quien de manera acusada edificó en arte la búsqueda de la felicicidad en los momentos dichosos de la juventud, como si Petrarca o Garcilaso o el Renacimiento entero, como una époica relumbrante y atildada de cuerpo fino, hubieran acudido a escribir el poema, y precisó que era más deseoso vivir el presente, cuando la belleza está atalantada que esperar a que el tiempo pase y se aje la hermosura.<br />De manera que, y ya finalizamos, Yeats, nacionalista irlandés, fue simbolista por culpa del Fin de Siècle, y fue poeta, como Rilke, al fin y al cabo, porque encontró en la poesía ese aplazamiento de la muerte tan necesario cuando la muerte es cúmulo de perros oscuros que ocultan símbolos, llámense rosas, pozos, árboles, bosques, pájaros, silencios, lluvias, y todo un mundo sumergido bajo el lenguaje prístino que está superpuesto y vivo para celebrar el profundo o iracundo amontonamiento del mundo, el cual se ve o no se ve, dependiendo de la insinuación simbólica.</span></div>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-56744544240161734212009-01-07T19:22:00.000-05:002009-01-07T19:26:13.248-05:00CHUCK PALAHNIUK<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiO7v8qXfcUAeU_qE1CLD9Bh39OE_xCx212v__eK1bn9zRPQ5HfBuw2GXmFJRvLrVYS1Kedm1Bv8gi7T7xVLT_RF8WCjb_0rcOk3T4juwnyiATLplQFCCW7HuXhr2Wq-6QYh0fgsQ/s1600-h/chuck-palahniuk-12.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 301px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiO7v8qXfcUAeU_qE1CLD9Bh39OE_xCx212v__eK1bn9zRPQ5HfBuw2GXmFJRvLrVYS1Kedm1Bv8gi7T7xVLT_RF8WCjb_0rcOk3T4juwnyiATLplQFCCW7HuXhr2Wq-6QYh0fgsQ/s400/chuck-palahniuk-12.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5288712082480776178" border="0" /></a><br /><div style="text-align: justify;"><span style="color: rgb(255, 0, 0);"><strong>"Una buena historia debe hacerte reir, provocarte náuseas, y después, romperte el corazón". </strong></span><br /><br />El rostro de Chuck Palahniuk refleja con exactitud el tipo de vida que el autor de <strong>El club de la pelea</strong> y <strong>Diario ha escogido</strong>. La textura de su piel revela que el escritor ha invertido en humectantes y tratamientos faciales, pero sus facciones permanecen duras y prematuras arrugas dan cuenta de una juventud vivida a pleno. El mismo ha confesado que sus técnicas de investigación tienen algo de suicida.El más notorio residente de Portland, Oregon, es el hombre que convirtió a Bret Easton Ellis en intrascendente. Su insolente pluma no se amilana a la hora de describir destripamientos (Haunted) o accidentes aéreos desde el punto de vista del pasajero (Sobreviviente). El contexto justifica sus excesos: sus personajes pueden aparecer exagerados, pero a la larga su propósito es tan ordinario como conectar con otro ser humano. Para algunos, la alienación de la vida moderna sólo permite alcanzar semejante objetivo a través de grupos de apoyo para enfermedades que no padecen o golpeando a alguien hasta ver hueso.Palahniuk pasó de figura de culto a ser parte de la cultura pop debido a la adaptación cinematográfica de su libro El club de la pelea. Gracias a resueltas actuaciones de Brad Pitt y Edward Norton y la dirección de David Fincher ("Seven"), la historia del grupo de sujetos tratando de reconectar con su masculinidad y degenerando en células terroristas, hizo pública esta nueva sensibilidad, con suficiente material para saciar al nuevo séquito que la película despertó.Quien asista a una lectura de Palahniuk descubrirá que el autor no es sólo pose. Con tal de entretener y divertirse él mismo, Palahniuk es conocido por arrojar bombas fétidas a su audiencia y responder cartas de sus fans con pequeñas encomiendas. El escritor sencillamente no responde a la imagen del versado y fatuo representante de la literatura contemporánea norteamericana.Nos encontramos en Vancouver, a donde viajó para juntarse por primera vez con uno de sus autores preferidos, Douglas Coupland (Generación X), en vísperas del lanzamiento del último libro del canadiense. Palahniuk trabaja el estereotipo: bebe café negro, sin azúcar, y te perfora con una mirada inquisitiva y afable a la vez.<br /><br />- <strong>¿Alguna vez has tenido resquemores a la hora de asistir, por ejemplo, a una sesión de sexalcohólicos anónimos cuando estás investigando para un libro?-</strong><br />He sido bendecido con una impulsividad inconsciente. Si alguna vez no me siento cómodo, invito a un amigo, como cuando fui al Festival Testicular. Es también una manera de mantener mis amistades.<br /><br /><strong>- ¿Qué le da valía a una historia para convertirse en parte de tus libros?</strong><br />- Un profesor me enseñó que una buena historia debe hacerte reír, provocarte náuseas y, al final, romperte el corazón. Descubrí que estos relatos no son fáciles de contar para quienes los viven. Muchos de mis lectores vienen a mí porque confían en que yo no los juzgaré. Si es un recuerdo muy doloroso, y yo me puedo reir de él, quien me lo está contando se sentirá mas cómodo y será capaz de repetirlo un poco mejor la próxima vez.<br /><br />REPORTERODEL CRIMEN.El autor se graduó en 1986 de periodista en la Universidad de Oregon, aspecto que se traduce en la casi naturalista atención al detalle de sus obras. Un hecho de sangre, a su vez, teñiría sus textos de romanticismo y muerte: su padre conoció a una mujer a través de un aviso clasificado. El ex marido de ésta, un neonazi, la había amenazado de muerte si alguna vez la encontraba con otro hombre. Como era de predecir, la mujer y el señor Palahniuk serían asesinados por el sujeto. Eros y Tánatos en estado puro.Palahniuk reveló su homosexualidad hace dos años en una entrevista con "Rolling Stone". No porque fuera un misterio, sino porque nadie le había preguntado antes. El autor ha mantenido una relación estable por once años, probablemente el aspecto más impensado de su personalidad, juzgándolo sólo por sus escritos.<br /><br /><strong>- ¿Dirías que ser feliz sería contraproducente para tu trabajo?</strong><br />- Absolutamente. Uno escribe para capturar esa parte de la propia existencia que no ha sido asimilada y la disectas hasta que no esté más ahí. Para tener material, tú tienes que perseguir la miseria y este tipo de experiencias.<br /><br /><strong>- Pero hay algo inherentemente perverso al buscar la infelicidad.</strong><br />- Depende. Si lo enfrentas como un juego, con reglas temporales, tú todavía puedes divertirte. Cuando termino un libro, habré detallado todos mis sentimientos acerca del asunto que me aproblema y ha dejado de ser un tema de preocupación. Algunas veces es incluso un evento material: hace varios años tuve una vecina que tocaba <a href="http://200.59.130.78/Detalle.asp?NotaID=4805#">la radio</a> increíblemente fuerte y música que yo detestaba. Discutíamos seguido, llevamos el tema a la municipalidad, y nunca pudimos resolverlo. Por ese entonces escribí Nana, que era sobre un arrullo asesino. De vuelta de una gira para promocionar el libro, mi vecina se había mudado. En medio de la noche. Después de 15 años. Sin una palabra de advertencia a nadie.<br /><br /><strong>- ¿Cuál es la más errónea interpretación de tu trabajo?</strong><br />- Que mis libros son nihilistas. O que sólo escribo para choquear a mis lectores. Si hay un elemento común en mis novelas, es que en el fondo son romances. Todas giran en torno a un individuo enajenado que se identifica a sí mismo como antisocial. En cada uno de mis libros, el sujeto crea las circunstancias que le permiten volver a insertarse en la comunidad, normalmente de la mano de una pareja.<br /><br />Los libros de Chuck Palahniuk están plagados de guiños, ya sea a sí mismo (las palabras "liebrecilla azul" y el nombre Gwen aparecen en cada uno de sus libros) o a sus autores favoritos. "La trivia establece la autoridad del narrador. La gran mentira en cada una de mis historias se construye sobre un montón de pequeñas verdades, de modo que, cuando le revele al lector la gran mentira- como que Tyler Durden es una persona y no parte del inconsciente del protagonista- , éste se la tragará sin cuestionarla".Lo extravagante de su prosa se traduce también a sus técnicas a la hora de sentarse a escribir. "Me gusta ponerme en situaciones en las que estoy atrapado sin nada que hacer, como una lavandería o el taller donde están arreglando mi auto. Viajes largos en auto son perfectos, porque tu cerebro comienza a sonar despierto. Siempre traigo un laptop conmigo... ¡El baño! Escribo toneladas cuando estoy tomando una ducha".- Eso no lo creo.- Hey, Stephen King escribe en el baño. ¡Catherine Dunn escribe en la piscina! Hay algo en el agua que facilita el fluir de las ideas.<br /><br /><strong>- Los derechos de "Sobreviviente", donde el protagonista secuestra un avión, fueron adquiridos por Fox, pero la idea fue abandonada luego del ataque al World Trade Center. ¿Hiciste tú la misma conexión?</strong><br />- No, para nada. Más cercano a la realidad me pareció El club de la pelea. Quedé realmente choqueado por el final de la película. Se parece tanto a lo que sucedió el once de septiembre, es difícil para mí siquiera verlo. Sobreviviente fue recientemente adquirido por el equipo que hizo la película "Constantine", así que todavía hay esperanza.<br /><br /><strong>- ¿Crees que "El club de la pelea" podría convertirse en película hoy?-</strong><br />De ninguna manera. No creo siquiera que pudiera escribir la misma novela hoy. No es que me sienta responsable por los verdaderos clubes de pelea que la historia originó. Hasta el día de hoy, sigo recibiendo cartas de gente que jura que eran parte de clubes de pelea sesenta años atrás, durante la Segunda Guerra Mundial. Esa es mi coartada: lo que sea que pueda concebir, probablemente ha habido 10 mil otros que ya pensaron lo mismo.<br /><br /><strong>- ¿Qué es lo que más te molesta de los medios?</strong><br />- Nunca me ha gustado dar opiniones o hacer evaluaciones morales, pero el nuevo periodismo me fastidia. Murió con Hunter S. Thompson. Hay más cronistas interesados en sus propias reacciones que en lo que están reporteando. El verdadero monstruo de nuestra era es la destrucción de la credibilidad. Internet nos convirtió a todos en fuentes de noticias y hay tantas perspectivas que se presentan a sí mismas como hechos, que por eso mismo ya no hay una única verdad. Es una situación realmente atemorizante.<br /><br />La próxima novela de Palahniuk podría ser catalogada como de ciencia ficción, aunque desde cierto ángulo, casi todos sus libros lo son. Al mismo tiempo, el autor espera debutar como dramaturgo este año. De todos sus textos cuyos derechos han sido adquiridos por Hollywood, el que tiene la mejor chance de transformarse en película en el corto plazo es Asfixia. El protagonista podría ser Heath Ledger ("Secreto en la montaña").<br /><br /><strong>- ¿Cuál es tu lema, Chuck?</strong><br />- Hazlo ahora, discúlpate después.<br /><br />PARA ESTÓMAGOS FIRMES. Dos nuevos libros de Chuck Palahniuk están por ser publicados en español. En Haunted, un grupo de escritores participan en un retiro que, según su anfitrión, los convertirá en acabados autores. Desafortunadamente para ellos, el retiro consiste en encerrarlos en un teatro abandonado. Sin comunicación, electricidad, comida y agua, los invitados producirán el mejor trabajo de su vida, lo que no significa que alguien llegará a verlo.Stranger than Fiction reúne ensayos y crónicas periodísticas tan variadas como la lucha libre o un día en la vida de un perro callejero. También hay retratos de gente cuya sensibilidad es similar a la de Palahniuk, como Marilyn Manson o Amy Hempel (su mayor influencia literaria). Por último, indaga en los rincones más inaccesibles de su alma y revela viñetas de su vida, incluyendo el asesinato de su padre a manos de un supremacista blanco.<br /><br />Por Jorge Ignacio Castillo.Fuente: Diario "El Mercurio"Más información: www.diarioelmercurio.com<br /></div>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-35591055138440164502008-11-17T13:34:00.000-05:002008-11-17T13:42:09.829-05:00Roberto Rubiano<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1GiaVA75qAwmVzE1tTCuem5Qc03_55kMVZHmWuYSYTD0kc_4O5WaWW1wx2eL4YZaJOHBhrcuK95tlLuKFXu-erPz6J7Gs10PnzsIG5rUWuzf5G198Q2m6hD0D9rz6R8R-C1d-1w/s1600-h/Nueva+imagen.JPG"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1GiaVA75qAwmVzE1tTCuem5Qc03_55kMVZHmWuYSYTD0kc_4O5WaWW1wx2eL4YZaJOHBhrcuK95tlLuKFXu-erPz6J7Gs10PnzsIG5rUWuzf5G198Q2m6hD0D9rz6R8R-C1d-1w/s400/Nueva+imagen.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5269698005639243650" border="0" /></a><br /><p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Comencemos con una catarata de lugares comunes: Roberto Rubiano Vargas es uno de los mejores escritores vivos que tiene Colombia. Sin embargo, es uno de los más desconocidos. Lo lee una camarilla de iniciados que cultiva una pasión secreta por el cuento -un género que los tipos del departamento de mercadeo de las editoriales no quieren porque dicen que no se vende- y una pasión esotérica, casi <i>demodé</i>, por la literatura negra o policíaca. Rubiano se mueve entre esas dos aguas inciertas y a la fecha lleva a su cuenta tres libros de cuentos, una novela, dos libros infantiles y una antología de consejos para escritores por escritores, <i>Alquimia de Escritor</i>.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">¿Por qué algunos de sus libros venden apenas medio millar de ejemplares, cuando se trata de narraciones de espléndida factura, hechas con oficio de escritor, de un escritor que tuvo muy clara su vocación desde muy joven y desde entonces no ha hecho más que prepararse y prepararse para su destino manifiesto, mientras que otros escritores manifiestamente mediocres venden hasta 30000?</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">La respuesta es muy simple: porque en la actualidad la literatura se ha vuelto más asunto de mercadeo que de arte, y Rubiano es pésimo para mercadearse a sí mismo. O por lo menos de eso lo acusan algunos de sus editores, quienes quisieran que se exhibiera más, que firmara más libros en librerías, que concediera más entrevistas (o lo que es peor, que se las lagarteara).</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Esa posición de los editores confirma algo que cierta escritora amiga mía me dijo sobre cómo se alcanza el éxito ahora en este oficio tan difícil: lo que menos importa en un escritor moderno es que escriba. Lo que importa es que <i>parezca</i> un escritor. Saber escribir es una cualidad deseable pero prescindible. (Estamos hablando de que apenas <i>escriba</i> , no de que <i>escriba bien. </i>La obra de estos escritores de mercadeo modelo Jaime Bayly debe existir al menos como textura gráfica antes que como texto: y para el caso de que alguien decida leerla, debe tener el discreto nivel de un artículo provocador para una revista de Miami como Maxim). Lo que es imprescindible del escritor de mercadeo es que pose de escritor. En esta materia un escritor contemporáneo debe ser un experto. Debe llamar la atención con su ropa y sus compañías. También puede “epatar” con sus opiniones iconoclastas, pero esto último también es prescindible. Si opina sobre moda o sobre sexo, es útil porque sube las ventas. Pero si opina sobre, digamos, las patentes transgénicas y la biodiversidad, es mejor que guarde silencio: menos complicado y más útil. Un silencio bien administrado puede interpretarse como inteligencia y dar mayores resultados a nivel de mercadeo. Aún más útil resulta empelotarse en la portada de un pastiche, como hace Efraim Medina, cuyos libros apenas alcanzan la calidad de un largo artículo de la revista Soho (esa sí una técnica de masturbación para Batman y Robin) o publicar una ininteligible ópera prima mientras se anuncia una novela genial que se tiene en preparación. Esta novela genial puede ser un simple recuerdo de días de infancia contada de manera lineal, sosa y plana, literal, sin ninguna recreación, juego de tiempo ni profundidad alguna, como hace Santiago Gamboa: no importa. Si contiene suficientes alusiones al trópico, algunos recuerdos del abuelo sobre la dictadura o la frágil democracia y uno que otro juicio político común a nuestras sobremesas dominicales, será suficiente para llamarle la atención a algún despistado editor barcelonés.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Ahora bien, Rubiano NO es un escritor moderno (no posa de escritor) sino un escritor a la antigua: un escritor que escribe. Escribe con pasión, con método, con sutileza y con arte, y por lo tanto merece ser leído por lectores que lean con los mismos atributos. Es decir, lectores que no están en el espectro de los tipos del departamento de mercadeo de las editoriales. Los lectores que buscan los tipos del departamento de mercadeo son los llamados<i> de nicho </i>, es decir, que combinen poder adquisitivo, nivel social y gusto ecléctico, y para ellos se editan libros a su medida, libros que provoquen un leve <i> boom</i> de ventas y luego se olviden. Libros asimilados de alguna manera al periodismo, libros que se compren por su actualidad pero cuya relectura es prescindible, o peor aún, indeseable. Como los libros con largas transcripciones de entrevistas que le hacen a Antonio Caballero para recoger sus preciosas opiniones como en misa; el acto de comprarlas es una pulsión de consumo al pasar por la mesa de novedades de una librería de postín, igual a un antojo por un jamón: lo hojearán y lo dejarán enmohecerse en la mesa de noche hasta que alcance el nivel de los rimeros de periódicos viejos y vaya a parar a los tenderetes de libros de segunda en la calle 22. De estos libros lo que importa es que se vendan, no que se lean: es más, dudo mucho de que quienes los compran tengan ninguna intención de leerlos, ni mucho menos de releerlos. Pero sí de exhibirlos al desgaire encima de sus <i>coffee table books</i>, para que sus visitantes se enteren de que son tipos enterados.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Y Rubiano es justamente un escritor que merece releerse. Dije al principio de manera un tanto atrevida para este país de antropofagias, que se trata de uno de los mejores escritores vivos de Colombia. Y repaso la lista, excluyendo de ella al consagrado Fernando Vallejo y al monstruo GGM, y me sobran dedos: vivo está Germán Espinosa, que tiene una antología de cuentos monumental además de <i>La tejedora de coronas</i>. Y vivo está Antonio Caballero, que escribe sus columnas para la galería, y también posa de escritor, pero usa esta pose para seducir y no para vender libros, porque <i>Sin Remedio</i>, que es la novela de la Bogotá de los setentas pero sobre todo la novela de la bogotanidad, no necesita de ningún artilugio de promoción ya que es una novela magistral. Basta con que el editor le haga un poquito de ruido. Vivo también está Roberto Montes Mathieu (<i>El cuarto bate</i>), cuya escasa obra se lamenta. Y vivos están, cómo no, Abad Faciolince, cuyas novelas adolecen de editorialismo, exceso verbal y falta de autoedición, pero hierven, son vitales y van en vía de mejora, y el difícil Luis Fayad de <i>Los parientes de Ester</i>, y el prolijo Juan José Hoyos de <i>El cielo que perdimos</i>, y Laura Restrepo, de cuya obra se destaca sobre todo <i>La novia oscura</i> por su cuidadosa estructura, su bella factura y su extraordinaria anécdota. Dos paisas, dos caribes, cuatro bogotanos. Y pare de contar, a menos que hayamos de considerar literatura ese guión de dudosa sintaxis que es <i>Rosario Tijeras</i>. No están todos los que son pero sí son todos los que están. Entre los miembros de esta arbitraria lista no hay ninguno que pose como modelo: todos son escritores de misa y olla, y no de pasarela.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">En efecto, desde muy temprana edad este bogotano sin remedio que es Rubiano supo que lo suyo iba a ser este destino un tanto incierto. Ser escritor es como ser torero: uno puede convertirse en figura mundial o seguir toreando de pueblo en pueblo, pero de todas maneras se juega el pellejo en cada palabra. Rubiano comenzó a torear muy temprano, hacia 1982, con un libro de cuentos llamado <i> Gentecita del montón</i> que le publicó Carlos Valencia tras hacer el normal tránsito por un premio de cuento de la editorial misma, y que hoy, como casi todo lo de Rubiano, es inconseguible. Rubiano ofrecía con él una perspectiva fresca de la sociedad colombiana, elaborada desde el ángulo de la bohemia local, a la manera de Andrés Caicedo. El valor poético de la vida anárquica, de seres insólitos que transitaban la vida en contravía, entre la droga, la rumba, la marginalidad o la subversión, era una temática novedosa entonces, cuando aún se escuchaban los ecos de la revolución <i>beatnik</i> en Colombia y era válido (casi que imprescindible) ostentar una posición progresista tirada a la izquierda, como lo que hoy día llaman en fútbol “volante de creación”. Profetas de nuevos modos de vida, <i>hippies</i> de la universidad Nacional, anarcos sin destino, mujercitas rumberas: muchos pichones de escritores actuales han abrevado en esa fuente en secreto, como si Rubiano hubiera descubierto de pronto que se podía escribir sobre esos personajes, que había una poética detrás de ellos. Hoy día esa temática luce un tanto anacrónica, pero Rubiano ha trasvasado algunos de esos personajes en sus cuentos modernos (“El gurú Mejía”, por ejemplo, en su libro <i>Vamos a matar al dragoneante Peláez</i>, de 1999), en donde el llamado modo de vida alternativo de las gentes de la Colina de la Deshonra (el barrio La Macarena de Bogotá en los años 70, detrás de la plaza de toros), adquiere una perspectiva madura, ya distante en la historia. Hay un escritor que acompaña a Rubiano en esa visión zurda de la vida bogotana, y es su íntimo amigo Antonio Morales Riveira, el brillante periodista hijo de Próspero Morales (<i>Los pecados de Inés de Hinojosa</i>), que figuraría en la atrabiliaria lista de arriba si hubiera hecho la tarea. Muestra de ello es su magistral cuento “El del ritmo no eras tú”, publicado en la antología <i>El último macho</i> donde se reúnen textos de tres generaciones de Morales. Mas no importa, seguiremos esperando la eterna novela en preparación de Morales, hasta el último día de la eternidad.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Felizmente Rubiano se aleja de esa temática marginal, que de alguna manera era estrecha de miras, como quiera que se deriva de un fanatismo, y lanza su declaración de guerra literaria con <i>El informe de Galves</i>, en 1993. En términos de mercadeo Rubiano fue durante los años 80 lo que los editores llaman “una promesa literaria”, criterio basado en la ecuación <i>premios+corta edad= éxito+billete, </i>y que José Saramago se ha encargado de denunciar en repetidas entrevistas con su habitual lucidez. Este <i>síndrome de Rimbaud</i> es en realidad una premisa falaz traída del mercadeo, según la cual un escritor joven vende más por el solo hecho de serlo, teniendo en cuenta como valor absoluto y como factor de ventas primero la juventud y luego la calidad. Por eso rara vez se tienen en cuenta en Colombia <i>óperas primas</i> de gente de más de 40 años, sin recordar que Conrad abandonó la marina mercante por la literatura ya bien entrado en los cuarenta y que gente como Vallejo, GGM y Mutis han producido sus grandes obras en la madurez.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Pero en lugar de infligirnos un alud de obra irregular para darles gusto a los tipos de mercadeo, Rubiano hizo dos movimientos extraños: se silenció durante unos años y se exilió en el Ecuador detrás de un amor (cuando lo políticamente correcto habría sido marcharse a París, lo cual tampoco garantiza nada, según ha podido verse en otros escritores contemporáneos). Tenía otras pasiones, además de la literatura, y probablemente no tenía nada qué decir aún (“aún” en los términos de tiempo de los editores). Sus otras pasiones eran a saber, la fotografía, el cine documental y la investigación. Produjo un par de libros fotográficos y expuso como artista, participó como investigador en libros sobre historia de la fotografía, fundó en Quito un bar de salsa que le da un mediano pasar (“Seseribó”), y trabajó en periodismo cultural y en edición. En el entretanto, tuvo tres hijos. Como consecuencia natural de este hecho en un escritor, produjo algunos libros infantiles, que se cuentan entre sus obras más vendidas, y curiosamente orientadas hacia la novela negra.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Pero estábamos hablando del <i> Informe de Galves </i>y la declaración de guerra hacia la novela negra. En 1993 Rubiano es ya un escritor preparado, aunque no necesariamente maduro, pero ha dejado pasar mucho tiempo desde la salida de su primer libro, y lo más grave, ha dejado de <i>sonar. </i> <i>El informe de Galves </i>pasó inadvertido, excepto para un (valga la expresión) <i>nicho</i> de lectores formado en la lectura del cómic moderno y en las novelas de Dashiell Hammet como <i>Cosecha Roja</i>. Su cuento “La muñeca de ébano” es un sutil homenaje a <i>El halcón maltés</i> . En este libro Rubiano se decanta por el género negro, abandonando las anécdotas de los artistas marginales, pero adaptando el género al trópico y más exactamente a Bogotá. Una ciudad de inmigrantes y de delincuentes, que no había tenido quien cantara ese ángulo suyo de mujer torva, dura y cínica, atractiva y fatal como un mal bolero.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Con <i>Galves</i> Rubiano alcanza la maestría en el manejo del cuento como género literario. Pero no del cuento corto, repentista, que está tan de moda como solución para exhibir el ingenio por parte de escritores y editores, sino del cuento profundo y complejo, matizado y largo. Un tipo de cuento rayano en la novela corta, pero de manejo mucho más difícil que la novela misma, porque sigue siendo un cuento, es decir, una flecha que se dirige hacia su destino sin desviarse en lo más mínimo y en busca de producir un efecto demoledor y no una serie de matices de sentimientos, según rezan los cánones de Horacio Quiroga y de Hemingway. Cuentos como “Los papeles de Juan de la Cuesta”, o personajes como Larsen, el protagonista de “Un editor pirata”, demuestran este aserto.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Pero esa maestría no le garantiza a Rubiano suficiencia en el terreno novelístico, porque se trata de géneros distintos. Una cosa es pintar un fresco social a través de unos personajes novelísticos y otra transmitir un sentimiento por medio de un cuento. Luego de una ardua separación conyugal, Rubiano vuelve al ring y produce <i>Vamos a matar al dragoneante Peláez</i> , segundo volumen de cuentos con una característica peculiar: son un recorrido por la historia de la Bogotá del siglo XX. Pinta las distintas épocas de la ciudad y es para mí su libro más logrado, mucho más que su novela <i>El anarquista jubilado</i>, del 2002. En el <i>Dragoneante</i>, este escritor que se autoadscribe a la novela negra pero es más bien un hiperrealista, logra mejores cuentos sobre tiempos históricos que actuales. El <i>Dragoneante</i> está ordenado cronológicamente, y su cuento mejor logrado es el primero, que transcurre en la época de la guerra de los Mil Días. Hernando, Elvira y Joaquín Perdomo se mueven en un ambiente denso de finales del siglo XIX, donde el honor es una apariencia y los canallas se aprovechan de los ingenuos que creen en él. Una historia de espionaje que transcurre a caballo, entre postas y cartas en alforjas de cuero llenas de secretos, conduce al protagonista a una trampa militar que despejará el camino del canalla hacia la mujer de sus sueños y enterrará de paso al partido liberal. Aunque pretenda enmarcarse en el género negro, este cuento traspasa ese estrecho marco y vuela mucho más allá, hacia la interpretación de la naturaleza humana, que es en últimas de lo que se trata esto de la literatura.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">El libro avanza con cuentos representativos de cada década. Conocemos a míster Portila, un oscuro abogado encargado de cuidar un gringo que investiga en la Bogotá de los cuarenta y termina asesinado. A Máximo Frisone, escultor y anarquista de la época de la fundación del partido comunista en Colombia, hacia 1930, que intenta volar la fábrica de Bavaria enfrente del actual Museo Nacional, entonces cárcel. Al Gurú Mejía, personaje que descrestaba juventudes en la Universidad Nacional de los setentas y se convierte poco a poco en su propia sombra. Y a Culoetrueno, travesti y mesero de un peligroso bar gay del sur de Bogotá. Todo un fresco de la ciudad.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Rubiano y yo estamos en un coqueto restaurante de la Macarena bogotana, absurdamente caro y pretenciosamente parisino, un restaurante más de esos que se nutren de la memoria de Jaime Garzón y de la fama ya lejana que tuvo el barrio en su época de bohemia. Rubiano recorre con nostalgia estas mismas calles de andenes rotos, cubiertas de mierda de perro que tuvieron un encanto especial hace veinte años, cuando funcionaban bares como La teja corrida y El palomar en casas hoy abandonadas. </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Entre bocado y bocado de <i> prosciutto</i>, Rubiano, que es un tipo alto y fornido, con físico de exciclista o de estibador de barcos, de tez mora y barba entrecana que le da un cierto encanto mediterráneo, me cuenta de los tres proyectos de novela que tiene en mente: uno sobre inmigrantes colombianos al Ecuador -vaya, qué original- otro sobre tráfico de obras de arte -me acuerda de <i> Tintín y el arte alfa</i>, cómic póstumo de Hergé- y una novela histórica. Salta ofendido, como si le hubiera echado alcohol en un ojo, cuando le digo que <i>El anarquista jubilado</i> es una novela más bien poco verosímil y de anécdota difícil de seguir, y que sus <i>fans</i> que hacemos procesión a San Librario para conseguir un ejemplar del <i>Galves</i> para regalar, esperamos una segunda novela que alcance el nivel de sus cuentos. “Pero si son cosas que me pasaron a mí” protesta, y entonces descubro que Mariana Llano, la bella cineasta que persigue traficantes de fauna y tiene sexo triste en <i>El anarquista jubilado </i> es el propio Rubiano, que estuvo haciendo documentales sobre ese tema en el Ecuador. A los traficantes de fauna se sobrepone una compleja trama de tres tipos que hace treinta años buscaban con un mapa de tesoro el cadáver de Camilo Torres para lograr la paz de Colombia, pero en el fondo, para hacer plata. Ahora los tipos están en orillas opuestas de la vida, el uno como traficante, el otro como ecologista y el tercero como borracho desilusionado de la revolución, que se la pasa leyendo a Shakespeare en la edición de papel biblia de Aguilar. Todo ello refuerza mi convicción de que la verosimilitud en literatura tiene poco que ver con la verdad realista, y devuelvo la conversación al tema de los proyectos de novela.</span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;"> </span></p> <p class="MsoNormal" style=""> <span style="font-family:Times New Roman;">Rubiano me habla con pasión de su proyecto de novela histórica, que transcurrirá en planos paralelos entre finales del siglo XIX (como el cuento de Hernando y Elvira) y finales del XX. El mismo ejercicio del <i>Dragoneante</i>, que tiene unidad de estilo mas no de trama. Todo gran libro de cuentos es el germen de una gran novela, si el autor logra concretarla. Intuyo que si Rubiano logra concretar ese vasto proyecto de novela histórica, se consagrará, sin que importe su edad, la opinión de los tipos de mercadeo o las 600 páginas que tendrá el mamotreto. Juiciosito, me termino mi ensalada sin controvertir más, y muy dentro de mí oro para que Rubiano abandone el proyecto de los inmigrantes colombianos a Ecuador y se consagre a su gran fresco novelístico y me voy a mi casa a releerme <i>Los papeles de Juan de La Cuesta</i>, la historia de una edición príncipe de El Quijote perdida en Bogotá entre aristócratas sin escrúpulos, ladrones de antigüedades y un anarquista desesperado que quiere destruirla. </span></p> <p><br /></p>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-37858710231387461802008-08-13T16:53:00.000-05:002008-08-13T17:16:23.505-05:00JACK LONDON: LA LEY DEL MAS FUERTE<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQ1WCioIco_L6OoViBLDO56Yawcqd-jmx1TFyOysJt_zXcMAE5O6a4Eu56QgHbX0h_gUK7fkA7eERQev0xbRNHXEyZRPeXVRI-PihbrHLo286iUHlYU2Luv58IctPuOT7PwWVFZA/s1600-h/08-jack&joan-big.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQ1WCioIco_L6OoViBLDO56Yawcqd-jmx1TFyOysJt_zXcMAE5O6a4Eu56QgHbX0h_gUK7fkA7eERQev0xbRNHXEyZRPeXVRI-PihbrHLo286iUHlYU2Luv58IctPuOT7PwWVFZA/s400/08-jack&joan-big.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5234124779803561506" border="0" /></a><br />Por: Jose Angel Barrueco<br /><br />Dos defunciones distintas jalonan la leyenda del escritor, idealista y aventurero <span class="autor">Jack London</span>: una muerte accidental y una muerte por mano propia, ambas tras larga enfermedad.<br /> Corre el filo de la madrugada del 22 de noviembre de 1916. En el interior de la hacienda "Beauty Ranch", en Glenn Ellen, California, sobre el lecho, un hombre acabado combate la agonía de los dolores renales, el desasosiego del insomnio, la decadencia física y moral a la que el consumo frecuente de alcohol le ha empujado, la infelicidad conyugal, el desencanto y el rastro de una existencia dilapidada entre borracheras, derroches de fortuna e innumerables aventuras. En los últimos tiempos, para atenuar los padecimientos de la enfermedad, ha sustituido los analgésicos y el alcohol por la morfina y la heroína.<br /><br />Se llama Jack London y la fama de sus cuentos y de sus novelas y su militancia en el socialismo han atravesado las fronteras y los países. Encima de la mesilla esperan las drogas. Con determinación y acaso el pulso tembloroso, y la frente perlada de fiebre y de los tormentos de la vigilia perpetua, toma en su mano la aguja y se inyecta una sobredosis de sulfato de morfina y de sulfato de atropina. La burla del destino quiere que ambas drogas actúen de forma contraria, luchando una contra la otra, lo que le depara, en lugar de una muerte súbita y sin dolor, una agonía de varias horas.<br /><br />Acaso en aquellos momentos el escritor, atareado en la batalla contra el suplicio, alcanzara a recordar el hermoso final de su novela autobiográfica <span class="titulo-libro">Martin Eden</span>, donde, como en un oráculo literario, parecía haber configurado el que sería su fin. El escritor Martin Eden, inquieto e insomne en La Mariposa, el barco que navega rumbo a los Mares del Sur, y presa de los desvelos de la noche, salta al mar, tras descubrir el camino en unos versos de Swinburne. Su resolución es desconsoladora y uno de los finales más hermosamente tristes de la literatura: "Primero nadó un rato. Un bonito de los que siguen a los barcos le mordió y le quitó la carne. La Mariposa se alejaba. Dejó de nadar y se instaló en la vertical. Le rodeó como una hoguera radiante. Después, tenebrosidad". Martin Eden viaja a los Mares del Sur decepcionado por haberse traicionado a sí mismo: el ascenso a una clase social elevada, gracias a la fama que, después de una época de rechazo editorial, ha logrado con sus escritos, le proporciona la idea de que ha vendido su anterior vida de hambre y miseria por los regalos y el relajo de la sociedad que antaño despreciaba. Sin dejar un reguero de cartas de despedida ni testamentos, con el denuedo de un suicida sin vacilaciones, se arroja por la borda.<br /><br />Tal vez Jack London recordara las últimas palabras que había escrito en aquella novela cuando se inyectó las drogas, sin detenerse a redactar manuscritos de despedida ni anotar en un diario su decisión. O tal vez, como cuenta otra de las leyendas en torno a su confuso tránsito, muriese de manera accidental, sin saber que aquel veneno mixto le empujaría aprisa hacia la tumba. En cualquier caso, y siguiendo a <span class="autor">Borges</span>, London "agotó hasta las heces la vida del cuerpo y la del espíritu. Ninguna lo satisfizo del todo y buscó en la muerte el tétrico esplendor de la nada".<br /> Jack London había nacido cuarenta años antes, en 1876, en San Francisco, bajo el nombre de <span class="autor">John Griffith</span>, hijo de una espiritista soltera llamada <span class="autor">Flora Wellman</span> y de un astrólogo ambulante y periodista, <span class="autor">William Chaney</span>. El muchacho, dado el carácter enfermizo de su madre y la desaparición de su padre, fue criado por una antigua esclava, Virginia Pentiss. Pronto, Flora Wellman contraería matrimonio con un veterano de la guerra, John London, de quien John Griffith tomó el apellido.<br /><br />Mientras comienza su educación, empiezan sus primeros pasos en el mundo de la miseria y el hambre. Con diez años ya vende periódicos en la calle durante la noche, hasta que llega la hora matutina de entrar al colegio. Desde entonces, junto al hambre como camarada que le roba la infancia antes de clausurarla, atraviesa un periplo en el que prueba en sus carnes los oficios más embrutecedores y dispares: ladrón de ostras, agitador político, contrabandista, pescador, soldado, marinero, buscador de oro en Alaska... Probó en sus labios la hiel del vagabundaje y, consumido por el escorbuto y el fracaso en su búsqueda de oro, regresó para iniciar una carrera literaria que iba a acarrearle fama mundial y una fortuna que derrocharía en viajes, borracheras, granjas y donaciones, siempre titubeando al filo de la ruina.<br /><br />Jack London compagina su militancia en el socialismo con el descubrimiento de autores como <span class="autor">Nietzsche</span>, <span class="autor">Spencer</span> o <span class="autor">Darwin</span>. De estas lecturas contradictorias nace un personaje complejo; en sus obras se refleja su pasión paradójica por el individualismo nietzscheano y por el colectivismo socialista. De su trayectoria vital, como de una mina de la que extrajese oro, extirpa la materia aventurera que servirá de base literaria para sus cuentos y novelas. Algunas, como <span class="titulo-libro">Colmillo blanco</span>, <span class="titulo-libro">Martin Eden</span> o <span class="titulo-libro">La llamada de la selva</span>, han alcanzado por derecho propio el rango de clásicos.<br /><br />London ha sido un hombre de acción y esa acción, esa supervivencia del hombre por salir adelante en un entorno hostil, cuaja con acierto en sus libros, narrados con sentido del ritmo y nervio. Con treinta años es el escritor mejor pagado de su país, y a lo largo de su trayectoria literaria publicaría más de cincuenta libros, convirtiéndose en lo que hoy conocemos como autor de best-sellers, pero dotado de un gran talento. Fue el típico escritor que ha vivido todo cuanto luego ha escrito. Su maridaje entre experiencia y literatura es completo. Pero no sólo se alimentó de filosofías contradictorias y aventuras en buques: de las bibliotecas desempolvó material abundante de lectura para perpetuar esa condición tan americana de "hombre hecho a sí mismo".<br /><br />Todo su itinerario por los lados salvajes de la vida culmina aquella madrugada de 1916, en el lecho de su hacienda, carcomido por la ruina física y moral, con esa sobredosis que, acaso con el pulso tembloroso, se inocula para apaciguar el rigor de los sufrimientos. La frialdad con que su personaje Martin Eden escoge su punto final nos recuerda también al protagonista de <a href="http://www.literaturas.com/v010/sec0309/suplemento/burlado.htm" class="autorenlace-rojo">El burlado</a>, cuento de London recuperado recientemente en la antología de <a href="http://www.literaturas.com/v010/sec0309/suplemento/suicidas.htm" class="autorenlace-rojo">Suicidas</a>. En este relato un hombre ve aproximarse su muerte mediante la tortura lenta y dolorosa, que sus enemigos acaban de infligirle a sus compañeros. Sabe que sólo la astucia y la elocuencia podrán granjearle una extinción rápida y digna, un pasar al otro lado sin llantos ni súplicas innobles.<br /><br />De ese mismo modo, como su Martin Eden, como el Subienkow de El burlado, como el viejo indio ya inservible de <span class="titulo-libro">Ley de vida</span> que es abandonado a morir frente al frío del ártico y las manadas de lobos tras haberse convertido en una carga para los suyos, queremos creer que Jack London aceptó su destino, sin quejas ni llantos, con la determinación de quien se sabe vencido en esa lucha que marcan las leyes de la supervivencia. La ley de la selva y la ley del más fuerte.Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-35751142.post-86253815353178233852008-05-25T17:46:00.000-05:002008-05-25T18:11:06.567-05:00LAS VISIONES DE FERNANDO DENIS<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYpG43PVSHQ0AK_8lPpCP9RbbO5VrgoloOrb8s4PD_z_UnVq-YC6yadCCDg88gbqcjs5J5TAMVHzRET3IuUDVUtjSHS6wMo_UKJ5lJD6XYVCjvQEwvRA2iXRJkD1DPyZLmw6W5Xg/s1600-h/fernando_denis.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYpG43PVSHQ0AK_8lPpCP9RbbO5VrgoloOrb8s4PD_z_UnVq-YC6yadCCDg88gbqcjs5J5TAMVHzRET3IuUDVUtjSHS6wMo_UKJ5lJD6XYVCjvQEwvRA2iXRJkD1DPyZLmw6W5Xg/s400/fernando_denis.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5204456558404827602" border="0" /></a><br /><p class="blogSubject">LAS VISIONES DE FERNANDO DENIS / NICOLÁS SUESCÚN <br /><br /><a href="http://blog.myspace.com/index.cfm?fuseaction=blog.viewCategory&FriendID=332094502&BlogCategoryID=25"></a> </p> <p class="blogContent">El poeta que hoy presento es una paradoja viviente: escogió para firmar sus libros un seudónimo tan común o más que su nombre verdadero —José Luis Gonzáles Sanjuán—, y a pesar de llevar una vida sórdida, por lo pobre, aunque no despreciable —como quiso calificarla uno de nuestros novelistas—, se ha proclamado prerrafaelista —esa sofisticada hermandad de pintores y poetas ingleses del siglo diecinueve de un romanticismo sensual y casi místico—, y se mueve, nos interna en sus poemas, en un mundo de enorme belleza: los mitos, los personajes y las imágenes de la literatura del mundo, pero sobre todo de Borges, de los prerrafaelistas, claro, y hasta de Christopher Marlowe —el genial dramaturgo inglés que quizás habría sido un digno rival de Shakespeare, de no haber sido asesinado a los 29 años en una riña de taberna—, y de ciertos pintores del romanticismo, como Turner, sobre todo Turner, cuya "…luz demencial que sueña en los espejos, /Monólogo de los crepúsculos bermejos / Fragatas incendiadas de mortales colores", le inspira el título y el tono de su primer libro, La criatura invisible en los crepúsculos de William Turner, o Piranesi, ese grabador genial del siglo dieciocho, que "trazó la arquitectura de los infiernos".<br /><br />Lo obsesionan ciertos temas —, los elementos, el fuego en primer lugar, la pintura, los colores, la noche, el infierno, los espejos, el doble y lógicamente para este férvido hijo del trópico, la nieve, los lagos de hielo, los hielos azules— y ciertos personajes de la literatura y el arte. El resumió esos temas, aunque dejando bastante por fuera, en la "Palabra liminar" para este deslumbrante primer libro, donde habla de "mi amor por el sueño, por los colores sin los cuales muere la mirada, por esa criatura que no conozco y que me invade infinitamente, por Borges, cuya genio importa una complejidad para las letras y la soledad del verso".<br /><br />Denis llama a Turner, "hermano del fuego" y le pide que su espíritu "haga brotar llamas / En nuestras palabras". Este hermoso libro nos transporta a su "dorado" siglo diecinueve y consiste, añade con recato el poeta en "unos breves ejercicios". En un segundo libro —que después deshizo—, Leo casi toda la noche y viajo al sur en el invierno, título sacado de "La tierra baldía" de T. S. Eliot, tal vez el más famoso —y desolado— poema del siglo veinte, se desdobla el autor en Phileas —evocación, típica del sedentario soñador inveterado del famoso y muy práctico, aunque imaginado, viajero de Julio Verne, Phileas Fogg, que le dio la vuelta la mundo en 80 días—, Phileas Denis, entonces"un joven pintor del Caribe colombiano, viajero y ornitólogo", a la vez tallador que "con la mano del amor reinventa los colores" —y que viaja, en un bello homenaje a Aurelio Arturo, "al sur de fuego y madera roja nutrida por el fuego"—, al evocar a la "bellísima joven Magdalena que aparece en sus cuadros, cartas y memorias", y también a la región de "intensos azules" donde nació; que presencia cómo "regresa la noche a su lienzo y nos encierra"; y que en el cine, ese "salón de los sueños", siente "la extrañeza de una pared donde empieza el mundo".<br /><br />En Ven a estas arenas amarillas, como tituló aquellos poemas para su segundo libro, Phileas Denis, ese "pintor de aves y viajero" imaginario, ese doble soñado, llega pues, creador de ensueños y de fantásticas imágenes, "al país de la metáfora, / Donde todo es pintura, esplendores / Que se apagan sobre el verano de tantas costas / Para quedarnos a morir aquí, / En estos aposentos del sur / Donde nació el mejor de los poetas". En este libro, tan rico en vívidas metáforas como el primero, el personaje del poema "De uno que vio a Circe", dice haber sido:<br /><br />"…prisionero de unos brazos que conocen el vasto<br />Deseo del mundo, de unos cabellos que caen<br />Sobre mí todavía, como la lluvia de oro de Zeus<br />Entre acantilados vertiginosos, enrojecidos bosques<br />Y arenas amarillas. Fui cautivo de unos ojos<br />En cuya hoguera aún arden poemas de Homero.<br />Es imposible atravesar estos bosques antiguos<br />Y su magia<br />Sin que esta insoportable dulzura pueda matarte…<br />Y este deseo de volver a la isla sé que<br />Enloquecería a cualquiera."<br /><br />Esos bosques antiguos y su magia, esas arenas amarillas a donde nos invita este poeta son pues la literatura, de Homero hasta Borges, y la que inspira la poesía "embriagada de metáforas" de este enloquecido portador de una personalidad múltiple que pinta esas —entre muchos otros fantásticos paisajes—, visiones increíbles —ese "juego de círculos y laberintos"— de Giovanni Battista Piranesi, autor de aquellas "impresiones caprichosas de cárceles", que previó en sus fantásticos grabados arquitectónicos de las ruinas subterráneas en la Roma del siglo dieciocho la opresiva atmósfera de nuestro tiempo. En sus oscuros grabados de cavernosas bóvedas, un difuso rayo de sol crea un espacio casi palpable, repleto de enormes arcos que se entrecruzan en forma ilógica, de escaleras y gigantes jarrones, candelabros, lápidas, trípodes y ornamentos, criptas y rejas, puentes levadizos y ominosos aparatos de tortura. El color está ausente en los grabados, y la impresión que causan es la de que ese monstruoso y sobrecogedor mundo subterráneo es una imagen del subconsciente colectivo, como lo son los poemas, llenos, desbordantes de color, ellos sí, de Fernando Denis, este feliz habitante del "país de la metáfora". También, como las pesadillas de Piranesi y las visiones de Turner, la poesía de Denis está signada por un fuego infernal. Como el Dédalo de uno de sus poemas, el poeta es un hechicero que llega "desde los confines donde nada es real" y "todo es pintura, esplendores de fuego".<br /><br />Denis ha ido añadiendo a su poesía nuevos personajes, en este segundo libro: Remedios Buendía, por ejemplo, a quien le escribe una carta desde un cuarto de Macondo donde el poeta espía los crepúsculos; la Mohana, en cuya cabellera "se esconden los secretos de muchos"; pero sobre todo Tamerlán, y su amada Zenócrate, aunque no los personajes de la tragedia de Christopher Marlowe, sino transformados por la desenfrenada imaginación de Denis: Tamerlán, el cruel, "Azote de Dios y Terror del mundo" como se describe a sí mismo en la obra de Marlowe, conquistador del Asia central, de Rusia y de Persia, ávido de poder, pero que en los versos de Denis "observa metáforas" como cualquier poeta, y sufre de portentosos delirios, de los que lo salva, amante romántico y sensible, el recuerdo de la amada; y ella, la hija del sultán del ardiente Egipto, en el poema de Denis se desliza en su trineo "rompiendo hielos azules", como si viviera en Noruega. Cabe añadir que Marlowe fue tan libre en su interpretación de los personajes históricos como lo es Denis con los suyos. La historia para el genial dramaturgo inglés, los personajes de éste según Denis, son apenas medios para dar libre juego a sus visiones poéticas, pero en ambos está la esencia del conquistador, solo que en Denis en una forma indirecta, visto por su amada. Así, ella dice, hablando de su esposo, en un poema del libro, todavía sin título, que ahora está escribiendo:<br /><br />"En su espada hay el sueño y la magia, hay un talismán<br />Que horroriza; su luz me aterra, enceguece a los hombres.<br />Por la noche el sueño no le da reposo, lo desgarra.<br />Imagina que ya es un dios, que es suyo el infinito.<br />Pero en mis brazos no es más que un hombre solo<br />Ardiendo en el lecho, temblor y amor<br />Mientras de los astros cae la nieve".<br /><br />Platón, con Nietzche, el más poético de los filósofos, decía que los poetas eran mentirosos y los expulsó de su república ideal. Pueden ser mentirosos, pero lo son en una forma muy peculiar, pues se las arreglan para decir la verdad. ¿Puede haber mejor descripción que la de estos versos del poder desnudo del conquistador y a la vez del poder avasallador del amor? Y hablando de amor, de verdadero amor, ¿es posible definirlo con más ingenio y humor que éste, el más corto de los poemas de Denis, titulado "Ajedrez":<br /><br />"Blanca o negra la tinta<br />Con la que escriba tu nombre<br />Siempre ganarás nuestra partida"?<br /><br />Pero hay otra clase de amor —espiritual, se podría decir— el amor a la verdad y la belleza, que impregna toda la poesía de Fernando Denis, y cuyo dominio, doloroso y placentero a la vez, él imagina en William Turner:<br /><br />"Un mar de ardiente fiebre calcina mis sentidos,<br />Mi pecho es una ciega tempestad invisible,<br />Siento en mí los escombros de ese sol imposible<br />Y el amor, el más hondo que se haya resistido,<br />Muero de luz en esta tarde sola del mundo,<br />Pasaré al horizonte incesante y profundo."<br /><br />—Nicolás Suescún</p>Mauriciohttp://www.blogger.com/profile/15868058349490827305noreply@blogger.com1